Amanda Moncada, la mujer que se ríe de la edad

Nada la limita: baila y se viste como quiere. Amanda predica con su optimismo y le encanta motivar a las mujeres a atreverse. Ha enfrentado acontecimientos que han lastimado su espíritu, pero siempre se vuelve a levantar al son de la música y de la confianza en sí misma. Esta es la historia de Amanda, una experta no solo en moda.

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Los ojos de Amanda Moncada Mora se ponen más verdes cuando de ellos nacen lagrimas. Y es que en 72 años se pueden vivir tantas cosas: pruebas, desdichas y también alegrías.

Sufrir la pérdida de familiares y tener que guardarle luto a su padre durante un año siendo ella muy joven, son eventos que al ser traídos al presente vuelven a doler al punto de callar las palabras.

De inmediato, tras un sorbo de agua, la fortaleza de Amanda Moncada la hace reponerse. Lo logra porque ella dejó que los años la sanaran. Cuando tuvo que afrontar la muerte de su esposo Manuel Velázquez (en 2017), quien falleció tras batallar por años contra el cáncer, en lugar de organizar un funeral para despedir a su compañero por 50 años, prefirió reunir a los más cercanos para dejar que las cenizas de quien se ama reposen en el mar mientras se tiene el brillo del sol como compañero discreto.

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Amanda Moncada utiliza un corte de cabello moderno, muestra las pecas que adornan sus brazos y torso y cuando habla deja en evidencia que se ha dedicado a estudiar toda la vida. Es conocida por desenvolverse en el mundo de la moda por más de 40 años, pero habla con toda facilidad de temas que van desde la física cuántica hasta historias de la Biblia.

Amanda Moncada es una empresaria costarricense especialista en moda y una de las figuras que más se ubican dentro de la farándula. Detrás de la venta de los vestidos más pomposos y elegantes para graduaciones o la organización de pasarelas, de las cuales ha sido pionera, hay mucho más.

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Cuando Amanda Moncada habla de su historia hay momentos en los que la tristeza se asoma, mas lo preponderante es su optimismo y creciente energía.

Fue una chiquilla que creció en barrio Escalante, San José. Nació en una familia que por todo lado respiraba política. Del lado de su mamá, Virginia Mora Valverde, todos adeptos a la izquierda, mientras que su papá, Arturo Moncada Gamboa, le aportó la dosis de derecha.

Amanda Moncada es sobrina del político Manuel Mora Valverde, tío quien asumió un papel más cercano cuando don Arturo, su padre, falleció.

“Mi tío Manuel Mora Valverde (declarado Benemérito de la Patria en 1998), fue uno de los políticos que arropa las garantías sociales. Yo fui criada muy humanísticamente. Él fue una gran influencia en nuestra familia. Él asumió papel de protector cuando papá murió. Nunca nos empujó a política. Nos permitió a través de los libros que nos daba que pudiéramos encontrar nuestro camino. Decía que yo era revolucionaria. Yo no tenía nada que ver con la revolución. Mi tío me veía irreverente o con cierta amplitud en ese mundo de izquierda, pero mi papá era de derecha.

“La parte de política ha sido importante en mi vida”, cuenta Amanda Moncada, quien resalta que una de sus primas cercanas es la exdiputada Patricia Mora, actual directora del Instituto Nacional de la Mujer (INAMU).

Hoy, cuando Amanda empieza a recorrer la sétima década, reconoce el poder de la genética y entiende que su optimismo, alegría, pensamiento irreverente y confianza en sí misma vienen de la formación que recibió en sus primeros años, tiempo en el que siempre se le permitió ser ella misma.

“Soy la hija mayor de seis hermanos. Me crié bastante libre. A los niños hay que apoyarlos y creer en ellos desde chiquitos. Me decían que qué educada era. Mi papá me sacaba a comer y me decía que qué bien tomaba los cubiertos. Eso me ha sellado. Yo quitaría del mundo el “no no”, esas palabras son limitantes”, contó.

Terminó quinto año en el Lincoln School y vivió con holgura hasta que falleció su papá. Cuando ello ocurrió, su casa se inundó de una sensación de ahogo y Amanda, la hija mayor, sabía que no podía cursar una carrera larga; entró a estudiar secretariado ejecutivo bilingüe, trabajó en la gerencia de canal 6, luego se casó y por muchos años vivió fuera de Costa Rica.

