Tempo: sinergia entre cine y música

El esfuerzo de unos jóvenes estudiantes les llevó a plasmar un sentido homenaje a la Orquesta Sinfónica Nacional

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

La vida cultural de un país se puede medir a través de la salud de sus instituciones culturales. Cuanta más relevancia tengan estas instituciones en la cotidianidad, mayor aprendizaje y sensibilidad artística se obtienen.

Tanto como la ciencia y la filosofía educan, el arte también lo hace. Permite crecer emocionalmente y generar empatía con aquello que rodea al ser humano: es un puente hacia la sinergia entre los organismos.

En el marco de los 75 años de creación de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), el año pasado, un grupo de estudiantes realizó la titánica tarea de documentar pasado y presente de esta emblemática institución. El resultado fue el valioso filme estrenado el año pasado en el Costa Rica Festival Internacional de Cine titulado Tempo: La Orquesta Sinfónica Nacional de Costa Rica .

Esfuerzo de equipo

A diferencia de la pintura o la escritura, el cine se caracteriza por ser un esfuerzo de equipo. El resultado final no es producto de una única mente o de un solo individuo, sino que, gracias a la sinergia de varias personas y a la distribución de funciones, se obtiene una película.

En el caso de Tempo se gestó como parte de un Trabajo Comunal Universitario (TCU) de siete jóvenes de la Universidad Veritas;, ellos son Nicole Villalobos (directora), Santiago Durán (productor), Raúl Sánchez (director de fotografía y coeditor), Zenén Vargas (diseño y edición de sonido), Mauricio Esquivel (coeditor), Natasha Zúñiga (investigación) y Stephan de Swart (asistente de investigación).

Además del rol principal de cada uno, tuvieron que realizar diferentes labores para poder alcanzar el objetivo. Y sobra decir que realizaron muchas más horas que las requeridas en un TCU.

La unión de los realizadores alcanza su símil en la historia de la OSN, institución pionera en el panorama cultural del país, que ha aprendido a salir adelante al ser entendida como la suma de todos sus miembros, en la que cada parte trabaja para alcanzar una meta común.

Una larga historia

Recabar información de 75 años no es tarea sencilla, menos darle una coherencia y estructura para desarrollar una película. Por eso, resulta esencial que el documental tome a la OSN como su personaje protagonista y es virtud de los realizadores el mantenerse enfocado en ello.

Desde esa claridad de guion, la película se desarrolla destacando momentos importantes en la historia de la orquesta, desde las condiciones de su nacimiento y las diferentes etapas que ha ido atravesando.

Estéticamente, la cámara lleva un ritmo pausado, con énfasis en el enfoque de sus personajes y abriendo el encuadre para mostrar a la totalidad de los músicos, intercalando imágenes de los ensayos con las presentaciones.

Entre las dificultades más grandes estuvo el dar uniformidad a los diferentes materiales: recortes de periódico, fotografías, videos caseros, etc.; no solo para ordenar la información, sino también por el reto de tener calidades de imagen que varían mucho entre sí.

La ardua labor de montaje da como resultado un trabajo con transiciones fluidas, en el que las entrevistas a figuras clave en la historia de la OSN fungen como puntos de unión entre las demás fuentes de información.

Otro bastión del filme es su esmerada edición y mezcla de sonido. Al ser un documental sobre la OSN, resulta imperioso que la música sea protagonista, por lo que cada secuencia se sirve de melodías clásicas y populares que ayudan a apreciar el trabajo de los músicos.

Si las entrevistas permiten conocerlos físicamente, la edición de sonido le da al espectador la oportunidad de apreciar el gran nivel y calidad de las producciones de la orquesta. Una acogedora amalgama entre música e imagen que sirve como discurso.

Es de agradecer que el documental no caiga en un debate político; si bien se entrevista a diferentes personas que tuvieron una accionar directo en la creación y gestión de la OSN, la directora mantiene la atención en los aspectos culturales y el impacto de la Sinfónica dentro y fuera del país. Aun así, las locaciones de las entrevistas resultan llamativas y algún espectador sagaz podrá sacar información de ello.

El amor de mi vida

Además de conocer sobre las etapas de la OSN durante sus 75 años, el espectador podrá apreciar el valor humano que ha hecho de esta institución un emblema nacional. Uno de sus integrantes lo resume perfectamente: “Es el amor de mi vida”. Y es que los músicos se refieren a sí mismos como una gran familia, con roces y momentos tensos, pero que, al final, están ahí para apoyarse.

El documental también permite apreciar ciertas características del costarricense: Carl St. Clair, el director titular actual de la OSN, menciona que es muy raro que tres directores conduzcan un mismo concierto. Se refiere a los exdirectores Gerald Brown e Irvin Hoffman, quienes aceptaron reunirse para conducir un concierto en el que se aprecian ciertos pasajes con los que se vibrará con el vigor del maestro Brown, la firmeza de sentimiento del maestro Hoffman y el dinamismo del maestro St. Clair.

El filme tiene el mérito de convertirse en un documento audiovisual y un archivo histórico sobre la OSN. Además, es una lección de un grupo de estudiantes sobre cómo debe ser entendido el cine: trabajo en equipo.

Tempo se presentará en la sala Gómez Miralles del Centro de Cine, en el Barrio Amón de San José, el 17 de abril, a las 4 pm. Entrada gratuita.