Palmares avivó las pasiones de los ticos

Caballos, fiesta, futbol y un poco de política se combinaron y movieron las emociones del público en la edición número 28 del tradicional desfile equino en el cantón alajuelense

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Tres de las más grandes pasiones de los ticos se combinaron la tarde de este jueves en un trayecto de casi tres kilómetros. El tope de Palmares fue más que caballos y jinetes; en esta ocasión, la fiesta equina por excelencia de Costa Rica vibró con la emoción del futbol y, además, tuvo un poquito de política.

La Selección Mayor se clasificó al Mundial de Brasil de la mano del timonel Jorge Luis Pinto Afanador y, con esto, el colombiano se convirtió en el dedicado del tradicional tope del cantón alajuelense.

Este jueves, montado en la yegua Selena, propiedad de un amigo, el estratega tricolor fue el centro de atención, halagos y pasiones durante la actividad.

Hubo de todo al paso del entrenador: la gente le gritaba piropos y hasta cierto tipo de alabanzas a su paso, mientras que “el profe” respondía al cariño de la afición con una sonrisa tímida y se quitaba el sombrero en acto de agradecimiento.

“Siento una gran felicidad y mucha gratitud con el pueblo costarricense y palmareño. Soy el dedicado porque a la gente le gusta el fútbol”, expresó Pinto. Mientras, Selena se ponía un poco chúcara en medio de la algarabía y los gritos de los curiosos que se apostaron a ambos lados de la calle principal del cantón.

Ante el asombro de miles de personas, Pinto demostró que es un jinete con gran experiencia. “No sé qué hice primero si subirme a un caballo o darle una patada a un balón, pero ambas son mis pasiones”, confesó.

A su lado, desfilaron amigos y también uno de sus grandes aliados en el proceso de selección, el preparador de porteros Luis Gabelo Conejo.

“Soy de campo y me crié en medio de caballos. Es una actividad muy linda que rescata la tradición de los caballistas y me identifico con esto”, manifestó Gabelo.

El pueblo tico le expresó su agradecimiento por ver de nuevo a su selección en una cita mundialista, en medio de sonidos de cascos contra el pavimento. relinchos y los trotes de las diferentes razas equinas.

El “oé, oé, oé... ticos” no podía faltar. Incluso, algunos más atrevidos se dieron el taco de darle algunos consejos al entrenador y otros hasta de decirle que lo invitaban a un traguito.

Wilberth Morales y sus amigos fueron de los más afortunados porque el entrenador se acercó a ellos para conversar y, de paso, se tomó un poquito de whisky que le ofrecieron.

“Nosotros fuimos a Jamaica al partido en el que la Sele clasificó al Mundial; estuvimos en el mismo hotel y celebramos ahí con todo el equipo y el cuerpo técnico. Cuando nos vio aquí, nos reconoció: ¡Qué tuanis que nos conociera!”, comentó emocionado el vecino de San José.

De todo un poco. La cuenta regresiva hacia las elecciones hizo que la edición número 28 de este tope tradicional tuviera un leve matiz político. Al igual que en el 2010, varios de los aspirantes a Presidencia se dieron la vuelta por la actividad para mostrarse y, de paso, cazar votos.

En el desfile se pudo ver a los candidatos Johnny Araya y Rodolfo Piza, quienes en medio de apoyo y abucheos hicieron el recorrido. Por su parte, Luis Guillermo Solís prefirió disfrutar del paso de los caballos desde una tarima.

Siguiendo con el ambiente de fiesta –al final, esa es la intención del tope y de todas las actividades de la época en Palmares–, en medio de la muchedumbre que estaba en las aceras, los gritos de las mujeres alertaban del paso de algún jinete de buen ver, mientras que los silbidos y los piropos (algunos pasados de tono) ponían en aprietos a las curvilíneas caballistas que hicieron aquel recorrido.

En pocas palabras, solo algunos se fijaron en las bestias de gran tamaño, pelajes espectaculares y pasos elegantes que cargaban sobre sus lomos a dueños y extraños.

Destacaron las figuras de la farándula tica que no podían faltar a una cita tan especial.

El ganadero Michael Blake, conocido por sus apariciones durante las corridas de toros que transmite Teletica, fue uno de los más buscados por las damas para pedirle fotos.