Hoy es una fanática de las mujeres, de su empoderamiento. Ella se define como una mujer “irreverente” y en esta etapa de la vida se siente fantástica. Hace ejercicio, baila mucho y come saludablemente.

Amanda Moncada cree que las mujeres tienen que tener control absoluto de sus vidas y desde su trabajo trata de fortalecerles el autoestima.

En la siguiente entrevista Amanda, la madre de Amanda, Lorena e Iliana Velázquez y la abuela de Sebastián y Felipe Quirós, habló de las pruebas, de la vida personal y de las situaciones que han forjado a la mujer quien es hoy.

Las pruebas

Según lo que cuenta, usted siempre fue “una chiquita empoderada”, ¿cómo fue su vida de mujer, esposa y madre?

—Mi relación con mi marido es metafísica. Recuerdo que un 24 de diciembre yo tenía 19 o 20 años y pensé que estaba lista para casarme y cómo me gustaría conocer una pareja con X características.

Al día siguiente lo conocí a él (a Manuel Velázquez, con quien estuvo por más de 50 años).

Yo me casé y me acomodé a mi esposo. Viví muy contenta la vida de mi esposo. Me fui de Costa Rica, por muchos años viví por todo lado.

“Me acoplaba a él, fui feliz, tuve un gran compañero. Me permitió estudiar, viajar, iniciar este negocio. Me permitió muchas cosas”.

Bueno, hay que entender que usted se casó hace 50 años, cuando los tiempos eran distintos. Hoy algunos podrían pensar que es poco usual que una mujer que se case se desarrolle individualmente solo porque su marido se lo permite...

—A mí me educaron diferente. Me dijeron que si me casaba tenía que ser feliz en el matrimonio. Yo fui feliz, me acomodé a la vida que me tocó.

“Yo estaba en la casa con las niñas, viví año y medio por país. Estuve en Nueva York, Miami, El Salvador, Bogotá, México, Houston y Argentina. Estudié (es diseñadora de interiores y administradora hotelera), corrí, jugué tenis, aprendí cocina que es algo que heredamos de mi mamá, como mi papá vivió mucho tiempo en Europa ella se sumergía en libros de cocina para complacerlo. Yo no seguí en la cocina porque requiere tiempo y también me gusta la calle”.

“Yo admiro al género femenino. Creo en acoplarme a mi compañero. Creo dejar cosas que me gustan tiradas si vale la pena el compañero. En la vida hay que retribuir. En esta vida todo es una negociación”.

Usted siempre se muestra optimista, hábleme de las pruebas que ha vivido a lo largo de su vida, esas situaciones que han terminado de moldear la persona quien es...

—Muy duro (llora). Desde chiquita viví pruebas fuertes. Creo que eso me ha moldeado. Vengo de una familia grande. Hemos tenido muertes, enfermedades, de todo. Situaciones financieras, de todo.

Comencé muy pronto. Pienso que cuando comenzás muy pronto es un beneficio y no lo es. Mientras volvés a ver afuera y ves que la gente joven está disfrutando, vos estás sufriendo.

Pasa el tiempo y madurás de garrote. Podés entender más cosas.

Perdió a su papá cuando usted tenía 17 años. ¿Fue allí cuando empezó a vivir momentos difíciles?

—Fue antes de lo de mi papá. Tengo fecha: tenía 12 años, mi familia materna era un poco italiana y todo era tragedia. Una tía muy joven murió de 30 años, le entró una enfermedad y murió en el hospital. La familia sufrió tanto que en mí influyó demasiado. Cada muerte en mi familia era una cosa terrible. Antes se llevaban esos duelos, rezos y lutos. Estoy en contra de eso.

“Yo estoy traumada de lo que me pasó. Cuando mi papá se murió violentamente, duramos un año de luto todos los chiquitos, no oíamos radio (ella tenía uno pequeño de baterías que aún añora) y vestíamos de negro. Uno tiene que entender que la vida son ciclos. Para que nazca alguien, otro se tiene que ir. Por eso hay que apreciar la vida porque te vas a ir. La muerte es un paso que hay que dar de la mejor manera”.

¿Ha pensado en su partida?

—Estoy lista. Por eso me deshice de todo. Quiero descansar rápido y que liberen mis cenizas en el mar. Soy del signo piscis, regreso al mar. Sé que la cremación tiene problema para el ambiente, pero se tiene que buscar algo para eso que afecta tanto.

