Toro, el luchador consentido del público

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No se sabe si es por su cuerpo musculoso o por la forma de vencer a sus rivales. Lo cierto es que cuando Toro sale al cuadrilátero lleva las de ganar.

Más allá de su indiscutible fuerza, este vecino de Paso Ancho cuenta con un carisma capaz de apoderarse de la fascinación de los niños, los suspiros de las muchachas y la admiración de los abuelos.

Tal es el amor que le tienen sus seguidores, que estos se tapan la cara con tal de no ver los golpes que sus adversarios le propinan y cuando las cosas se ponen rudas, sobra quien grite desde el público para defenderlo.

Las muestras de cariño entre fanáticos y deportista son recíprocas: cuando él sale a escena se detiene para tomarse fotos con quien se lo pida y si tiene que subir hasta lo más alto de una gradería para saludar a un niño, hace una pausa y va hacia él.

El público responde por igual a sus gestos. Los pequeños le llevan dibujos, las fanáticas han llegado a hacerle retratos en pintura y ya se cuentan por decenas los peluches que le obsequian cada vez que pelea.

Afortunadamente, además de sufrimientos, Toro le ha dado muchas satisfacciones a sus fans, sobre todo cuando en agosto pasado ganó el título en el Campeonato Nacional de Peso Welter.

Dos en uno. Contrario a lo que imaginan sus seguidores, Rolando Badilla, nombre de pila de este deportista, es muy diferente a Toro, quien es coqueto y pícaro mientras él, en cambio, es muy tímido y serio.

Lo único que comparten es la necesidad de participar en obras de beneficencia y como buenos héroes, ayudar a quienes menos tienen; por eso siempre se les ve en actividades para recaudar fondos o ayudar a alguna institución.

Badilla lucha no solo sobre el ring , él lleva sus peleas más allá. Actualmente divide su trabajo de oficial de seguridad con sus estudios en Investigación Criminal con el objetivo de poder trabajar en alguna institución de Gobierno y así ofrecerle a su familia un futuro mejor.

Aunque la lucha libre es sumamente importante para él, no lo es todo en su vida.

El año pasado representantes de la lucha libre mexicana le ofrecieron un contrato por un año para ir a pelear allá, pero aunque la oferta fue tentadora, no la aceptó con tal de acompañar a su esposa, quien estaba por dar a luz a su primer hijo.

“Ella no podía viajar conmigo, y yo no podía perderme el parto ni los primeros meses de vida de mi bebé; son momentos demasiado importantes, yo tenía que estar acá”, dijo.