Comida para aprender, historia para disfrutar

La virtud de dar una buena comida y mostrar un pedazo de historia de Costa Rica no está en todos los restaurantes, pero cuando aparece, agradecemos el buen maridaje. Visitamos cuatro sitios donde un almuerzo se puede convertir en un sabroso paseo por la memoria.

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Entrada: una taza de café chorreado con un paseo por las raíces de Cartago. Plato fuerte: una alforja campesina acompañada por los héroes de 1856, o un sándwich en honor a nuestros antepasados, degustado en una histórica casa liberiana. De postre, un pastel endulzado con las más ricas memorias de la capital.

Una buena comida no riñe con una lección de historia. Eso piensa uno cuando en el Restaurante 1910, en Cartago, llega el aguadulce y la taza se posa sobre varios recortes de periódico con la inscripción “terremoto”.

Puede ocurrir también en San José, cuando, después de probar una taza de café en Don Juanito, vamos al segundo piso del local a conocer más sobre la campaña de 1856. Son encuentro casuales, pero que nos recuerdan de dónde venimos.

“Como empresario del me interesa darle contenido a nuestras ideas históricas, para que la gente las conozca y pueden mantenerse”, explica Luis Diego Araya Pochet, dueño del Café Histórico Don Juanito y su negocio hermano, La Tortillería.

“Es importante hacer un vínculo entre lo que comemos y de dónde venimos, la gente queda maravillada. Esto se ve mucho en otros países, pero quizá aquí estas ofertas no se han destacado como debe ser”, agrega el empresario.

Aunque no podamos consignar todos los sitios que reúnen comida con historia (hasta la gula tiene sus límites), reunimos en esta lista opciones para el almuerzo, el café y bocas nocturnas, lugares a los que llegamos por la gastronomía pero nos quedamos para alimentar la curiosidad.

Restaurante 1910. Fundado en 1998, el restaurante nos pone a pensar desde el título, ¿qué ocurrió en 1910? Los que viven después del Ochomogo lo tienen más presente: el 4 de mayo de ese año, la falla de Agua Caliente de Cartago causó un sismo de magnitud 5,9 y dejó a su paso todo tipo de pérdidas.

Las mesas del restaurante y fotografías en las paredes recuentan el hecho en el que más de 1.000 personas perdieron su vida. La historia es triste, pero desde afuera la escena es otra: el restaurante parece de cuento. Madera pintada de rojo sostiene varios ventanales y está rodeada por arbustos y otras plantas. Dentro del galerón, una cocina de leña calienta a los comensales y ayuda a preparar tortillas que luego serán gallos.

El menú también incluye otros platos típicos como picadillos, chorreadas, tortillas de queso y cafés y otras opciones como pizza. Es la excusa perfecta para viajar o bien, cerrar con broche de oro una visita al Volcán Irazú o Turrialba.

Dirección: Horario: de lunes a jueves, 11:30 a. m. a 9 p. m.,viernes y sábado de 11:30 a. m. a 10:00 p. m. y domingos de 11:30 a.m. a 6:30 p. m.

Alma de café. Si usted estuviera en Europa y le ofrecieran visitar un café en un edificio neocolonial, en el centro de una capital, con precios accesibles y una selección de cafés de las siete provincias del país, ¿iría?

Alma de Café, en el Teatro Nacional, es una de las opciones más subvaloradas de San José. Cada rincón del café se siente como una pieza de historia, porque la es y los ventanales tienen vista hacia la remozada Plaza de la Cultura.

La atención es amable y los platillos (emparedados, carnes) y batidos naturales son deliciosos y a precios justos. La clientela usual son extranjeros, pero poco a poco el espacio ha invitado a ticos.

Un recorrido por el lobby es suficiente para preguntarse por la San José conducida por oligarcas cafetaleros y una visita guiada por el teatro contesta todas las preguntas que puedan surgir. Sin importar su país de origen, el Teatro Nacional es uno de los mejores puntos para iniciar una visita turística al centro.

