Si Buenos Aires fuera un bocadillo

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La empanada es sinónimo de Latinoamérica. El origen del pequeño bocadillo –envoltorio de masa, relleno con carne, vegetales, quesos o cualquier combinación de los anteriores– es incierto; su conquista de América no lo es.

Durante años se ganó un lugar en las cocinas del sur de Europa –Andalucía, en particular– y luego llegó cruzando el Atlántico, a bordo de navíos españoles; mientras avanzaba la conquista de los pueblos indígenas, la empanda encontró hogar en el nuevo mundo. No hay país del continente que se le resista: hablar español es comer empanada.

De entre sus muchas variantes, una destaca y, en su perfecto crucigrama de sabor, precio y conveniencia, se ha convertido en una de las más populares en nuestro país.

La empanada argentina es motivo de pasiones. De acuerdo con Mauricio Cabado, del restaurante La Esquina de Buenos Aires, no existe una sola receta de empanadas argentinas, sino varias. “No es lo mismo una empanada del norte, que una porteña”.

Así, las empanadas argentinas que consumimos en nuestro país son, en buena medida, descendientes de las recetas del centro de Argentina: de Buenos Aires, provincia y ciudad, donde poco a poco dejan de lado su valor cultural y se convierten en un objeto meramente comercial.

“No es lo mismo en los pueblos, donde ves a la gente que todavía pasa horas trabajando en una empanada; en las ciudad, vas al supermercado y comprás y se acabó”, cuenta Cabado.

No es una exageración decir que las empanadas son parte de la columna vertebral que sostiene la cultura argentina; el bocadillo cuenta, incluso, con el sello de Patrimonio Cultural, alimentario y gastronómico argentino que otorga la Secretaría Nacional del Cultura del país sudamericano.

“La empanada es un elemento básico de la identidad cultural argentina”, agrega Jorge Saggal, del restaurante Tenedor Argentino. “Hay 23 provincias en Argentina y todas ellas aseguran tener la receta original”.

La variedad del bocadillo suramericano no se limita al relleno; su preparación también está sujeta a variantes: puede ser frita –como en La Esquina de Buenos Aires– o cocinada al horno –tal es el caso de Tenedor Argentino–. La masa del envoltorio –llamada tapa –, eso sí, siempre es de harina de trigo.

La empanada argentina es una y muchas a la vez. Su pluralidad es una manifestación de un país con muchas historias y culturas distintas; prueba de que, si fuera un bocadillo, la Argentina sería empanada.