En 2009 perdió su casa por el terremoto de Cinchona, ¿cómo se levantó de una situación así?

—Dejáme decirte que eso no me importó. Se me cayó la casa completa. Todos los tiliches que tenía. En el fondo lo sentí como un alivio. Después me pasé a una casa más chiquita, vendí todo lo que tenía. Ahora tengo cosas que se pueden sustituir fácilmente.

Vida personal

Vive sola, ¿qué la acompaña en su hogar?

—Alrededor hay paz, tranquilidad. Me gustan las plantas, las flores y la música 24 horas al día. Yo me levanto y enciendo la radio.

¿Qué es lo más grande en su vida?

—Mi familia. Mis hijas: Amanda, Lorena e Iliana Velázquez. Me siento muy orgullosa de las tres. Son muy trabajadoras y emprendedoras.

Tengo dos nietos Sebastián y Felipe Quirós (hijos de Lorena). Lo primero que me importa es la vida de la familia. Los lunes tengo cena familiar, los miércoles almuerzo con ellos. Trato de mantener el clan.

—¿Qué la hace despertar cada día, qué la emociona?

—Si amanezco bajoneada, como todo el mundo, yo tengo herramientas para subir mis energías. Es el ejercicio. Cuando termino mi hora de gimnasio soy otra persona.

Siempre he practicado ejercicio, pero durante el proceso de mi marido me di cuenta que tenía que tener un balance en mi vida, porque sino te vas con el enfermo. El ambiente de un enfermo terminal es muy pesado. Pasábamos horas de horas en el hospital y no solo nosotros, todo el mundo.

¿Recibe críticas por su personalidad?

—A mí me escriben señoras y me dicen que cómo me atrevo a vestirme así, que le dé chance a las jóvenes, aunque la verdad es que eso pasa muy poco. Lo que más recibo es apoyo de gente que me dice: yo quisiera ser así. Todo el mundo quiere ser libre.

—El cambio climático hace estragos en el mundo, desde su trabajo (la moda es una industria altamente contaminante) cómo busca disminuir este impacto?

—Creo en la reingeniería, (para la sesión de fotos que acompaña este texto) iba a traer un vestido de Bob Mackie un diseñador de series famosas de hace tiempo. Yo reciclo mis vestidos. Ese lo compré en los 80. Creo en la reutilización de las cosas.

Creo que hay que reciclar, cuidar. Estamos en proceso de cambio con estas nuevas generaciones, hay que volver a ver a la gente joven para aprender. Estas nuevas generaciones tienen consciencia en el reciclaje y en separación de basura, todo eso va a influenciar el mundo de la moda.

¿Hay algún componente que le añadiría a su vida?

—Estoy abierta a cambios. Quiero tener salud, esa es la base. Con salud trabajás y vivís. Si te afecta la salud se te acaba todo, no importa el dinero que tengás. La salud es básica. Llevo mi vida así porque quiero alargar mi funcionamiento hasta donde se pueda.

¿Cómo le va en vida personal? ¿Se ha encontrado con el amor de pareja?

—No exactamente. Pero sí me he encontrado con la ilusión del amor, aunque no tengo pareja estable.

Hay quienes le ponen topes a su vida que limitan tener aspiraciones a cierta edad… Usted tiene 72 años y no se detiene.

—No tengo topes. A todos nos pasa. Sos la misma que eras a los 15 años. Aprendiste, pero ese yo interno no cambia. Ese es uno. A veces las condiciones te arruinan o las mismas amigas que dicen que cómo te ponés algo (que “no es adecuado para la edad”).

Yo visto a la gente como ella se quiera vestir. No trato de imponerme, porque si a vos te gusta andar tallada, quien soy yo para decirte que no lo hagás. Es tu vida.

Cree en las cirugías estéticas, ¿se haría alguna?

—Me he hecho mucho peeling (técnica de exfoliación). Me gustaría hacerme cirugía de cuello, me encantaría, pero ahorita no. No soy tan valiente. Le tengo temor a cambiar. Creo que es mejor ser viejo que ser otro. Hay que tener mucho cuidado.

Ahora hay mucho tratamiento. Te lo venden hasta por internet. Más miedo me da que me dejen mal. He tenido experiencia de botox mal puesto. Tengo implantes de senos, pero no de ahora, sino de hace 30 años.

