La WWE brindó una noche explosiva en su tercera visita a Costa Rica

Los fanáticos de la lucha libre tuvieron su navidad en junio. El show de Smackdown destruyó las expectativas y cautivó a los espectadores

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Cuando en la pantalla gigante ubicada a unos metros del ring aparecieron las palabras “I am phenomenal”, las barreras de metal del Anfiteatro Coca Cola, en Parque Viva, comenzaron a vibrar.

No porque estuviera sucediendo un temblor –al menos, no uno causado por movimientos de placas tectónicas– ni por el volumen de la música. Las vibraciones, en cambio, las causó uno de los públicos más apasionados y descontrolados que se hayan visto en este país.

Los fanáticos de la lucha libre dieron la mejor bienvenida de la noche al fenomenal AJ Styles, quien se enfrentó a Kevin Owens en una batalla electrizante.

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Fue, sin dudas, uno de los puntos más altos de la tercera visita de la WWE nuestro país. La noche fue vibrante, saturada de emociones, de golpes, de saltos acrobáticos y patadas que no dejaron a un alma indiferente.

Fue la noche grande de la lucha libre en nuestro país.

Fanáticos a rabiar. El universo de la WWE – como se le conoce a los fanáticos de la mayor compañía de entretenimiento deportivo en el mundo– sabe exprimir al máximo el dinero que pagan para ver un espectáculo de lucha libre; más aún, cuando el espectáculo se da en un país como el nuestro, en el que cada visita de los luchadores es un evento único que no sabemos cuándo podrá repetirse.

Por ello, aún antes de que la luces se apagaran para dar paso a la primera lucha de la noche –un enfrentamiento a cuatro esquinas por los campeonatos en parejas entre Breezango, American Alpha, The Colóns y The Usos, quienes retuvieron el título–, la atmósfera en el Anfiteatro Coca Cola, de Parque Viva, ya delataba la emoción y la ansiedad que se viviría durante toda la noche.

Abundaban las camisas alusivas a multitud de luchadores –desde las “Hustle, loyalty, respect” de John Cena hasta las clásicas “Austin 3:16” de Stone Cold Steve Austin–. Cada vez que la música de ambiente se pausaba, se multiplicaban los gritos de “Wooo” que hiciera famoso el legendario Ric Flair. Como en los shows televisivos de la WWE, entre el público se podían leer montones de carteles con leyendas dedicadas a los atletas.

Los fanáticos de la mejor lucha libre que existe tomaron por asalto Parque Viva. Lo mismo podían verse niños enamorados de The New Day, que adultos que crecieron viendo a Triple H peleando contra La Roca a finales de los 90, o incluso quienes vieron a Hulk Hogan convertirse en una superestrella en los 80. Cuando Smackdown toca la puerta, no hay distinciones de edad: todos están invitados a presenciar el show y pasar el rato de sus vidas.

Es curioso: la lucha libre profesional, un entrenamiento que se basa en la violencia y la agresividad, tiene una enorme capacidad para unir a miles de desconocidos.

Sobrecarga de energía. Si la victoria de The Usos en el primer combate de la noche prometió algo fue que a Costa Rica le esperaba una noche como pocas: una noche no apta para personas que no soportan emociones intensas.

“Cállese y escuche”, dijo Aiden English al público mientras se acercaba al ring para el segundo match. Costa Rica, poco sumisa, la respondió con un ensordecedor coro de “Que se calle”.

Luego, corearon “¡Ten, ten!” una y otra vez para dar la bienvenida a Tye Dillinger, su rival de turno; cuando Dillinger ganó, tomó un cartel del público en primera fila y mostró el número 10 –que lo identifica– a la enloquecida multitud.

La siguen batalla fue entre dos equipos de tres luchadores que se definió gracias a un salto acrobático de Sin Cara, quien contagió a todo el público con los gritos de “lucha, lucha”.

Para entonces, el espectáculo se había extendido por una hora y parecía que no podía ponerse mejor. Cuán equivocados estábamos.

Fenomenal. El sonido de un violín rasgó el aire de La Guácima y miles de gargantas se unieron a la melodía con la que Shunsuke Nakamura –una de las mejores exportaciones de la lucha japonesa actual– subió al ring para enfrentarse a Dolph Ziggler.

Una y otra vez, Ziggler puso a Nakamura sobre la lona, buscando el conteo de tres para ganar; una y otra vez Nakamura se lo negó hasta ganar una batalla increíble, un adelanto de lo que faltaba: lucha libre de primerísimo nivel, entretenimiento de calibre mundial.

Antes de marcharse del escenario, Nakamura siguió su tradición de celebrar con los fanáticos, abrazándose con ellos. ¿Alguien quiere apostar a que nunca lo olvidarán?

Tampoco olvidarán ninguna de las luchas restantes, como el combate por el título de mujeres entre Becky Lynch, Naomi, Natalya y Carmella.

El plato fuerte de la noche, por supuesto, quedó para el final. Era fácil predecir a los participantes del main event de la jornada; lo que sí fue una sorpresa fue el formato: el campeón de la WWE, Jinder Mahal, hizo equipo con Kevin Owens, quien ostenta el título de Campeón de los Estados Unidos; frente a ellos, los dos luchadores más esperados de la noche.

Sí, AJ Styles tuvo la bienvenida más ensordecedora –con alguna competencia de Nakamura–, pero Randy Orton es una leyenda viva. Juntos, el Fenomenal y la Víbora, se enfrascaron en un tremendo combate contra Mahal y Owens –quien se metió con el público una y otra vez, provocando una lluvia de abucheos– que concluyó de la única forma que podía: con un RKO, el movimiento finalizador de Orton. ¿Cómo no saltar y gritar ante eso?

Así concluyó la velada: con tanta adrenalina, es como si una ola nos hubiera revolcado. Con un espectáculo de semejante categoría, entre tantos buenos combates, quienes ganaron fueron los espectadores.

La espera para que la mejor lucha libre del mundo vuelva se hará muy larga.