Selva y poesía se unen en nueva edición de 'Palma Real', de Jorge Boccanera

Reedición de poemas de 'Palma real', publicado en el 2008, acompaña los textos del argentino con fotografías realizadas por Luciano Capelli

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San José (Redacción)

Jorge Boccanera ha sido, por muchos años, amigo de Costa Rica: de sus versos, sus poetas y sus paisajes. Residió aquí entre 1989 y 1997, y en esos años nació Palma Real (Ojalá Producciones), un poemario que se reedita ahora acompañado de fotografías de Luciano Capelli.

"Palma Real es una especie de diario de viaje, sus anotaciones acercan la sensualidad del paisaje, el silbido de la memoria, los árboles talados de mi generación, los insectos que devoran con sus mandíbulas las hojas crepitantes, el follaje con las vísceras y muchos interrogantes al aire", explicó Boccanera por correo electrónico.

"Surgió de mis recorridos por Tortuguero, Corcovado, Barra del Colorado, Dos Ríos de Upala, o en la Tigra, arriba, en Monteverde, donde alguien escribió para el viajero estos dos mensajes que me impactaron: 'Escucha, huele, mira'; 'Deja solo tus huellas'", dice el poeta. El libro ganó el VIII Premio Casa de las Américas de Poesía Americana.

Palma Real, de Jorge Boccanera y Luciano Capelli, será presentado por Ana Istarú, Luis Chaves y Rodolfo Dada este domingo 4, a las 11 a. m., en la Casa del Cuño (Antigua Aduana).

–Estos poemas fueron escritos entre 1989 y 1997 y han tenido varias ediciones. ¿Hubo alguna revisión, cambios o textos agregados para la presente edición?

–El libro no tiene correcciones ni textos agregados. Yo residí en Costa Rica en los años que mencionás, pero lo empecé a escribir hacia el 1995. Quizá el inicio de Palma Real esté en los vagabundeos por zonas de selva, pero también el origen podría situarlo en un gesto de mi amigo Norberto Salinas, poeta 'tico' que me regaló en la montaña un tronco de laurel negro. Cansado de verlo en el fondo de mi casa, bajo la lluvia, un día lo corté en tablas y armé una biblioteca. Fue así como entró a las habitaciones con su olor, su rugosidad, sus vetas, su experiencia de lluvias.

"De regreso a mi país terminé de darle forma y el libro tuvo dos ediciones en Argentina y salió además en Italia, México, España, Chile, pero nunca había sido publicado en Costa Rica, el lugar donde germinó. Por eso mi alegría de que salga ajora y en el sello Ojalá, en una edición con fotografías y muy cuidada desde el aspecto de las fotos y del diseño".

–¿Cómo concibe la relación del humano con la naturaleza? ¿Cuál es su visión personal de ella?

La visión de la naturaleza, en el libro, está dada por el diálogo de los animales y el boque húmedo. El ser humano está referenciado en los temas o asoma en algunos poemas, con personajes que quise "invitar" al paisaje –como Rimbaud, Frida Kahlo, Ana Frank, y otros–. Pero lejos de la postal, en este follaje de selva, de laberintos verdes, conviven anhelos y naufragios, el amor y la muerte, el miedo y la amistad.

"Sobre la segunda parte de la pregunta; observando cómo está el planeta, creo que la relación no ha sido buena. El poeta uruguayo Saúl Ibargoyen advirtió en un escrito que el lobo no es hombre del lobo, en cambio nosotros hemos sido depredando la tierra, contaminando el aire, envenenando la tierra, con la excavadora del denominado "progreso", que es una palabra del colonizador. Hay que volver a leer libros como Tugsteno, de César Vallejo, Huasipungo de Jorge Icaza, Mamita Yunai de Carlos Luis Fallas, entre muchos, el cuento Los Mensú, de Horacio Quiroga, que hace casi un siglo alertaban sobre la situación de despojo y devastación".

–¿Qué encontró en la selva que movió tanto su poesía? ¿Cómo ha cambiado su memoria de ella después de tantos años?

–Encontré un espacio desde donde puedo expresar mis obsesiones: la esperanza, el nomadismo, la pasión, una metafísica personal que se debate entre el vacío y la plenitud, el deseo y la muerte, la lucha entre el movimiento y lo rígido. El protagonista de Palma Real es ese bosque húmedo que en lugar de crecer, desplegarse, lo que hace es imaginar. Nosotros, cuando la recorremos, lo que vemos es su sueño, su imaginación trabajando. No es una selva que guardo en la memoria, ya que a cada rato la estoy atravesando, y no oólo cuando regreso a Costa Rica, sino que me sale al paso en Chiapas, México, en Guatemala, al norte de Argentina.

–De este poemario, me llaman la atención las voces dadas a las plantas, a los insectos; es un elemento recurrente en la poesía, pero suena especialmente urgente en estos años de destrucción ecológica. ¿Por qué le interesa explorar ese "lenguaje de las cosas"?

–Sobre el tema expoliación y medioambiente, ya di mi parecer en una pregunta anterior. Respecto a explorar el lenguaje de las cosas, diría que hoy vivimos a una velocidad tal, que borra los matices y devora la comunicación, pese a las novedades de la informática. El escritor e investigador Daniel Calmels, sostiene en su libro Fugas que en los últimos tiempos se han empobrecido "de modo alarmante las manifestaciones corporales- en base a una vida marcada por el aceleramiento, la mecanización, la indiferencia. Creo que la poesía es uno de las herramientas para recuperar matices, pausas de reflexión, creatividad, inventiva.

–¿Cómo dialogan los poemas con las imágenes de Luciano Capelli?

El de Capelli es un trabajo de gran calidad y esmero, tomando cantidad de fotografías, husmeando en cada rincón de la floresta para darle imágenes a los poemas. En ese sentido podría decir que este Palma Real es, gracias a su labor minuciosa, una versión en la que los sentidos han sido ampliados y enriquecidos por su mirada. Capellí se ha detenido en la textura de las hojas, los árboles monumentales, los aguaceros, la fauna, las piedras, como si su lente desnudara aquello que retrata.

–Tras haber estado cercano a la poesía costarricense por un tiempo, ¿cómo valora el panorama literario de hoy? ¿Cuáles tendencias o autores le interesan?

–Mi cercanía con las letras ticas data de 1976, cuando conocí a Joaquín Gutiérrez, Fabián Dobles, Rodolfo Dada y Diana Ávila entre otros escritores. Más tarde a Isaac Felipe Azofeifa, Virginia Gruter, Ana Istarú, Osvaldo Sauma, Jorge Arturo Venegas, Alfredo Aguilar. Sobre la poesía costarricense de 1970 a 2004 escribí el libro Voces tatuadas; prolongando esa mirada podría decir que observo una variedad de propuestas estéticas, que dan espesor a la poesía de las últimas décadas, donde destacan, entre otros, Mauricio Molina, Luis Chaves, Silvia Castro Méndez y Camilo Retana.