GDA/El Mercurio/Chile.- Comenzó con una acusación y creció como una bola de nieve. Lea Michele, la otrora estrella de la exitosa serie musical Glee, quiso apoyar el movimiento Black Lives Matter en sus redes sociales el pasado 29 de mayo, pero a cambio recibió la crítica de su excolega Samantha Ware, acusándola de hipocresía y de haber hecho de su paso por la producción “un infierno vivo”.
Sus declaraciones fueron corroboradas por varios otros actores de Glee, entre ellos Heather Morris, quien dijo que trabajar con Lea Michele había sido “muy desagradable” y que se merecía las críticas por “haber tratado a otros con la falta de respeto con que lo hizo por tanto tiempo”. Otras, como Melissa Benoist y Abigail Breslin (que actuó con ella en Scream Queens) guardaron silencio, pero pusieron “me gusta” en varias de las críticas que surgieron contra la actriz en las redes sociales.
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También continuaron los malos comentarios de parte de maquilladores que trabajaron con ella cuando era rostro de una marca de cosméticos. Y aunque Michele se disculpó mediante un comunicado, donde lamentó haber ofendido a sus colegas y prometió ser mejor persona, el daño ya estaba hecho, pues Hello Fresh, una compañía de la que era rostro, la despidió apenas comenzó la controversia.
Lo cierto es que los rumores de su “actitud difícil” la han seguido desde sus tiempos de Glee, y a pesar de su indiscutible talento, una nominación al Emmy y haber sido el gran descubrimiento de esa producción, que estuvo en el aire hasta 2015, desde entonces le ha costado mantener una carrera, con dos series fallidas –Scream Queens y The Mayor– y solo dos películas en su currículum.
No es la única que ha terminado sufriendo ese rechazo en Hollywood. Katherine Heigl, quien se convirtió en uno de los grandes rostros de la televisión en el 2005 cuando se sumó al elenco de Grey’s Anatomy, trabajo por el que ganó un Emmy dos años después. Luego apareció en comedias románticas exitosas como Ligeramente embarazada y 27 bodas, y parecía ser la nueva estrella favorita de Hollywood hasta que comenzó a hacer declaraciones, primero criticando a Ligeramente embarazada por ser “un poco sexista” y luego la serie que la hizo famosa por no darle buen material como actriz, al punto que retiró su nombre de las postulaciones a los premios por el cuarto ciclo.
La situación derivó en que Shonda Rhimes, creadora de la ficción, decidiera eliminar su personaje. Después, Katherine Heigl intentó corregir el rumbo, pero nunca pudo deshacerse de los rumores que la tildaban de poco profesional y diva, y su carrera nunca volvió a ser la de antes.
Teri Hatcher, recordada por su rol central en la serie Desperate Housewives, es otra que nunca ha podido superar los rumores de mal comportamiento en el set. Tanta era la tensión en el rodaje, que el resto del elenco, que incluía a Felicity Huffman y Eva Longoria, no la sumaron en el regalo que le hicieron en conjunto al equipo de producción.
Por su parte, Longoria el año pasado aludió en una carta que había sido “abusada” por una coestrella. Aunque sin dar nombres, todos los tabloides han asumido que se refería a Hatcher. Desde el fin de Desperate Housewives la actriz ha aparecido en varias series de televisión, pero nunca con un rol protagónico.
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Entre los hombres también han surgido actores problemáticos. Hace dos años, Warner Bros TV despidió a Clayne Crawford, protagonista de su serie Lethal Weapon, por su mal comportamiento en el set, algo que ya habían hecho años antes con Charlie Sheen en Two and a Half Men.
En el cine, en tanto, Edward Norton es célebre por su poca actitud de equipo –una de las razones por las que no lo llamaron para repetir su rol de Hulk en Avengers– y pese a tener tres nominaciones al Óscar, no le llueven las ofertas. El año pasado aseguró en una entrevista que su mala reputación era por cosas de su juventud y no por su comportamiento actual.