Cruz de Alajuelita recobra su esplendor este jueves

Luz será reflejo de potentes reflectores que la estructura de 83 años tendrá al frente

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La inauguración del Festival Internacional de las Artes este jueves a las 6 p. m. en Alajuelita tendrá como gesto particular la devolución del esplendor que años atrás tuviera la mítica estructura de la cruz que los abuelos colocaron con mucho trabajo en lo alto del cerro San Miguel y que, además de las actividades religiosas, fue testigo de de uno de los crímenes más atroces que recuerda la historia costarricense.

Esa armazón, de 26 metros de altura, tendrá desde este jueves una nueva cara. Ya en otras ocasiones, como en 1999 y en el 2004 se hicieron esfuerzos similares, pero el vandalismo sobrepasó el alambre navaja para robarse los bombillos, tomacorrientes y un reloj que tenía.

Esta vez el alcalde de ese cantón josefino, Victor Hugo Chavarría, que desde la Municipalidad ha sido testigos de otros esfuerzos similares, afirmó que se cambió el sistema de bombillos, cables e interruptores a efecto de dotarla de seis reflectores potentes que están colocados al frente y le proyectan la luz.

Esos reflectores están a una altura considerable y asegurados para tratar de que en esta ocasión el objetivo de divisar en las noches la cruz iluminada sea más duradero que otras veces.

La empresa Edipsa contrató la reparación de la estructura y la remoción del material corroído, mientras que otra empresa privada, Pintuko, estuvo a cargo de pintar la cruz en varias ocasiones a efecto de que las inclemencias no quiten el efecto reflectivo de la última capa, la cual será una especie de espejo para los destellos luminosos que le darán vida nuevamente al monumento.

A ello se suma el aporte de la Compañia Nacional de Fuerza y Luz de casi ¢16 millones para colocar los postes con los reflectores y demás dispositivos que ya fueron probados.

Sacerdotes como el español Benedicto Revilla, en la década de los 80's; Roberto Salazar, en los 90's, y actualmente, Luis Guillén Salas, entre otros, han sido el motor para mantener el símbolo del cristianismo en lo alto del cerro San Miguel, gracias a sus esfuerzos para organizar a los vecinos y canalizar su aporte económico en cada una de las ocasiones.

Además de mantener las peregrinaciones a la cruz, ellos organizaron en su tiempo actividades para restaurar la armadura de hierro que comenzó a instalarse en 1931 y fue inaugurada el 18 de julio de 1934, durante el tercer gobierno del presidente Ricardo Jiménez Oreamuno.

Con carretas de bueyes los abuelos que vivían en Alajuelita, Escazú y San Rafael de Desamparados abrieron camino en el bosque virgen para llevar los materiales a 2.036 metros de altura. El sacerdote Rosendo Valenciano estuvo en la inauguración. La cruz se colocó para conmemorar los 19 siglos de la venida de Jesucristo al mundo.

Los fines de semana, caminantes de diversas localidades visitan la vieja estructura para ejercitarse y divisar desde lo alto la capital. Ahora la cruz lucirá sus nuevas galas con el reflejo de 10.500 vatios.

La idea de desarrollar un plan turístico rural para el rescate de las bellezas escénicas del cantón cobra vida. Según el alcalde Chavarría, sería ideal para aprovechar la visitación a la cruz, un símbolo de los alajueliteños.

Este fue el primer cerro que escaló de niño Warner Rojas, quién en el 2012 alcanzó la cima más alta del mundo: el Everest.

Un trágico Domingo de Ramos. El 6 de abril de 1986, cuando trataron de integrarse a una caminata organizada por el sacerdote Benedicto Revilla, siete mujeres fueron asesinadas a pocos kilómetros de la cruz, en la finca de Teodorico Retana.

Se trata de uno de los homicidios múltiples más dolorosos del país.

Este mes se cumplieron 29 años de aquella masacre.

Marta Eugenia Zamora Martínez fue la única adulta asesinada. Con ella iban sus hijas Alejandra, Carla y María Eugenia, cuyos cuerpos aparecieron la madrugada del día siguiente.

Rosario Zamora, madre de tres niñas fallecidas en ese lugar (María Gabriela, María Auxiliadora y Carla Virgina ) al notar que no regresaban fue a buscarlas y de camino vio a tres sujetos a quienes preguntó por sus niñas sin tener respuesta.

Esos tres hombres eran Alvaro Chinchilla, Arnoldo Mora Portilla y Arnoldo Mora Quesada quiénes luego fueron detenidos junto con José Luis Monge Sandí, pero a pesar de varios juicios, nunca se tuvo certeza de su participación. De esos cuatro el único que sobrevive es Arnoldo Mora Portilla.

Rosario Zamora y Carlos Salas, éste último esposo de Marta Eugenia y padre de tres niñas asesinadas, no descartan una venganza como móvil del crimen.

Las tres hijas de Rosario, lo eran también del Macho Rapso, un sujeto que había participado en varios delitos, en cuenta un sonado asalto y robo de joyas a la familia Ungar en San José. Rapso afirmó desde la cárcel que se vengaría de esa acción.