Randall Roque, un poeta que mapea su propia Isla Pop

El escritor explora ausencia, poesía y consumismo en un libro extenso de nuevos poemas, acompañado por ilustraciones del artista Carlos Tapia

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Si Isla Pop parece un libro extraño, es por la multiplicidad de sus intenciones. Tal abundancia de temas, formas y colores, sin embargo, no distraen de una poesía tan personal como transparente, un ejercicio nuevo de Randall Roque en su estilo límpido.

Poemas y dibujos, de la mano de Carlos Tapia, trazan los contornos de un poemario que es, a la vez, reclamo y agradecimiento, cariñoso y aguerrido.

“Siempre digo que al libro le falta construirse y por eso sigo escribiendo, haciendo el siguiente libro”, dijo una noche reciente en El Sótano, donde presentó el libro, entre jazz y arte, en noviembre. “Escribo bastante, pero no todo es bueno. Hay que botar muchas cosas, hay que desechar”.

Publicado a fines del 2015 por Rea Ediciones, es el último atrevimiento de un poeta que cree y defiende el poder de su labor. “Él se expresó como artista, yo me expresé, y encontramos coincidencias. Eso es lo que sucede con los lectores”, explica de su colaboración con Tapia.

“Vos no buscás complacer, sino que coincidís. Algún lector coincide con lo que escribís y puede que deje de hacerlo en algún momento: así es la vida, ese cambio”, afirma Roque.

Pero Isla Pop es generoso. Dividido en distintos “tractos”, amalgama erotismo, humor, soledad, dudas sobre la poesía misma. Hay vacíos, ausencias y opacidades (en Atardecer en los parques “es difícil contener la lluvia / ver la oscura carne expuesta / y no pensar en tu cama / ni en tus huesos”).

“Todos somos seres incompletos. Buscamos la completud a través de otra persona o muchas veces en objetos y cosas. Por eso surge el consumismo. La gente consume porque se siente vacía, incompleta. Algunos lo llenan con amor, otros con objetos, otros con dinero, o con arte”, opina.

Precisamente, Isla Pop es esa tierra imaginaria atacada por el consumismo voraz –y aplacable con arte: el título proviene de una obra previa de Tapia–. “Me considero un ser roto,un ser quebrado, un ser incompleto, pero eso no implica tristeza; uno llega a transformarlo en arte”, explica.

Afrontarlo así no es sencillo; menos, hoy. ¿Qué aqueja a la poesía actual? “Hemos despersonalizado el arte. Nos da tanto miedo sentir que nos volvemos meramente concepto”.

“ La gente le tiene miedo a sentir, a percibir, a expresarse; entonces, es cuando perdemos ese equilibrio entre la emoción y el conocimiento. La poesía, al final de cuentas, es ese equilibro”, dice.

‘La poesía, al final de cuentas, es ese equilibro. Si te vas mucho al conocimiento, se vuelve una poesía intelectual, que formal y estéticamente es perfecta, pero no te impacta, no te toca las emociones. Si te vas totalmente a la parte emotiva, es una poesía cursi, sensiblera, que cualquiera puede hacer. Si lográs un equilibrio podés lograr un aporte. Si todo el mundo tuviera la habilidad de escribir o de pintar, no tendría sentido. Hay gente que tiene el don de interpretar, de sentir, de ser humano. Pero han salido muchos imitadores...’, argumenta Roque.

Entre ellos, lamenta la imitación de poetas de su generación, como, dice Roque, Luis Chaves. ‘(La que lo imita) es una poesía muy simple, que responde a un método que quizás inició con Luis Chaves, una poesía muy simple, que responde a fórmulas. Él tiene su estilo y su forma; eso no le quita la identidad de él. El problema es cuando nosotros queremos imitar la voz de otro, porque no estamos buscando dentro de nosotros. Dentro de nosotros está el arte: cada persona tiene arte’, afirma.

Entre un lado y otro, empero, aún queda posibilidad para una búsqueda distinta, que Roque emprende cruzando referencias cultas con objetos cotidianos, situaciones “banales” con honda reflexión. Así busca aquella coincidencia con su lector: “El arte que te deja intacto no llega a ser poesía, es solo de consumo”.