Para todos aquellos que están leyendo este artículo y aún no han visto Fullmetal Alchemist del todo, no saben la envidia que les tengo. Es en serio. Me encantaría volver a vivir la experiencia de ver la aventura de los hermanos Elric por primera vez. Pagaría buena plata, que no tengo, por eso.
Fullmetal Alchemist es una producción que se ganó el corazón de muchos; desde Otakus hasta los entusiastas del animé que solo han visto Caballeros del Zodiaco y Dragon Ball Z. FullMetal Alchemist combina temas como la fantasía, la religión y la ciencia en un mundo ficticio, en el que existe la alquimia. Este arte que combina la ciencia y la magia se puede utilizar para experimentos científicos y para la guerra.
La historia se centra en los hermanos Elric, Edward y Alphonse, dos chicos que perdieron sus cuerpos tras realizar un experimento fallido para resucitar a su mamá. Edward pierde un brazo y una pierna, mientras que Alphonse pierde todo su cuerpo y su alma reside en una armadura de metal.
Este desafortunado desenlace obliga a los Elric a buscar la piedra filosofal con el fin de recuperar sus cuerpos. Así arranca una gran aventura, que se desarrolla en la región de Ametris.
Uno de los grandes méritos de Fullmetal Alchemist es su tratamiento en temas como la creación de vida artificial, la política, la guerra y la esencia de la existencia humana. Es un drama épico que se trata con mucho humor.
La historia fue creada por la dibujante Hiromu Arakawa en 1999, la primera publicación del manga fue en la revista Monthly Shōnen Gangan. El éxito dentro de Japón fue tanto que el estudio Bones decidió adaptar la historia en un animé que se estrenaría en el 2003 y culminaría en el 2005.
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Esta primera adaptación tuvo la particularidad que el correr episodios superaron el tiempo de entrega del manga, entonces el equipo de producción tuvo que inventar su propia historia. Algo similar a lo que le pasó a HBO con la serie Game of Thrones, cuya trama ya sobrepasó a los libros de George RR Martin.
Cinco años más tarde se lanzaría otra adaptación llamada Fullmetal Alchemist Brotherhood, la cual está más apegada a la historia del manga.
Si en este momento, usted lector no ha visto ni la versión del 2003 ni Brotherhood, encarecidamente le recomiendo que empiece con la del 2003, porque a pesar de no tener la calidad gráfica de Brotherhood y dejar muchos cabos sueltos al final de su historia, tiene una mejor introducción en los personajes. De hecho, estoy casi convencido de que los mismos productores de Brotherhood hicieron la serie con la fe en que el público ya haya visto la primera adaptación del manga.
Gran historia
Si algo hizo muy bien la autora Hiromu Arakawa es la introducción de muchísimos personajes, con motivaciones propias y que evolucionan de manera orgánica a lo largo de los capítulos. Desde los Homúnculos, los compañeros del Coronel Mustang, Winry, la familia Armstrong y los soldados quimeras. Todo calza de manera fluida en el gran rompecabezas que es la trama.
Además de mostrar un mundo bien trabajado, esta serie desborda carisma a través de sus personajes. Absolutamente todos los que aparecen son capaces de involucrar al espectador en la historia y de ganar empatía. Ninguno se queda sin su momento, pues tarde o temprano se explica cada circunstancia que los envuelve, y por otra parte, a lo largo de los 64 capítulos, evolucionan de manera sólida y entrañable.
Otra de las maneras en la que los personajes muestran su valía es por medio de los combates, los cuales son un punto altísimo de la serie. La animación está tan bien hecha que las explosiones, el fuego y los edificios destruidos causan una gran sensación.
La banda sonora es bastante buena, sin llegar a ser ninguna obra maestra, pero encaja muy bien con toda la serie. La serie cambia de opening y de ending cada 13 episodios y les aseguro que son geniales, sobre todo el primero, cuya canción es Again y la interpreta la cantante japonesa Yui.
Usted puede disfrutar de las dos adaptaciones de Fullmetal Alchemist por medio de la pantalla de Netflix. El servicio de streaming las ofrece dobladas al inglés o en su lenguaje original, japonés, con subtítulos en español. Nada más esté preparado emocionalmente para lo feo que se siente ver el rodar de los créditos y saber que el viaje por fin ha terminado.