El éxito de Chespirito: personajes humildes y guiones ingeniosos

Llegó a acumular 350 millones de televidentes cada semana; ni grandes ni chicos pudieron resistir su humor

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La formula es irresistible. Así lo confirman los números y el cariño de la gente. La combinación de personajes humildes, situaciones absurdas y guiones ingeniosos, significó un éxito rotundo.

Roberto Gómez Bolaños utilizó esa receta en cada uno de sus programas televisivos, lo que le significó la inmortalidad, pues pese a que falleció ayer a los 85 años , su legado sigue vivo en todas sus creaciones.

Además, la historia lo recordará por romper récords de audiencias y conquistar televidentes en todo Latinoamérica e, incluso, en países como Rusia, China y Angola, por ejemplo.

No hay duda de la popularidad de Chespirito. El Chavo del 8, en 1975 –cuatro años después de su debut en la pantalla–, era visto por más de 350 millones de televidentes cada semana,

Pero no solo el huérfano del barril fue seguido por masas, la revista Forbes publicó que los programas de Gómez Bolaños, en su conjunto, tenían un promedio de 91 millones de espectadores diarios.

Chespirito , apodado de tal forma por ser considerado un pequeño Skakespeare ( shakespearito ) transformó la industria del entretenimiento: desnudó las desigualdades sociales, inventó un superhéroe hispano y hasta habló de las dificultades de la reinserción social de los delincuentes. Todo esto, a través del humor y de personajes llenos de carisma y bondad.

El Chavo siempre defendió valores familiares, así como la compasión y la honestidad; por eso la gente sentía un vínculo con él”, dijo Roberto Gómez, según un artículo divulgado por el Huffington Post.

La clave. La sencillez de sus personajes, como el caso del Chavo, fue una de las claves de la acogida universal que tuvo Chespirito.

La cadena Univisión destacó ayer la obra de Gómez Bolaños: resaltó su respeto por la cultura popular y su conocimiento de la psicología humana.

“Sabía tocar las fibras del corazón humano para hacer al público reír o conmoverse. En una era donde el sexo y la violencia son parte obligatoria del entretenimiento, Chespirito conservó un impecable humor blanco que nunca se tiñó de excesos ni vulgaridades”, versaba el texto.

Todo se inició como un reflejo de la sociedad mexicana, pero pronto Latinoamérica entera se vio en el espejo; la vecindad del Chavo podía ser un barrio en cualquier parte del continente.

Para Óscar Cruz , crítico de televisión, la virtud de Chespirito fue su sensibilidad, reflejada en los patrones dramáticos de sus historias.

“Al margen de los contenidos negativos que podrían achacársele, el programa muestra una serie de valores que, en sana discusión familiar, podían ser provechosos”, señaló Cruz en una entrevista que Viva le realizó para un especial producido a propósito del cumpleaños 85 del humorista mexicano.

Ingenioso. El otro elemento esencial en el éxito de los productos de Chespirito fue el guion. En cada episodio se relataban sucesos cotidianos, pero llevados a lo absurdo, en donde los juegos de palabras y la “comedia de las equivocaciones” lograban mantener un ritmo entretenido que capturaba la atención de los niños y adultos de la casa.

El comunicador José Mairena manifestó –en el especial de Viva sobre Chespirito– que el uso de situaciones irreales en algo que simulaba la vida real fue un excelente recurso cómico: “La historia y los diálogos demuestran el dominio de la dramaturgia. La comedia es la combinación de personajes atrayentes y de situaciones que son muy divertidas”.

Finalmente, hay un ingrediente extra que hace que muchos aún veamos Chespirito: la nostalgia. El Chapulín, el Chavo, el Chómpiras... son un trampolín al pasado, a nuestra infancia.