Tragedias en silencio: locura y género en Costa Rica

Autora del libro: Mercedes Flores González

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Deseamos comentar el notable libro Locura y género en Costa Rica (1910-1950), de Mercedes Flores González. Lo ha publicado la Editorial de la Universidad de Costa Rica en su Colección Identidad Cultural.

Por Locura y género, la autora obtuvo el Premio Nacional de Historia Aquileo J. Echeverría del 2013, compartido con el libro de Manuel Solís Avendaño Memoria descartada y sufrimiento invisibilizado (Editorial de la UCR).

Asimismo, Locura y género le ha significado a Mercedes Flores recibir el Premio Cleto González Víquez de la Academia de Geografía e Historia de Costa Rica.

Locura y género explora cómo se formó la idea de la enfermedad mental en la Costa Rica de las primeras décadas del siglo XX; muestra los estrechos vínculos que hubo entre la naciente profesión psiquiátrica y un proyecto de nación que propone rígidos espacios para el desarrollo de las subjetividades.

La psiquiatría cumple un papel central en la normalización de individuos considerados peligrosos para la salud del cuerpo social. En esa cárcel de la salud mental, sus cuerpos son sistemáticamente sometidos a tratamientos alienantes.

El desarrollo de la ciencia se utiliza para infligir angustia, sufrimiento y dolor con la pretensión de destruir esa subjetividad patologizada aun a costa de la erradicación de su propia voluntad.

Mercedes Flores busca las huellas que permiten delinear el proceso histórico por el que se arribó al concepto de enfermedad psiquiátrica, así como a la invención de los métodos para curarla o, en su defecto, para mantenerla bajo control.

En el comienzo, la autora se pregunta: “¿Cuál ha sido el proceso desde donde la desesperación y el sufrimiento humanos fueron interpretados como enfermedad o patología mental?, ¿en qué lugar de la modernidad se instaló el silencio sobre el grito de la angustia para escuchar el discurso de la ciencia?” (p. XIII).

Flores muestra que la pretendida objetividad científica está profundamente permeada por las diversas perspectivas desde las cuales la modernidad observa al sujeto.

En estas páginas se aprecia el diálogo de la psiquiatría con las prevalecientes clasificaciones asimétricas que estereotipan el mundo social a partir de categorías de raza, sexo y clase.

En el estudio de Flores se aprecia que la ciencia no se contrapone al dogma religioso: lo integra en la interpretación de qué es salud y qué es enfermedad. La mirada se posa sobre los cuerpos para imaginar un sujeto ajeno a sí mismo. Su obra reconstruye el camino recorrido por la ciencia que silencia el sufrimiento al convertirlo en patología.

Homi K. Bhabha reflexionó sobre la novela Beloved, de Tony Morrison, y sobre el silencio de una mujer esclava acusada de infanticidio. Atrapada en un sistema judicial donde su experiencia es irrelevante, la mujer se sobrepone a la destrucción de su memoria por la avasallante historia narrada desde el poder, escuchando esas voces íntimas que surgen de sí y permiten tejer el periplo de vivencias innombrables.

Flores rescata esos sujetos-objetos de la psiquiatría que tercamente se niegan a asumir el silencio impuesto, al emprender, a partir de la escritura, esa búsqueda de espacios íntimos poblados de recuerdos donde se sitúa y reproduce el sufrimiento.

La visión idealizada de la Costa Rica pacífica, democrática y armoniosa se derrumba frente a las prácticas de la violencia física y simbólica que han tenido y continúan teniendo un papel clave en la reproducción de las inequidades sociales: en particular, en la opinión de la autora, de las que devienen de la sociedad patriarcal.

Este libro invita a reflexionar sobre los efectos devastadores que tienen la intolerancia y la rigidez moral de las instituciones fundamentales de nuestra sociedad: las iglesias, el Estado, la familia, la educación.

Locura y género comparte con el último libro de Manuel Solís Avendaño: Memoria descartada y sufrimiento invisibilizado, lo que ha sido una extraña virtud en la producción académica. Ambas obras transmiten las experiencias de esas vidas tristes a las que nuestra sociedad les quedó debiendo.