Vocera del empoderamiento femenino

Usted vende ropa y asesora para lucir bien externamente, ¿le ofrece algo a sus clientas para fortalecerlas “por dentro”?

—Intento que la clienta fortalezca su autoestima como sea. No existen reglas. Acéptese como es. Todo mundo tiene cosas bonitas.

“La psicología se me ha desarrollado. Me gusta comunicarle a las mujeres que no tenemos techo. Nos limitan con ideas que no son ciertas. La vitalidad nos dura toda la vida. Pienso que la madre naturaleza nos dio un gran lugar, vamos a funcionar hasta el día que nos lleven a la caja”.

“A mí no me importa tanto la ropa como encontrarte a vos como persona. Si me preguntás de la moda, claro que me fascinan los colores, lo que la gente joven se encarama. Me sigue gustando la ropa y me encanta la mezcla persona, imagen, autoestima”.

¿Qué piensa sobre la violencia de género contra la mujer?

—Vivimos en una sociedad machista en la que, muchas veces, las más machistas somos las mujeres. Fatal lo que está pasando. Nos va a costar mucho. Hay que fortalecer el autoestima, porque con autoestima fortalecida a lo mejor no nos permitiríamos tener esas relaciones tan desiguales.

“¿Por qué se aprovechan de nosotras? Porque tenemos esa autoestima por los pisos. Hay que quererse para cuidarse. Vos estás primero que esas parejas tan malhechas”.

¿Habla con su prima Patricia de temas relacionados con la violencia que sufre la mujer?

—(Risas). Mirá, mi prima y yo tenemos una fantástica relación. Yo la admiro demasiado. El marido de ella y mi marido iban al mismo doctor del cáncer y nosotras nos sentábamos juntas a las citas de nuestros maridos que estaban muriendo. Vieras que no hablamos de esto, nuestra relación familiar es divertida. La última vez me dijo que debería también de ponerse a bailar. Me ve contenta.

Usted promueve el poder femenino, incentiva fortalecer el autoestima. ¿Qué puede decirle a las mujeres?

—Les digo que se atrevan, que nada es malo. Si está en este mundo tiene un propósito, que no se limiten.

Yo diría que hay que hablar más de las cosas. Hay que atreverse, solo este chance tenés de vivir. Vivílo a como vos creés. Si creo que uno tiene que tener la idea de no hacerle a nadie lo que no le gusta que le hagan a uno. Pero eso no tiene que ve nada con el disfrute y desarrollo personal.

La moda

—¿Qué papel tiene la moda en la vida?

—Ay me fascina. Yo comencé en los 70. Ayudaba a comprar a la tía de mi esposo (para la tienda de ella). Pero dos años después empecé mi propio negocio, como no estaba estable lo tenía donde fuera. Eso me permitió entender la idiosincrasia según país o localidad. Tuve una boutique en México, ayudé amigas en El Salvador, iba a Argentina. Entendés a la mujer en su idiosincrasia pero básicamente somos iguales, somos coquetas.

Se dice que en el mundo de la farándula hay mucha frivolidad. Pero, ¿qué es lo bueno que usted ha encontrado allí?

—Ha sido una experiencia demasiado buena. Uno no puede pasar por esta vida sin pensar que uno no aprende. Si hay algo que he disfrutado es la farándula y le agradezco a quienes me han metido como Lilliana Mora y a Rogelio Benavides, porque me enseñaron un mundo ajeno.

¿Cómo es seguir emprendiendo en un país en el que cada vez cierran más negocios?

—Nos volvemos a ver las mujeres de mi casa y me quito el sombrero. Mi hija mayor fue despedida después de toda una vida en un banco. Va saliendo adelante. Iliana abrió en Cartago (un punto más de la pastelería Ili Vanili) aun cuando le decían que no lo hiciera. Lorena tuvo que cerrar su atelier, pero tuvo un diciembre increíble.

Abrí la tienda Amanda en Lincoln (Plaza) que era riesgoso porque si usted entra a los mall están llenos de lugares desocupados. Ves noticias internacionales de firmas que cierran todas sus tiendas.

Este año abrimos Joy by Amanda, línea de internet, que llega a un público que no tiene acceso a los mall, la idea es llegar a otro segmento.

Créditos:

Locación: Restaurante Silvestre, teléfono: 2221-2465.

Vesturario: Boutique Amanda. teléfono 2201-6325

Maquillaje y peinado: Mauricio Jiménez.