Tzvetan Todorov, crítico pensador europeo, falleció a los 77 años

Premio Príncipe de Asturias del 2008, era conocido por su trabajo en semiótica de los 60 y 70 y sus ensayos filosóficos de los últimos años

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Redacción

El francobúlgaro Tzvetan Todorov, uno de los pensadores europeos más prominentes y leídos, falleció este martes en Francia, donde residía desde 1963. Autor de libros como Teoría de la literatura de los formalistas rusos (1965) y El nuevo desorden mundial: reflexiones de un europeo (2003), tenía 77 años y sucumbió ante una enfermedad degenerativa, informa El Cultural de España.

Nacido en Sofía, Bulgaria, en 1939, se formó en filología, y luego se trasladó a París, donde, al lado de gigantes como Roland Barthes y Gérard Genette, realizó profusas contribuciones a los estudios en semiótica. Es por esta primera vertiente de su trabajo que se convirtió en autor de referencia para estudiantes de literatura, lingüística y narrativa en muchas universidades del mundo.

Pero en su segunda carrera desarrollada desde los años 70 y 80, como pensador de los grandes problemas contemporáneos, cosechó un amplio público lector que acudía a él como una de las grandes referencias de la intelectualidad europea. Su obra más reciente se ocupó de los problemas morales de prominentes figuras de la historia reciente (como Nelson Mandela, Boris Pasternak y Edward Snowden), de la cuestión europea en la época de crisis de la unión y, sobre todo, del latente peligro de los totalitarismos y autoritarismos en el mundo.

Recibió el Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales en el 2008.

Ojo crítico. En Francia, Todorov empezó su carrera del lado de los estructuralistas franceses, en profunda renovación del campo de los estudios literarios y la semiótica. Algunos de sus libros de aquellos años son Literatura y significación (1967), Poética (1968), Gramática del Decamerón (1969), Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje (1972) y Simbolismo e interpretación (1978), ampliamente difundidos por editoriales académicas. Entre sus principales aportes, aún debatidos, está su análisis de lo "fantástico" y sus formas en la literatura.

Pero a principios de los años 80, Todorov volcó su mirada a los problemas sociales, armado con el conocimiento de filosofía del lenguaje, pero concentrado en el día a día de las sociedades europeas. "Yo diría que hoy soy un historiador, un crítico y, si es posible, un escritor", dijo a El Cultural en el 2016; fue un "descenso a la calle" que le ganó lectores generales.

En ese sentido, su análisis de la Ilustración se sumó al debate sobre los valores de la época que conformaron nuestras sociedades actuales, así como las tensiones inherentes a este proyecto ideológico basado en la razón y la ciencia.

Entendiendo que en su origen hay "muchas Ilustraciones", afirmó a New Statesman: "Creo que los valores de la Ilustración están basados en algunas aspiraciones humanas básicas. Pero hay tantas otras ideologías... La gente tiene miedo de la libertad, como lo puso el título de un libro de Erich Fromm de hace 60 años. También necesitan protección y odian la autonomía, porque la autonomía significa tomar responsabilidad por tu propio destino, y ese es un fardo pesado de cargar".

En su libro Insumisos (2016), Todorov examinó ocho vidas de personajes que, ante dudas morales y políticas, optaba por ese fardo de la responsabilidad, optaban por decidir en su autonomía y por su autonomía. "Los actos políticos se hacen para una comunidad particular. Los actos morales se asocian a una moral universal. Los gestos políticos se juzgan según el resultado. Los morales, según su intención. Un acto generoso, aunque no dé un resultado inmediato, sigue siendo un acto de virtud. En cambio, un político tiene un proyecto concreto, y le felicitaremos si consigue realizarlo. Por eso hay oposición al principio. Pero, más adelante, también descubrimos lugares en los que política y moral se cruzan. Mi idea era señalar que, en ciertas circunstancias, las cualidades morales podían convertirse en un arma política", explicaba en una entrevista en España.

De este modo, Todorov supo advertir, antes de tiempo, las tensiones que hoy acaparan titulares. "Desde finales de la Guerra Fría, la democracia en Europa está sometida a numerosos peligros. Y la mayoría de ellos no procede del exterior, sino de las reglas y mecanismos de la propia democracia, que se han llevado al extremo de la perversión extenuando el sentido original del sistema moderno", explicó.

La falta de pluralismo democrático, la creciente migración y la expulsión de los migrantes, y la xenofobia, advertía, podían poner en peligro el proyecto de nuestras sociedades actuales. La libertad, el gran problema filosófico, fue su tema, pero también la guía de su pensamiento.