Resumen 2017: un año de teatro en construcción

Este 2017, los teatros apostaron por consolidar programación para públicos diversos, desde un sector ávido por capacitación

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En sus mejores momentos, el teatro tico se convierte en un vitral de propuestas: salas comerciales con comedias populares, salas con teatro emergente y experimental, programas con proyección educativa, espacios con un diseño de programación que balancea los clásicos adorados y los estrenos.

El 2017 es un buen lugar para evaluar esa diversidad del teatro tico. Este año se conjugaron muchas razones para asistir a los escenarios del Gran Área Metropolitana.

Los momentos más vistosos para el teatro son los festivales o espacios escénicos organizados por el Ministerio de Cultura y Juventud, así como por sus instituciones adscritas.

Este año volvió renovado el Festival Internacional de las Artes (FIA 2017) y se le dio continuidad a los esfuerzos críticos y formativos del X Encuentro Nacional de Teatro.

En octubre, el 120.° aniversario del Teatro Nacional fueuna oportunidad para disfrutar del trabajo de uno de los más grandes directores contemporáneos (el inglés Peter Brook).

Este año, también se consiguieron fuertes alianzas entre instituciones, grupos independientes y artistas.

Sin embargo, estos no son éxitos al corto plazo: por el contrario, son restos para un sector que aspira a superar sus limitaciones.

Variedad y calidad

Existe una clara concentración de espectáculos dentro del Gran Área Metropolitana.

La proyección fuera de San José sigue siendo difícil, aunque teatros como La Fortina –en Paseo de las Flores, Heredia–, El Juglar –en Alajuela– y el Espressivo –en Pinares de Curridabat – buscan satisfacer las necesidades de sus áreas.

Estos tres teatros ofrecen programación mixta, con teatro y otras artes escénicas –como los cuenta cuentos, el stand-up comedy y, también, conciertos musicales–.

“La pregunta que yo me hago es, ¿esa mayor cantidad de oferta trae aparejada un incremento en la calidad? No necesariamente”, afirmó el crítico de teatro de Viva, Tobías Ovares.

Los riesgos, sin embargo, se ha tomado en los espacios más pequeños y en los grupos de artistas más independientes.

Ovares menciona los esfuerzos de La Casona Iluminada –teatro ubicado en barrio Amón– y artistas vinculados a su proyecto de estímulo a la creación emergente.

En esta categoría destaca a creadores como Natalia Mariño, quien este año dirigió el unipersonal Monsieur utilizando dramaturgia escénica (es decir, el “guion” se escribe en escena y en equipo).

El crítico destaca los esfuerzos de los montajes “portátiles”, espectáculos que pueden adaptarse a espacios como salas pequeñas, casas o, incluso, al aire libre. Ovares menciona a A calzón quita’o del grupo Raíz Teatro (que se estrenó en La Casona Iluminada, en agosto).

Por otro lado, también describe como un “sector aullante” al teatro comercial, los negocios que ofrecen obras populares –las dos salas de El Triciclo en San José y Escazú; y el Teatro de La Luna y El Ángel en Tibás–.

“Están dando un servicio importante a un sector amplio de la población de este país que ve teatro, nos guste o no nos guste a los que preferimos un teatro más elaborado”, describió Ovares sobre esas salas.

Cautivar a un público fiel, como lo hacen estas salas, sigue siendo un reto para espacios escénicos que tienen otras exigencias de calidad.

En alianza

Desde el año pasado, el Teatro Nacional reactivó su producción teatral con el programa Érase una vez..., coproducido por el Ministerio de Educación Pública (MEP)

Este año, ofrecieron ocho montajes (únicamente dos estrenos, los otros seis proyectos son originales del 2016).

El diseño del programa teatral mezcla funciones diurnas para estudiantes del MEP y funciones nocturnas para público regular (en total, sin contar esta última semana, recibieron a 60.628 espectadores).

El modelo de coproducción era, anteriormente, una alternativa más atractiva para las agrupaciones independientes con presupuestos limitados para sus montajes.

Ahora, también es atractivo para el Teatro Nacional y para la Compañía Nacional de Teatro, ambas instituciones que trabajan con presupuesto estatal y, en menor parte, con ganancia de taquilla.

El Teatro Nacional busca talento y la Compañía busca complementar su presupuesto.

“La propuesta del 2018 son producciones centralizada coproducidas”, aseguró la directora de la Compañía de Teatro, Tatiana Chaves.

Según describió Chaves, las medidas contra el déficit fiscal que tomó la actual administración los ha obligado a hacer “malabares presupuestarios” con la programación del Teatro 1887 y el Teatro de la Aduana.

