Llegar a Marte : un espectáculo más cómico que cósmico

Primero en el país Andrés López hizo de las suyas una vez más, con un monólogo ingenioso, bien estudiado y, además, estrenado en Costa Rica

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Juanita López atravesó las presas del corazón de San José, el martes por la noche, para llegar al Teatro Melico Salazar apenas minutos antes de que comenzara la función Llegar a Marte , el último disparate del comediante colombiano Andrés López.

El viaje desde Cariari y un día completo de labores domésticas no le mermaron el ánimo y las ganas de volver a ver a quien el año pasado la sacó de la rutina, con el derroche de buen humor de la obra El camino de la felicidad .

Llegó bien perfumada, en compañía de una de sus primas, sus dos hijas y su yerno. Tomó el quinto asiento de la fila número 11 de la luneta, justo para quedar alineada con el centro del escenario.

Esperó. Llegó ajustada de tiempo, pero como el Melico se llenó a su máxima capacidad, a las 8 p. m. aún había fila para entrar a la sala.

Adentro, los programas de mano sirvieron como abanico para mitigar el calor de una noche que llegaba a los 19 grados centígrados en pleno San José, 115 grados por encima de la temperatura a la que puede llegar la superficie marciana por la noche (-96 grados centígrados, según la NASA).

La función se retrasó 15 minutos. Lo advirtió el timbre que habrán escuchado alguna vez quienes han ido al Melico, similar a la campana de una escuela pública.

Era la hora. Todos, incluida doña Juanita, estaban ansiosos por saber qué era aquello de la llegada a Marte.

“El hombre y la mujer se convierten en la proyección de grandes hazañas y gracias a una tecnología que combina todas las ciencias y humanidades pueden llegar a Marte, ¿‘amarte’? Con este show , los asistentes han de alcanzar la aventura máxima del hombre... ‘el amor”, era la única pista incluida en el programa de mano.

De repente, la proyección del despegue de la nave estadounidense que llevó al Curiosity a Marte captó durante casi cinco minutos la atención de los espectadores.

Acto seguido, un hombre de 1,68 metros de estatura, vestido con un casco astronáutico y un traje color naranja con el logo de la estación espacial “ALSA”, salió al escenario y abrió sus brazos de forma perpendicular a su cuerpo.

No había necesidad de presentarlo, era el invitado de honor, el protagonista de la noche.

Ni siquiera un minuto transcurrió para que Juanita López soltara la primera carcajada.

Ella sabía a lo que venía, pese a que el título del monólogo no le daba indicios sobre lo que vería aquella noche. Tampoco tenía idea de que Llegar a Marte se estrenaría en ese preciso instante en Costa Rica, a modo de obsequio de López para el público tico por la buena respuesta en anteriores presentaciones, como La pelota de letras .

Con un monólogo bien estudiado, el colombiano logró una conexión inmediata con los espectadores, al incluir entre sus primeras líneas al cohete Yiguirro I; a Franklin Chan Díaz; al motor de plasma; los calores de la pampa guanacasteca y al centro de controles del ¿Ovsicori? Sí, del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica, a falta de un centro espacial en territorio tico.

¿Qué diría el autor John Gray de pensar que, finalmente, las mujeres serían de Marte y no de Venus?

“El amor es una misión espacial, tiene precisión, tiene ingeniería”, explicó López con su singular picardía.

Ese no fue un espectáculo de esos en los que las parejas se abrazan o se toman de la mano; todo lo contrario, los defectos y las estrategias de conquista quedaron al descubierto y pusieron en aprietos a más de uno.

Juanita López se limpiaba las lágrimas de la risa. Su marido no la acompañó, ¡y de lo que se salvó! 35 años de matrimonio, de estira y encoge, se resumieron en un monólogo de poco más de dos horas.

Ella abandonó la sala pasadas las 10 p. m., con una amplia sonrisa y mirada jocosa. ¿Que si volvería? Quedó de más la pregunta.