Un nuevo libro analiza la obra ‘El anillo del Nibelungo’, del compositor Richard Wagner

El costarricense Gastón Fournier Facio es el autor del acucioso estudio histórico-musical

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Si Richard Wagner no hubiera existido, o su obra no hubiese arribado a los insospechables puertos que alcanzó, la humanidad se habría visto obligada a inventar, por su cuenta y en retrospectiva, un responsable del cataclismo intelectual y político, acaecido desde el centro del siglo XIX hasta la mitad del siglo XX.

“Un mundo sin Richard Wagner hubiese sido probablemente un mundo mejor”, afirmó alguna vez George Steiner, pero el mundo se hubiese visto privado de la evidencia incontrovertible de una existencia por y para el Arte.

L’inizio e la fine del mondo, nuova guida al Ring di Richard Wagner (El inicio y el fin del mundo) es el título del último libro del costarricense Gastón Fournier Facio. La incansable labor musicológica de nuestro compatriota, que lo ha llevado a incursionar en temas ya abordados hasta la saturación, tiene un innegable mérito: su obra está escrita con compromiso y sencillez, características muy propias del autor.

Al propio tiempo, la labor de Fournier Facio es notoriamente innovadora: en su libro introduce el streaming : un proceso de lectura óptica de los QR Code (código de rápida respuesta). Estos jalonan la obra y permiten al lector –con la ayuda de un smartphone – el acceso simultáneo a la palabra del escritor y al sonido del compositor.

Fournier Facio empieza por definir los límites de la tetralogía wagneriana: la saga no se limita a describir el drama personal de algunos seres humanoides que interactúan con entes difusos, a medio camino entre la divinidad y la más pura condición humana. Al fin de cuentas, no hay un superhombre que no sea un subdiós –ha dicho Umberto Eco–.

Estructura de Der Ring . La historia wagneriana concluirá por narrar la caída de los dioses y el final de los tiempos, al menos bajo la forma en que los hemos apreciado o concebido. El anillo del Nibelungo es un inconmensurable proyecto que nos narra el inicio y el fin de nuestro mundo: en otras palabras, el alfa y la omega.

Desde otra perspectiva más profunda, el Anillo es una gigantesca narración –en ocasiones de apariencia inacabable– de lo que se encuentra en abierto proceso de detrimento. Si pudiésemos utilizar, al efecto, la noción del colapso –de Arnold Toynbee–, diríamos que formamos parte de una civilización que lleva impresa, en su frente, el sello inexorable de su dramático fin.

El ciclo del Anillo es el producto artístico de mayor intensidad y duración de toda la historia del arte occidental, tan sólo comparable –en su proceso de su gestación– con el conjunto michelangélico de la Creación del mundo y del Juicio Final, respectivamente estampados en la bóveda y el ábside de la Cappella Sistina.

Der Ring aglutina cuatro dramas musicales –“óperas” en la terminología tradicional italiana– denominados sucesivamente Das Rheingold (El oro del Rhin); Die Walküre (La Valquiria); Siegfried (Sigfrido) y Götterdämmerung (El ocaso de los dioses).

El proceso creador del Anillo abarca 26 años y se divide en dos fases claramente distinguibles: la primera, la cuidada elaboración del libretto que, en un principio, constaba únicamente de tres óperas y un gran preludio. El proceso estrictamente literario se inicia con Siegfried Tod , o muerte del héroe Sigfrido, obra que luego se convertirá en El ocaso (o “crepúsculo) de los dioses, y que epilogará la gigantesca construcción dramática y musical. El orden de la estructuración del libreto es precisamente el contrario de la composición musical y de la propia ejecución.

Fin y principio. Durante la elaboración de esta indispensable y monumental estructura, el poeta silencia al compositor. Durante cuatro años, el creador se sumerge en las aguas de la mitología, hurgando en los vericuetos de relatos islandeses, y seleccionando los personajes sobre los cuales empezará la composición de la grandiosa obra a partir de 1852.

Antes de hacerlo, el genio paga el precio a la existencia atormentada del creador: Wagner se ve acosado por sus propios fantasmas, que desencadenan una angustia personal con afecciones en la piel. Al propio tiempo, el genio de Leipzig afronta una necesidad extrema de ejercicio, que lo lleva a efectuar caminatas y escaladas alpinas, al borde de lo permisible.

A inicios de noviembre de 1853, luego de captar una inducción melódica que no admite explicación racional, escribe por fin los primeros compases –el preludio– de Das Rheingold.

Como hemos narrado en anteriores publicaciones, el sentido filosófico que se hace patente en dicho preludio es el conflicto existencial entre las poderosas fuerzas del materialismo y de la vida espiritual: en otras palabras, el oro del Rhin y la fuerza del Amor. No hay duda de que un poder superior indujo y condujo toda la composición del Anillo .

“Todo lo que nace –la flor al nacer…– advierte que está destinado a morir”, expresó el poeta costarricense Rogelio Sotela. Sobre los extremos de ese inexorable mandato, Wagner duda entre un final que ya conoce, y un inicio al que debe dotar del soplo divino, para su impulso individual y su desarrollo.

Escribir la Biblia empezando por el Apocalipsis y finalizando por el Génesis, es simplemente un adelanto de las teorías de Stephen Hawking. Llegaremos a recordar el futuro… sin haber conocido jamás el sombrío pasado.

La muerte del héroe… y de los dioses. La muerte de Siegfried, plena de contenido psicológico, equivale a la extinción de los dioses: al evento final o desbalance cósmico que traerá consigo el cataclismo sin retorno.

Para este momento, el oro del Rhin ya ha sido reintegrado a las Rheintöchter (las hijas del Rhin), con toda su carga mítica de renuncia al amor. ¿Por qué, entonces, han de morir los dioses y arrastrar consigo la destrucción del propio cosmos?

En una carta dirigida a su amigo August Röckel, pergeñada el 25 de enero de 1854, el propio Wagner da la respuesta: “El desarrollo de todo el poema expone la necesidad de someterse y ceder al cambio, a la variabilidad, a la multiplicidad, al eterno renacer de la Naturaleza y de la vida […]. El resultado creativo de esta suprema voluntad autodestructiva es un ser humano sin miedo, aquel que no cesa jamás de amar. Es… Sigfrido”.

Si el ciclo del Anillo es realmente un alfa y omega de la existencia del Hombre, su audición –diecisiete horas continuas de música intensa– es un código atemporal de lo que ha transcurrido y lo que habrá de venir: la consolidación y final de un ciclo cósmico, en el que perecen hombres y dioses con imparcial equivalencia.

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Notable estudio. L'inizio de la fine del mondo. Nuova guida al Ring di Richard Wagner (El inicio y el fin del mundo. Nueva guía para el Anillo de Richard Wagner).

Editorial Il Saggiatore S.p.A. Milano, 2013.

Idioma del libro: italiano, con textos originales de El Anillo en alemán y traducción al italiano de Franco Serpa. 567 páginas.

Autor: Gastón Fournier-Facio con la colaboración de Alessandro Gamba.

Ejemplos musicales en el sistema QR. Tres horas de música tomada de la versión dirigida por Marek Janowski, con la Staatskapelle Dresden (1981-1983).