Horario: de lunes a sábado de 9 a. m. a 6 p. m. en el Teatro Nacional.

Don Juanito. En el libro El verdadero San José (2014), escrito por el estadounidense Michael Miller, se habla de una ciudad capital en la que es casi imposible encontrar una buena taza de café.

Afortunadamente los tres años que han pasado desde la publicación del libro han sido de bonanza para la oferta gastronómica en el centro y ahora, tenemos Don Juanito.

El café, inaugurado el 20 de marzo de este año, tiene como objetivo acercar a sus visitantes a mediados del siglo XIX, cuando Costa Rica empezaba a conformarse como República.

Esta historia se transmite en la mesa y fuera de ella. Los platillos incluyen alforjas campesinas (con arroz, frijoles, carne y queso) servidas en hojas de plátano, como se hizo en el país por generaciones, tamales asados y emparedados.

En el segundo piso del local, se puede ver una pared con los nombres de los 4.000 héroes que lucharon en la Campaña Nacional dirigidos por Juanito Mora y réplicas de los trajes de los combatientes, tanto los nacionales como extranjeros.

Dirección: 75 este del Edificio de Correos, sobre avenida 1. Horario: abre todos los días de 7 a. m. a 8 p. m.

Café Liberia. El Café Liberia, ubicado en una de las esquina de la Calle Real, es una joya de inicios del siglo XX con pisos y muros de madera. En el techo, hay una pintura de unos querubines y una prevista para un candelabro muy parecida a lo que encontraríamos en el cielo raso de un teatro neocolonial europeo.

Pero estamos en Liberia, en una calle histórica y llena de edificios históricos y por eso los ventanales son anchos y las ventanas de madera pesan más que muchas puertas del Valle Central.

El café es una de las tantas joyas históricas que ofrece Liberia, una ciudad cuyo potencial turístico es opacado por la costa guanacasteca.

Café Liberia es una buena excusa para quedarse un rato más en el centro. En el menú hay gallos, casados, ensaladas y postres para todos los gustos y también platillos extranjeros como papas fritas, hamburguesas y crepas. Y claro, café del bueno.

Dirección: del Parque de Liberia, 150 sur. Horario: de martes a sábado de 9 a. m. a 9 p. m.

La Vasconia. El bar y restaurante La Vasconia es un punto histórico por sí solo. La edificación data de 1930 y está ubicada a solo unas cuadras del Teatro Nacional, el parque Morazán y frente a la antigua Biblioteca Nacional.

Su cercanía con la antigua sede de La Nación en la avenida 1 de San José lo recompensó en los años 70 y 80 con la visita de escritores como Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Salvador Garmendia e Isabel Allende (todas documentadas en el libro El café de las cuatro de Carlos Morales). Pero el mayor aporte histórico de La Vasconia no está en la literatura, sino en el fútbol costarricense.

El local contiene la colección de fotografías de deporte más grande del país, desde imágenes de los estadios clásicos, de partidos de los años 50 y 60, hasta la visita de Pelé o del Real Madrid, ambas en 1959.

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La mayoría fueron tomadas por Genaro Jiménez de 1948 hasta 1970 y los dueños han afirmados en varias ocasiones que tienen unas 15.000 fotografías.

La Vasconia no es un museo tradicional, claro, y eso lo hace más atractivo. Todo esto se puede disfrutar con un chifrijo en el camino y una cerveza en la mano. A cierta hora de la noche empieza el karaoke en el salón trasero y esa es otra historia.

Pero las paredes de ladrillo que rodean el salón principal de La Vasconia no mienten: el edificio tiene más tiempo de estar ahí que los comensales y los meseros y ahí seguirán hasta muchos años después, cuando nosotros no estemos, o quizá hasta que Cartago vuelva a ser campeón.

Dirección: 50 norte y 50 oeste del Teatro Variedades en San José, en avenida 1. Horario: de lunes a sábado de 10 a. m. a 2 a. m.