Blake desfiló solo con su caballo Apache, un animal de 11 años, raza de American Paint Horn y de paso costarricense. El eterno soltero confesó que su novia, cuyo nombre no quiso revelar, los esperaba al final del tope.

Otro de los caballeros infaltables en Palmares es el odontólogo y expresentador Édgar Barrantes, quien con su elegancia dejó a varias mujeres con la boca abierta.

“Tengo más de 30 años de venir al Tope de Palmares y es una tradición en la familia; es una actividad hermosa”, dijo.

Los hombres también tuvieron la oportunidad de disfrutar de la belleza femenina. Las modelos Melissa Mora, Marcela Negrini y Carolina Brenes montaron a caballo y deleitaron a los presentes con su presencia.

Para todos. Se supone que lo más llamativo del tope deberían ser los caballos; sin embargo, más allá del galope y el porte de los animales, la imagen de fiesta, la música, el baile, los torsos descubiertos, sombreros, botas y camisas de cuadros compitieron por la atención de los presentes.

Claro, más de uno de los caballos impresionaba al gentío; no obstante, en algunos tramos del recorrido era difícil apreciarlos bien.

Durante el trayecto se lucieron razas hermosas y verdaderamente cuidadas., como los caballos frisones de la ganadería de Allan Arrieta.

“Estos caballos pueden costar entre $50.000 y $60.000”, explicó el jinete Jorge Cano, quien montaba de forma elegante a Bote, de cuatro años y que medía 1,67 metros de altura.

Además de esta raza, también se vieron árabes, caballos de paso costarricense, españoles, ingleses y los llamados cuarto de milla.

Entre los más de 3.000 jinetes, se notaba mucho cuando uno no era dueño de su caballo. Los sustos estuvieron a la orden del día y más de un caballista la vio de cuadritos cuando no lograba dominar al caballo ajeno usado en tal ocasión.

Esta fue una situación muy común durante el recorrido y llamaba la atención que hasta el público (sin caballo) dedicaba consejos a los inexpertos jinetes.

“Suéltele la rienda, no se la jale”, “No lo churuqueé que lo espanta”, “Dígale ‘ooooh’ para que se calme”, se escuchó.

Claro, darse el lujo de pagar al rededor de ¢50.000 por el alquiler de un cuadrúpedo valía la pena para lucirse en la pasarela callejera.

Más para mirar. Entre monturas, frenos y chilillos, se destacó la presencia de varios búfalos de agua que ya tienen un espacio privilegiado en el gusto del público.

Su gran tamaño y la nobleza en sus ojos hizo que estos animales de carga, que sirven para el trabajo de campo, pasaran inadvertidos.

Dirigidos por Horacio Brenes, los búfalos Bill, Mike y Jack capturaron las miradas. “Trajimos uno de Colombia y los otros dos son nacidos en Costa Rica”, explicó Brenes, quien es vecino del Guarco de Cartago.

Dicho jueves fue el debut de estos animales en Palmares y lo hicieron por todo lo alto.

En el desfile, sus acompañantes no pararon de frenar para que los niños y adultos les pudieran hacer las fotografías a los animales.

El tamaño no siempre importa; así lo demostraron unos pequeñitos que también sedujeron en el desfile.

Los caballitos miniatura de don Rafael Valverde, mejor conocido en el ambiente hípico como Manzana, fascinaron a los niños, quienes se emocionaron al encontrar estos cuadrúpedos en talla chica.

“Ellos llegan a vivir hasta 45 años; son muy buenas mascotas”, dijo el criador, quien es reconocido por su trabajo con esta raza.

La otra fiesta. No hay tope palmareño sin el fiestón en las famosas tarimas a lo largo del recorrido. Aunque muchos de sus invitados vestían como vaqueros, ni cuenta se daban de lo que pasaba fuera de los espacios destinados por empresas para agasajar a clientes, amigos y socios.

La variedad de música y de ambientes fue la reina de la tarde y también de la noche. En un lugar sonaba cumbia colombiana y, diez pasos más adelante, la bachata y la charanga que animaban a los fiesteros.

Una vez más, las fiestas de Palmares confirmaron que su tope sigue siendo un éxito de convocatoria entre caballista y el gentío que le es fiel, aunque sea un jueves de trabajo.