San Joaquín de Flores: el pueblo que se viste de luz

Un año más. Las fiestas navideñas del barrio de la Cruz del Norte atraen visitantes de todo el país cada diciembre.

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Los últimos rayos de luz del día no han terminado de caer cuando el barrio La Cruz del Norte, en San Joaquín de Flores, explota en renovado brillo.

Un año más y la tradición continúa viva: cientos de miles de bombillas alumbran las calles y casas de la comunidad herediana cada diciembre.

Desde hace quince años, tal costumbre seduce a visitantes de diferentes zonas del país con un mensaje claro: en esas casi cuatro cuadras, la “verdadera Navidad” –como le llaman los vecinos– se sigue celebrando.

El origen. “En ese tiempo, un grupo como de 50 o 60 personas planearon hacer una actividad de estas y se logró”, recuerda don Luis Alberto Herrera, uno de los coordinadores de la actividad desde sus primeras fechas. “Al principio lo que hicieron fue conseguir unas cañas de bambú y se compraron unas extensiones. Se pusieron luces de lado a lado y así inició”.

Hoy, decenas de casas se han unido para alumbrar la Navidad y darle la bienvenida a los curiosos con llamativas decoraciones y ventas de comidas en los patios de sus hogares.

“Viene gente de muchas zonas del país. A nosotros nos ha llegado gente de Siquirres, de Cartago, de San José, de Villa Colón”, agrega Herrera. “Queremos rescatar la amistad y vivir la Navidad como es verdaderamente”.

Jorge Ramírez, conocido como ‘Foficho’, es el que desde que inició la tradición confecciona las figuras que se exhiben en las calles. Sin su liderazgo, asegura Herrera, no se lograría.

“Mi tío Foficho se prepara como un mes antes para empezar a instalar todo en andamios”, cuenta su sobrina Ana Gabriela Gazel, quien aprovecha las fechas para vender ceviche y las tradicionales ‘caldosas’ en la casa de su tío. “Al principio eran ellos (su familia) que vendían, luego se unió otra casa y ahora todo mundo”.

“Es un compartir muy sano, acá nadie toma licor. Es un compartir en familia. Al vender, disfruto montones porque comparto con la gente”, añade.

Atractivo. Mientras avanza la noche y el olor a carne asada se propaga, el gentío se multiplica.

Julio Salazar es uno de los heredianos que al igual que muchos, visitan el barrio cada año. La noche de este viernes lo acompañan su esposa e hijos y una amiga de la familia. “Algo que me gusta mucho es ver cómo la comunidad se organiza en una época festiva y todos se ponen de acuerdo para hacer algo alusivo a la época y no solamente para decorar sus casas, sino que invitan a otras personas a formar parte de su alegría”.

Un ejemplo es don Mario Dengo, dueño de la panadería artesanal Pan Techi, que robustece la venta de sus productos en épocas navideñas.

“Año con año los vecinos nos hemos ido organizando cada vez más. La iluminación es pagada por nosotros. Todo lo hacemos con donativos de los mismos vecinos. Además de los negocios de la gente, las personas se organizan y venden”, cuenta Dengo. “Lo que se busca son tres cosas: el sentimiento de navidad, las tradiciones de comidas y que sea un lugar donde tratamos que no haya drogas y que los niños vengan con sus papás”.

Annia Ocampo, de San Isidro de Heredia, se acercó la noche de este viernes por primera vez junto a su madre, doña Ersilia Villalobos. Para ambas, lo más satisfactorio es la unión familiar que despierta la tradición.

“Lo más lindo que estamos viendo es que pasan los viejitos con las espositas a ver la iluminación”, dice doña Ersilia con una sonrisa. “Pasó ahora una señora en sillita de ruedas… ¡Qué belleza!”.

Su hija Ania lo describe como “un sueño”. “Esto lleva sus horas, mucho tiempo de elaboración y ya eso se ha perdido”, afirma. “A mí me parece que esto se debería mantener. Es una tradición hermosísima. La Navidad es esto. Es el nacimiento de Dios, el vivir en familia, el compartir tiempo y en darse… no dar un regalo, es darse”.