Festival de la Luz: Familias pagaron hasta ¢10.000 por espacios

La magia de la popular actividad josefina se vive de diferentes formas. Mientras unos no duermen con tal de conseguir un buen espacio en la calle, los protagonistas del show ensayan y repasan su presentación

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“Ya viene, ya viene. Venga, venga”, le grita con gran emoción una niña a otra, mientras está subida en la baranda amarilla que divide al público de la calle por donde pasan las bandas y las carrozas del Festival de la Luz.

Tiene una gran sonrisa y sus ojos irradian emoción. En sus manos sostiene unos confites que minutos antes le regalaron durante el pasacalles.

La imagen de esa pequeña no es aislada, pues este sábado 16 de diciembre, entre el Paseo Colón y la avenida segunda, no había espacio para el aburrimiento o la molestia; al contrario, era un día para disfrutar de las luces, los bailes, las carrozas, las bandas y toda esa magia natural que tiene el Festival de la Luz.

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Por ello, no faltaban niños que sonrieran, bailaran, gritaran, saludaran con sus manitas al aire a cuanto personaje les pasaba por el frente.

Mientras tanto, en las calles aledañas no faltaban los conductores molestos por el cierre de vías, quienes reclamaban que tenían que tomar rutas alternas a causa del festival navideño.

Ya faltaba menos de una hora para que fueran las 6 p. m., hora de inicio del evento, y en el punto de partida estaban los integrantes de las diferentes bandas de marcha que iban a deleitar al público con su espectáculo. Unos corrían de un lado al otro con sus instrumentos al hombro, mientras otros ensayaban, calentaban y hacían ejercicios de respiración.

Una de las bandas era la de Zarcero, que en cuestión de días saldrá de viaje rumbo a Estados Unidos, para presentarse de nuevo en el Desfile de las Rosas, en Pasadena, el próximo 1.° de enero del 2024.

“Nosotros vemos el Festival de la Luz como la despedida de Costa Rica. Hemos trabajado muy arduamente durante año y medio y qué mejor manera que despedirnos que aquí”, afirma Elesban Rodríguez, director de la banda, que llevará más de 300 artistas a territorio norteamericano.

Su banda era la primera en desfilar en el Festival de la Luz, pues había ganado ese privilegio en la edición del 2022.

Pagar por ver

Llegar a San José a disfrutar del Festival de la Luz no es tan fácil como parece y Lindsay Carpio, su familia y sus vecinos pueden dar fe de ello.

Ellos se organizaron para disfrutar del desfile navideño y conseguir un buen espacio: llegaron desde las 3 a. m. a la avenida segunda; sin embargo, para su sorpresa todo estaba lleno.

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Nunca les había ocurrido algo igual, más aún porque no se trataba de personas que esperaban pacientemente el festival, sino que todos los espacios estaban llenos de “vendedores ambulantes” que estaban cobrando a cambio de darle a las familias los lugares en plena calle.

Según cuenta Carpio, había de diferentes precios y el valor dependía de la cantidad de “barandas que querían ocupar”. Cada una de las cercas de contención medía aproximadamente un metro.

“Tuvimos que comprar el campo. No nos costó muy caro, en realidad nos costó ¢10 mil por tres barandas, pero lo pagamos porque queríamos un buen espacio y como somos varios, pusimos la plata entre todos”, detalla.

Su caso no es aislado, pues otra familia, que prefirió reservar su identidad, asegura que llegó desde las 5 a. m., justo en el momento en el que la policía estaba quitando a estos vendedores ambulantes. Fue por ese motivo que pudieron ocupar un buen lugar.

Para Carpio, lo más importante es que sus hijos y vecinos están felices de poder disfrutar un año más de la actividad. Se trataba de un grupo de más de 15 personas, quienes llevaron sus sillas, sabanas y hasta un colchón para poder sentarse a ver el show.

Además, para que nadie les quitara su campo se turnaban para ir al baño, por ejemplo. Eso sí, para lo que no tuvieron que hacer ningún malabar fue para comer, pues llevaban en una hielera una olla de arroz con pollo.

“Vieras que no se nos enfrió, ahí permaneció calientito. También trajimos bastantes bebidas para la hidratación y bolsos con abrigos”, añade Carpio.

Al frente de ellos se encontraba Alexander García, quien por primera vez decidió asistir al Festival de la Luz con su esposa, su mamá y su hija Emma para que la pequeña, de un año, viviera el desfile navideño.

Ellos sí lograron conseguir un espacio sin pagar y desde la madrugada de este sábado esperaron pacientemente el desfile.

“Ha sido un día muy bonito, es todo muy alegre... aunque también ha sido muy cansado. De todas formas, venimos preparados para todo: lluvia, sol y lo que sea”, afirma.

Pese a todo, para esta familia de Pavas valió la pena, pues Emma bailaba, gritaba y sonreía con cada personaje que veía. Era una alegría tal que provocaba que quienes la veían dijeran: “¡Ay, qué linda!”.

Y así fue como se vivió un año más el Festival de la Luz, ese desfile que tanta magia derrocha y abarrota las calles josefinas.