‘Potasio’: MADC exhibe la explosión bananera de Moisés Barrios

Dos décadas después de su primera exposición en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo, el guatemalteco Moisés Barrios expone una parte de su abundante producción alrededor del popular y controvertido banano

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Cuando Moisés Barrios habla de su tierra guatemalteca es como si hablara de todas las tierras de Centroamérica.

“A nivel histórico nos marcó”, reflexiona el artista, observando la jungla que abre su exposición titulada, con muy buen humor, como Potasio. Las consecuencias de la abundancia .

De la sala principal del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) cuelgan 18 racimos de yeso, atados con cuerda blanca, enredados entre machetes pálidos y sillas de comedor. Unas luces proyectan las sombras como si nacieran nuevos bananos entre los nudos.

La instalación inédita se llama Banana Shadow , la fantasmagórica sombra del banano.

“Los que somos conscientes de la historia sabemos la importancia del conflicto del banano”, dice Barrios.

En el MADC, cuatro salas exponen el fuego y las cenizas de un siglo en el que las bananeras estadounidenses hicieron cualquier cosa para apropiarse de las tierras más fértiles.

En Guatemala, recuerda Barrios, la situación fue tan extrema que, en 1954. la CIA estadounidense armó un golpe de estado para derrocar al presidente Jacobo Arbenz.

Su gobierno electo de forma democrática tenía planes de reapropiarse de las tierras que no usaba la empresa United Fruit Company – la Mamita Yunai , como se le conoce en Costa Rica, gracias al escritor Carlos Luis Fallas–. Nunca ocurrió.

En esa época y en el albor de la Guerra Civil que se desató en su país, Barrios era un niño.

“Casi no he conocido bananeras, no tengo ninguna relación”, admite el artista, quien ahora tiene 71 años de edad.

“En 1996, cuando se firmaron los Acuerdos de Paz en Guatemala, el New York Times publicó un artículo que decía que a los guatemaltecos se les olvidó cómo empezó la guerra y hablaba de la invasión de la CIA. Me pareció interesante porque el conflicto armado se fue por otros cauces y se perdió la perspectiva inicial del conflicto de la bananera. Me pareció interesante recordarle a los guatemaltecos cómo empezó el conflicto”, afirma Barrios. “Por eso empecé a pintar bananos”.

Su agilidad gráfica la cultivó como diseñador publicitario. En las paredes de otra sala del MADC cuelgan coloridas pinturas que imitan afiches comerciales para la fruta, películas y hasta marcas de ropa.

Las cuatro salas que ocupan las obras del guatemalteco en el MADC estarán abiertas para visita hasta el 3 de noviembre. La entrada cuesta ¢1.500 de martes a sábado, de 9:30 a. m. a 5 p. m.

Banano pintado. Barrios no es un completo extranjero en Costa Rica. Vivió ocho años en el país durante la década de los sesenta, recuerda.

En 1996, tras haber abandonado por completo el diseño publicitario y haber reenfocado su carrera hacia el arte, su obra apareció en una muestra centroamericana del MADC, por gestión de la curadora Virginia Pérez-Ratton (1950-2010).

“Hice la exposición y un alemán que tiene una bananera me compró tres o cuatro piezas”, dice Barrios, sin ironía.

En años siguientes, la curadora también lo vinculó con otros espacios de exposición en el país: su fundación Teorética, ubicada en barrio Amón; el espacio Equilátero, en Escazú.

La relación entre ambos fue tan importante que, ahora, Potasio está dedicada la memoria de Pérez-Ratton.

Sin embargo, el leitmotiv de los bananos no es la única preocupación que tiene Barrios en su obra. Su mirada oscila entre los recursos naturales, quiénes son sus propietarios y cómo detentan su poder.

Fuera de lo expuesto, otras series suyas de pinturas exploran los paisajes del litoral pacífico de Guatemala. Una serie reciente de acrílicos con flores e insinuaciones de agua está en su cuenta de Instagram.

