En Limón , ellos son respetados

Una labor en campos como la música tradicional, la pintura y el servicio a la comunidad, hace que tres limonenses se ganen el título de personajes queridos del cantón

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Tres singulares limonenses se ganaron con hechos, no palabras, el cariño de los habitantes de su cantón. Son músicos, pintores, panaderos, pero lo que los lleva a destacar es su amor por la provincia, el interés en rescatar sus tradiciones y ser ejemplo para los más jóvenes.

Ellos son el calipsonian Reinaldo Kenton, mejor conocido como Shanty; el pintor Honorio Cabraca y el panadero Enrique Thorp.

Con su potente voz, el sonido de su banyo y su carisma, Shanty se ganó la estima de sus coterráneos desde hace varias décadas. Este músico autodidacto es de los pocos calipsonians activos del cantón central de la provincia caribeña.

Aprendió a tocar la guitarra y el banyo en el ‘colegio de la calle’, hace más de tres décadas. Primero, fue parte de un mariachi, algo que le hace reír muchísimo; quizá porque al recordarlo le cuesta verse dentro de un traje de charro.

El interés por el calipso le llegó un poco después, al ver que sus amigos participaban en un programa radiofónico que se transmitía desde el Black Star Line. Cuando logró dominar el género, el programa ya había salido del aire.

Lo bueno, reconoce, es que la semilla por esa música caribeña cayó en buena tierra y, desde entonces, la difunde donde quiera que va.

“Gracias a la música le he dado los estudios a mi hija y de la música vivo”, aseguró el calipsonian.

La influencia de este personaje en su comunidad es amplia. Al hablar con los pobladores, su nombre se repite constantemente, por eso Shanty y su calipso está presente en muchas actividades sociales de Limón.

¿Cómo ganarse el respeto de la gente? Kenton cree que la única forma es ser decente, humilde y no ser problemático.

En su agrupación, interpreta canciones de algunos autores conocidos, como Harry Belafonte, autor de los populares Matilda o Day-O. Sin embargo, en sus presentaciones también canta sus creaciones, calipsos que hablan de los buques que llegan a Limón, de sus amigos y también canciones inspiradas en las mujeres que ha conocido a lo largo de su vida, agregó con su sonrisa pícara.

Actualmente, siente gran satisfacción de que su calipso en homenaje a Juan Santamaría se interprete en escuelas y colegios.

En la vida de Shanty, él también desea devolverle a su provincia un poco de lo mucho que le ha obsequiado; por eso, es parte de un proyecto del Colegio Universitario de Limón, la Dirección de Cultura y el Sistema Nacional de Educación Musical para enseñar a niños y a jóvenes a tocar esta música.

“Yo les estoy tratando de enseñar a que aprendan sus propias canciones. Uno no tiene que ser egoísta, hay músicos que no quieren enseñar a otros, eso no es bueno. Me interesa y preocupa mucho (enseñar calipso), porque uno no es para toda la vida”, agregó el músico.

Buen ejemplo. Para ser querido y respetado por la comunidad, no es requisito ser artista. Eso se refleja bien en Enrique Thorp, limonense con más de 30 años en el negocio de la panificación.

Desde su negocio, la pastelería Las Delicias del Caribe, Thorp hace su aporte para incentivar a otros a ser mejores personas.

Para él, lo importante antes de querer ayudar a otros, es involucrarse en espacios donde pueda aprender. Por eso, desde hace varias décadas, participa activamente en la iglesia Católica, además forma parte de agrupaciones culturales como el Comité Cívico Étnico Negro y el Men Progressive Club.

Desde estas agrupaciones, tiene oportunidad de conversar con otros acerca de valores, de lo importante de conocer la cultura limonense y de la Biblia. Este trabajo lo lleva a visitar, junto a otros limonenses, iglesias, aulas escolares o asilos de ancianos.

A pesar de llevar muchos años en esta lucha, Thorp considera que es necesario seguir dando la pelea, porque le duele ver cómo se pierde la riqueza cultural de su provincia.

Limón al óleo. Sus obras son una muestra viva de la cultura limonense. En sus pinturas se reflejan los hermosos paisajes, la alegría del pueblo y un poco del día a día en la provincia; ese es el trabajo de Honorio Cabraca.

Cada mañana, el pintor llega con su caballete, los tubos de pintura al óleo y sus pinceles al Pasaje Cristal, en pleno centro de la ciudad. Ahí, junto a otros colegas, pasa las horas pintando, conversando con los transeúntes y vendiendo sus obras.

Con satisfacción, cuenta que nació en la zona de Talamanca y que lleva toda una vida en Limón. Tiene tres décadas dedicado a la pintura y le está muy agradecido, porque le permitió terminar el colegio, mantener a su esposa y a sus cuatro hijos.

Cabraca recordó que en la escuela las maestras le pedían que dibujara a los personajes que estudiaban, como expresidentes o el héroe nacional. En el colegio, ya en sus últimos años, se pagó sus estudios vendiéndoles sus pinturas a los profesores.

La decisión de dedicar su vida a la pintura vino de la mano de otro artista limonense, Ricardo Rodríguez, mejor conocido como Negrín. A pesar que Negrín nunca le enseñó a nadie, Cabraca aseguró que verlo trabajar y descubrir la admiración de las personas por su trabajo fue suficiente para dar el gran paso.

En su obra, sea en pequeño o gran formato, Cabraca refleja el amor que siente por Limón. De esta manera, espera que quien vea sus pinturas, ya sea en una exposición o en una casa, sepan que en Limón no todo es violencia o drogas, sino también hay muchas bellezas por descubrir.

A sus 48 años, el pintor siente la satisfacción de devolverle algo de lo aprendido a las nuevas generaciones y, para ello, participa en talleres para jóvenes artistas.

Tiene una propuesta para desarrollar un espacio que apoye económicamente a los jóvenes limonenses que tienen talento para la pintura. No obstante, aún no el recurso material, así espera impulsar más a los nuevos valores.

Colaboró en esta información Ramiro Crawford, de la revista Limón Roots.