San José estalló de risa en medio de refranes, coplas y esculturas

19 obras de arte inspiradas en dichos populares desfilaron por la avenida 4

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San José experimentó la tarde de ayer un jolgorio fuera de serie.

El corre corre estresado de los transeúntes, el escándalo insoportable de los carros y el terror a ser víctima de un robo, quedaron solapados bajo un aguacero de carcajadas y una marea de gente.

El Jardín de los refranes y la Fiesta de los copleros que se celebraron ayer sobre la avenida 4 hicieron olvidar a los ticos el costo de la vida, el plan fiscal y la corrupción de los políticos, al menos por un par de horas.

Ambas actividades –enmarcadas dentro del Festival Internacional de las Artes 2012– lograron cautivar el interés de los acongojados transeúntes que normalmente circulan por San José.

Y es que cualquier modelo o actriz se hubiera deseado la atención de fotógrafos y camarógrafos que lograron captar desde el mediodía y hasta las 5 p. m. las 19 esculturas gigantes del Jardín de los refranes. En cada una de estas obras de arte cobraron figura, color y hasta movimiento 19 refranes populares en boca de los ticos como: “Agua que no has de beber, déjala correr”, “Cada loco con su tema”, “El que va para Limón pierde su sillón”, “De médico, poeta y loco, todos tenemos un poco”, “Calladita más bonita” y “Pez grande se come al pez pequeño”. El público era tan variopinto como entusiasta: madres con sus niños, parejas de enamorados, grupos de colegiales, adultos mayores, hombres de saco y corbata, turistas y uno que otro borrachín más alegre de la cuenta.

“Un señor que estaba bien tomado me dijo que por qué no le ponía una tanga a esa vieja, refiriéndose a mi escultura”, comentó la artista Sandra Frech, entre risas.

Minutos después un hombre analizaba cuidadosamente la escultura Al mal tiempo, buena cara de Roxana Brizuela y, sin dudarlo, opinó: “Si es buena cara debería esa muñeca debería tener la de Johanna Solano o la de Maribel Guardia”. A pocos metros una niña fijaba su mirada curiosa en el caballo de alambre galvanizado confeccionado por la artista Cynthia Sáenz: “Mami, ¿y yo me puedo montar en ese caballo que parece como un esqueleto?, ¿Me aguantará?”.

Los refranes fueron, en definitiva, el gancho que invitó a las personas de descubrir qué eran exactamente aquellas estructuras elaboradas con botellas de plástico, latas de cerveza, conchas, textiles, pintura acrílica, resinas, madera, alambres, varillas de metal, yute, espuma, objetos de desecho y un sinfín de materiales.

A eso de las 5:15 p. m. los copleros Wálter Quesada, “Rafaela” de Puriscal y Ligia Monge, les recordaron a los ticos que el humor es una potente arma contra el estrés y las preocupaciones.

Una a una, las coplas y retahílas hicieron a muchos ejercitar los músculos de la cara y el abdomen, especialmente aquellas declamaciones más picantes... a pocos pasos de la catedral metropolitana y la casa arzobispal.

Quesada y compañía encabezaron la caravana que conduciría las esculturas rodantes en desfile hasta el final de la avenida 4.

La tarde ayer el arte y las expresiones populares les recordaron a los ticos el “pura vida” que llevamos dentro.

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