Ríos de adrenalina en armonía con el bosque primario

Mucha emoción El canopy de Hacienda Barú lo llevará a una aventura para la familia, que podrá complementar con otras opciones

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El corazón se acelera... entre los pies y el suelo hay unos 30 metros de distancia. Al frente, un bosque primario que compite por la luz del sol, y cuando todo parece estar en calma, llega el momento de dar esos tres pasos que, durante largos 15 segundos, lleva al amante de la aventura y la naturaleza a viajar entre los árboles, en el canopy o tirolesa de Hacienda Barú , en el sector de Dominical.

Si ya hizo el esfuerzo de viajar hasta la zona de Uvita, para disfrutar del Festival de Ballenas y Delfines, bien vale la pena que aproveche al máximo su estadía en ese lugar, y descubra cada rincón donde la naturaleza es aún motivo de admiración por los turistas nacionales y extranjeros.

Desde Uvita, son cerca de 25 minutos en carro; el lugar es una antigua finca donde se realizaban actividades ganaderas y se cultivaba cacao y arroz. Desde hace más de dos décadas se dedica a la actividad ecoturística.

Ahora se trata de una reserva privada que funciona como refugio de vida silvestre. En el lugar se pueden realizar varias actividades, según el gusto de cada turista. Lo más tranquilo es un recorrido por sus siete kilómetros de senderos, entre bosques primarios, secundarios y la costa.

Cuentan con un jardín de mariposas, recorridos guiados para observar aves y, para los más deseosos de adrenalina, la escala del árbol y el canopy .

La seguridad es lo primero; por eso, Carlos Jiménez y el resto de guías del lugar ponen especial atención en colocar con cuidado el arnés y el resto del equipo necesario para “volar” entre las copas de los árboles.

Del punto de partida hasta donde está la primera plataforma con su tirolesa, hay poco menos de un kilómetro. El recorrido se hace sin prisa; se presta mucha atención a la historia natural de la zona y se pueden observar a osos perezosos, colibríes, ranas, reptiles y, con suerte, monos y tucanes.

El punto de inicio del canopy está en una montaña, pero no se siente el ascenso gracias a las pausas durante el recorrido para conocer detalles de los insectos y animales.

Listos. Es necesario considerar algunos elementos importantes antes de subir. Por ejemplo, no temer a las alturas; estar dispuesto a caminar; tener la condición física para hacerlo y, ante todo, estar listo para ensuciar la ropa y los zapatos... el barro es abundante.

A diferencia de otros canopy , el de Hacienda Barú no pretende ser el de cables con mayores distancias entre plataforma y plataforma.

Cuenta con cables que no superan los 70 metros de largo, lo que les permite a los indecisos y miedosos asumir el reto.

Cada uno de los seis puntos, desde donde se salta hasta el otro extremo tiene distintos niveles de emoción. Los más cortos son para tomar valor; el más veloz atraviesa las copas de los árboles y el que se realiza de espalda permite sentir una emoción distinta, al atravesar el bosque y verlo alejarse.

A lo largo de sus años como guía, Carlos Jiménez descubre, una y otra vez, a muchos que llegaron con temor de dar el primer paso, que luego se convierten en grandes entusiastas de este pasatiempo.

El canopy también se ha convertido en un atractivo familiar, ahora que niños de hasta cuatro años puedan vivir la aventura, con todas las normas de seguridad.

Si la sed de aventura es aún mayor, Jiménez recomienda el tour de escalada del árbol, donde se sube mediante un sistema manual. Cuando se está en las copas, a unos 40 metros de altura, se realiza el descenso mediante rappel ... la velocidad la pone usted.