Un montesdeoqueño con larga historia

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A principios de la década de los cuarenta del siglo XX, el mundo respiraba los pesados aires de la Segunda Guerra Mundial.

En Costa Rica, el gobierno del presidente Rafael Ángel Calderón Guardia resaltaba, a través de documentos oficiales, “el esfuerzo representado en los edificios, carreteras, puentes, y demás obras de progreso que, no obstante las circunstancias adversas producidas por el conflicto bélico mundial, se han realizado en las distintas dependencias del Poder Ejecutivo”, según un informe de labores publicado en 1942.

Entre esas “obras de provecho público”, se menciona el edificio para albergar la escuela de San Pedro de Montes de Oca.

El documento señala que ese cantón josefino tenía un progreso admirable y, por lo tanto, “sentía la viva necesidad de un edificio en el que albergara cómodamente su población escolar al mismo tiempo que no desentonara con la suntuosa construcción de las residencias que en buen número forman elegante conjunto en aquel lugar”.

Según declaró el arquitecto e investigador Andrés Fernández, el edificio fue diseñado por José María Barrantes, autor de emblemáticos edificios de la época como el antiguo aeropuerto de La Sabana (hoy Museo de Arte Costarricense) y la antigua Casa Presidencial (hoy Asamblea Legislativa).

“Su diseño arquitectónico corresponde estéticamente al neocolonial hispanoamericano. El nombre de la escuela es en honor al expresidente de Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt, pues durante en ese periodo de la Segunda Guerra Mundial la política estadounidense del buen vecino puso a Roosevelt en el primer plano mundial y de la defensa continental”, explicó el arquitecto.

Fernández agregó que ese edificio –más moderno y suntuoso– sustituyó al viejo inmueble que se había construido en 1908 y que todavía está en pie. Ese edificio se ubica 200 metros al este de la Municipalidad de Montes de Oca y alojó al restaurante La Mazorca.

Para el jefe del área de arquitectura del Centro de Patrimonio, Adrián Vindas, este edificio es un ejemplo de la importancia que le dieron los Gobiernos de las décadas de los treinta y los cuarenta a la infraestructura educativa.

“Eran edificios elegantes, confortables, con buena iluminación y ventilación pero, además, construidos con materiales de primera calidad que eran proveídos por la Dirección General de Obras Públicas”, aseveró.