En su afán de desentrañar el banano, Barrios usa los patrones de la cáscara del banano en pinturas sobre papel de revista; y las sombras sinuosas de los racimos, en grabados de aguafuerte y fotografías de referencia.

Las obras que expone del MADC no son exhaustivas pero crean una especie de cronología de sus bananos. Los curadores Daniel Soto y Adriana Collado eligieron las piezas entre el catálogo completo del artista.

“(La exposición) era una tarea pendiente que tenía el MADC con Moisés. Son preocupaciones que, perfectamente, podrían haberle pasado de haber estado en Costa Rica”, afirma la directora del museo, Fiorella Resenterra.

“Moisés, hasta hace poco, ha sido un artista muy interesado en lenguajes bidimensionales: dibujo, pintura, grabado. Las fotografías como un medio auxiliar”, describe Resenterra sobre su carrera. “Es absolutamente coherente en su obra”.

En Potasio , el amarillo de la marca Chiquita colorea los bananos de yeso y, también, las paredes de la sala 4, la cual está completamente vacía salvo por dos bancas. “ Banana Chapel ”, la llama Barrios. Una capilla, un espacio para la meditación, consagrada al banano.

Una tercera instalación en la Pila de la melaza del Cenac tiene un racimo de bananos que irá madurando mientras los visitantes lo tocan, lo comen o, también, la dejan descomponer.

Abundante, simple. La sala 2 del MADC es un puente entre las iteraciones de Barrios.

En una esquina de la sala hay una exposición histórica.

Detrás de un vidrio está el manuscrito de la novela Mamita Yunai del costarricense Carlos Luis Fallas –cedido por la Biblioteca Nacional– . Lo rodean viejas ediciones de la novela.

“Me hubiera gustado conseguir más porque, en esta sala, pretendo que haya una relación entre lo local y lo universal”, explica el artista.

En la otra esquina, un proyector reproduce, de fin a principio, una comedia de Woody Allen, Bananas (1971). Al video lo rodean acuarelas que pintó Barrios con algunos fotogramas de la película.

Barrios concede que su obra está llena de referencias a otros creadores que admira.

“Las referencias directas son las que más enriquecen”, asegura el artista.

La japonesa Yayoi Kusama tiene su propia obsesión con las pintas y, en una de sus series, Barrios pintó un anuncio de una muestra suya con el patrón amarillo y café del banano.

En unos bosquejos para la muestra que presentó en Guatemala con el nombre Fruta amarga – el nombre de un tango argentino– hay una referencia directa al drama italiano El salario del miedo (1953).

“Siempre nos pintan como que no tenemos consciencia de la riqueza que tenemos. Ellos, me refiero a los europeos y los estadounidenses, necesitan esa materia prima y tienen más derecho”, dice el artista.

Los bananos rodeados de machetes en Banana Shadow los liga con la obra conceptual del artista brasileño Antonio Henrique Amaral (1935-2015).

“Me impresionaba mucho. Sobre todo por la ironía de él: estaba tratando a Brasil, de una forma muy sutil, como una pequeña república bananera. ¡Brasil es un continente!”, exclama admirado.

Barrios también es sutil cuando habla de sus bananos.

Su trabajo tipográfico es una evolución natural del diseño publicitario; los patrones de bananos pintones sobre páginas de Artforum terminaron ahí porque las revistas se dañaron en una inundación de su casa; los bosquejos sobre papeles históricos de catastro ocurrieron porque los heredó de un familiar.

“Es un compromiso con la defensa de los recursos del país”, describe. “ Todos los países centroamericanos son ricos en agua, minas, agricultura... En Guatemala, todo se ha privatizado. Se está acabando con la biodiversidad con las plantaciones de palma africana y de caña de azúcar”, lamenta. “El banano fue desplazado pero la dinámica de apropiación... ”

Barrios se queda con la palabra en la boca.

“¿Qué tanto manejan aquí el término neoliberal?”, se pregunta el artista.