Este año, el Teatro 1887 presentó seis “producciones concertadas” –coproducciones con grupos independientes–. El plan para el 2018 es hacer menos, Chaves no sabe cuántas.

“Hay que sacar la convocatoria lo más temprano posible para tener margen de negociación con los grupos y programar la secuencia de espectáculos en función de estética, públicos, abordaje de procesos en puesta de escena”, explicó Chaves.

Los artistas también necesitan fondos concursables para otras cosas: giras, formación e investigación escénica.

“Estamos siempre de montaje a montaje, pero el sector independiente podría aportar con proyectos de formación de sus compañías”, explica el codirector del grupo Teatro Abya Yala, David Korish.

Este año, Abya Yala llevó a escena en el Teatro Nacional una ópera basada en la novela La ruta de su evasión de Yolanda Oreamuno. El proyecto fue una coproducción junto al Centro Nacional de la Música.

Para Korish, con proyectos de esta escala son necesarios espacios que no tengan una “infraestructura reducida” como los que ofrecen los teatros para artistas emergentes.

“Es muy difícil siempre tener que depender del Estado para que ellos te cobijen con el espacio”, lamenta el artista.

Espacios y formación

Las dos carencias más grandes , mencionan entrevistados, continúan siendo espacios de formación especializada y, también, espacios en los cuales presentar sus proyectos.

“El gremio está en un proceso de especialización que hasta ahorita se puede dar porque somos un montón y porque el teatro independiente ha tomado muchos de los espacios que antes eran del Estado”, afirmó la artista Mariela Richmond, quien trabaja junto al Laboratorio de Memoria de las Artes Escénicas (en Casa La Alhambra, en San José).

Dentro de esos espacios, se encuentran el área de formación del Encuentro Nacional de Teatro. Desde el 2015 el Encuentro trabaja talleres y “devoluciones críticas” –diálogo crítico con los creadores–. Este año compartieron con los académicos Luis de Tavira (México) y Juan Mayorga (España).

“Olvidamos que es la continuidad de la política lo que da el éxito de las actividades”, aseguró José Pablo Umaña, encargado de coordinar ese segmento del Encuentro. “ (Con Tavira y Mayorga) fue una pequeña explosión de energía porque motivó y movilizó al sector teatral”.

El Encuentro y, también, iniciativas como Impulso –celebrado en noviembre– y otros talleres libres, han atendido las necesidades de dramaturgia.

“El fenómeno es complejo”, describió el crítico de teatro Tobías Ovares. “Vemos que sigue siendo necesaria la inversión en formar nuevos dramaturgos, pero también es importante la capacitación de directores, actores y escenográfos para que se conviertan en dramaturgos desde sus especialidades”.

Tendencias

Colaboraciones internacionales, espacios consolidados, proyectos sostenibles y géneros en ebullición.

Febrero: Semblanza... secuela... espectro...

El Teatro de la Aduana abrió el año con una pequeña coproducción junto a Fábrica de Historias. Los textos de Samuel Beckett fueron dirigidos por el estadounidense Phillip Zarrilli, quien también capacitó a artistas. Las visitas internacionales tuvieron doble propósito, en su mayoría.

Mayo: Pinocho

El Teatro 1887 llevó a escena a seis producciones concertadas con la Compañía Nacional de Teatro, Pinocho fue la más popular de ellas. El teatro infantil y familiar recibió una oleada de nuevos montajes como Violín de lata (Teatro 1887) y Entre Quijotes (Teatro Espressivo).

Junio: Labio de liebre

Con un diseño de oferta escénica, el Festival Internacional de las Artes (FIA 2017) trajo a 36 grupos escénicos internacionales con distintas características en sus montajes. El FIA activó una red de escenarios en el centro de San José y ofreció teatro a bajo costo o, también, gratuito.

Agosto: Una niña llamada Ana

El Teatro Nacional celebró un segundo año de Érase una vez... Presentaron ocho montajes –dos de ellos estrenos–. El modelo ofrece funciones estudiantiles gratuitas y taquilla regular. Antes de remontar Alicia en el país de las maravillas, su mejor asistencia fue el estreno de Una niña llamada Ana (12.885 personas).

Octubre: Drácula

En su sede en Curridabat, El Teatro Espressivo presentó este año ocho montajes para público adulto (es decir, funciones nocturnas de viernes a domingo). Su mejor estreno fue Drácula con de 4.246 personas. Su obra de repertorio Un cuento de Navidad continúa siendo su obra más taquillera.