Andrés López fue una máquina imparable de risas y ocurrencias

Identificación Público se reconoció en el monólogo de las generaciones. La sección de frases de papás fue la más aplaudida de la noche

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

El auditorio Kingdom Takers, en La Uruca, vibró la noche del sábado con las ocurrencias del comediante Andrés López.

El colombiano presentó la versión “recargada” de su espectáculo La pelota de palabras, durante su cuarta visita al país.

El show de stand up comedy (monólogo) ofreció una reflexión humorística acerca de las diferentes generaciones, sus características y sus defectos más jocosos.

Rápido con las palabras y cargado de un millón de anécdotas, López pasó la pelota de la risa al público; allí, rebotó y produjo carcajadas con los recuerdos y similitudes con las vidas de los espectadores

Hilarante. Una casa llena y el orden de la empresa productora recibieron al colombiano a la hora programada. Ni siquiera la lluvia pudo espantar a los 1.900 seguidores del humorista que se hicieron presentes en el auditorio.

Un par de bromas de calentamiento marcaron el inicio de lo que serían dos horas y media de risas ininterrumpidas.

La pelota de letras clasificó a todas las personas en cinco grupos. López matizó su tipología con sus dotes para imitar sonidos y sus rendiciones de personajes de películas de Disney, entre los que se destacan Buzz Lightyear de Toy Story y Mufasa de El rey león.

La generación W, compuesta por “los papás y mamás que sí querían serlo”, lleva sobre sus hombros la historia. Tienen algunas frases capaces de aterrorizar a sus hijos como: “Deje así” y “Haga lo que se le dé la gana”.

“Cuando un papá dice eso, no hay nada qué hacer”, afirmó López. “Uno se queda frente a la puerta (hace gesto de duda) y termina diciendo: soy lo peor”.

Sigue la generación X, o los de la guayaba. Son los encargados de “contener a los papás para que los más jóvenes gocen de libertad.

La generación Y, nacida de 1981 a 1992, se caracteriza por ser hermosa y por su miedo a los carbohidratos. El pan “es un tabú para ellos”.

Los más pequeños, nacidos de 1992 a la actualidad, son los representantes de la eras Z y AA. Estos chicos tienen una habilidad envidiable para “insultar y salir impunes” porque los adultos no entienden sus comentarios.

Debido a estas hilarantes reflexiones humorísticas, el público se identificó con Andrés López y le celebró con muchos aplausos cada ocurrencia.

“Todas las generaciones están representadas, hasta mi hijo está ahí”, comentó Magaly Sgabatti tras la presentación.

Memorias de guayaba. El comediante reservó una porción de la noche para hablar con nostalgia jocosa de su generación.

El artista recordó la infancia y adolescencia creciendo en un mundo sin Facebook ni videojuegos y donde los padres eran dueños siempre de la última palabra.

Con ayuda de una pantalla, López se burló de su propia infancia y de algunos de sus “traumas”.

La audiencia recordó junto al colombiano los juegos en el parque, y remedios caseros, como parar hemorragias con café.

Los presentes revivieron los maratones de los sábados en la mañana con los programas José Miel, Flipper, Meteoro, Mazinger Z y Heidi, quien, en opinión de López, es la responsable de causarle problemas con las novias y las mujeres.

“¡Mis guayabas ticas! ¡Sobrevivimos!”, exclamó el humorista cuando el público cantó el tema del programa infantil de los años 70 Las aventuras de la abeja Maya.

Otra canción, la pieza principal del programa musical colombiano Elshow de Jimmy, anunció el final de la función. Con el tema y pasos de baile exagerados, López se despidió de los ticos hasta la próxima vez.

Satisfechos y con algunas calorías menos, gracias al sano ejercicio de reír, el público en el auditorio se lanzó calle abajo en medio de un aguacero torrencial.