¿Por qué los monstruos ya no nos asustan?

En otra época, nos aterrorizaban vampiros, zombis, hombres lobo y fantasmas violentos. Hoy, los vemos más como nosotros, al menos en libros y cine: se enamoran, afrontan la adolescencia, se van de fiesta... ¿Por qué ya no inspiran terror los monstruos?

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Había una vez un monstruo que, de la pantalla en la que lo veíamos –nosotros bajo las cobijas, con un ojo cubierto–, fácilmente podía aparecer bajo nuestra cama. De verdad. Allí podía estar.

Salidos de las páginas de la novela, leída a media luz en una noche tormentosa, los vampiros se asomaban por la ventana con los colmillos ávidos de sangre real. Sin embargo, todos los cuentos se acaban, algunos más pronto que otros, y hoy, a pesar de todo, ¿quién le teme a un vampiro?

Un vampiro es hoy, después de todo, un muchacho guapísimo que enamora a Kristen Stewart, no un ser sobrenatural que espanta en Transilvania. ¿Y los zombis? Pues la película Orgullo y prejuicio y zombis , una parodia deliciosamente ridícula del libro de Jane Austen, se estrena en febrero del 2016 en Estados Unidos . En defensa de los zombis, siguen asustando en The Walking Dead . ¿Las momias? No les quedó más espacio que en History Channel.

El caso es que los monstruos de la literatura y el cine, aquellos que nos espantaron por décadas, ya no tienen su sitial de privilegio en la lista de nuestros terrores. Se han amilanado tanto que pareciera imposible volver a temer a un hombre lobo; al menos, no después de saber que, como nosotros, son adolescentes, se enamoran y temen también, en Twilight , Teen Wolf y un nutrido etcétera de libros, series y filmes. ¿Cómo se transforma una criatura pavorosa, hambrienta de sangre y escurridiza, en un símbolo sexual?

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Metáforas. Cuando uno se acerca a los estantes de literatura fantástica y de terror estos días, nota una división clara entre dos tipos de portadas: las anteriores a Twilight y las posteriores.

Si bien es cierto la saga de Stephenie Meyer sobre vampiros enamoradizos no fue la primera en cambiar nuestra idea de estos seres sobrenaturales (Anne Rice lo hizo primero y mejor), desde que se convirtió en un fenómeno cultural masivo hace 10 años, esa estética romanticona y dulce que imprimió a sus héroes ha permeado en nuestra visión de los monstruos. Como otras modas, es cíclica, pero algo fundamental sobre nuestra relación con lo sobrenatural parece haber cambiado.

Han seguido sagas literarias de hombres lobo, ángeles, familias de brujas, alienígenas y más vampiros enamorados, todos con portadas profusamente decoradas con rosas, estrellas, relieves brillantes y rostros mórbidos fundidos en besos prohibidos.

Ese estilo de ilustración se ha extendido también a ediciones de clásicos como Drácula y Frankenstein , aunque si los lee verá escasa correspondencia con sus paralelos actuales. Para empezar, no fueron escritas como novelas “de terror”, sino como literatura.

En el cine, ¿qué ha pasado? Los monstruos solían aparecernos únicamente en filmes de terror, tanto de calidad como de clase B. Hoy aparecen en cintas de monstruos y en géneros cómicos, románticos y musicales. Allí son decoraciones, chistes: no dan miedo, reducidos al ridículo.

En The Atlantic , Chuck Bowen destaca que monstruos de cine, de Nosferatu a Godzilla , tenían una cualidad hoy ausente. “Los monstruos de película estadounidenses tienen poca conexión metafórica con el tema e intención del resto del filme al que pertenecen, y esa es la piedra angular de un gran monstruo”, expresa acerca de Godzilla , que representa ansiedades de la era nuclear.

Entre muchos otros temas, el Drácula de Bram Stoker (1897) nos hablaba de la sexualidad reprimida y la tensión entre superstición y modernización; el egoísmo humano y la mecanización de la vida eran parte de Frankenstein. En la obra de Edgar Allan Poe, el terror surgía de la cercanía de sus miedos a la vida real, así como en H. P. Lovecraft brotaba de lo insondable del universo.

Cada uno jugaba con lo desconocido, que hoy es, poco a poco, menos. La ciencia nos ha despejado muchos mitos acerca de lo sobrenatural, que originaban terribles monstruos. Su cualidad era llevar al extremo la humanidad, ya fuera en su insaciable voracidad y lujuria, en su ánimo de destrucción o en el deseo de recuperar lo perdido: si los fantasmas nos atemorizaban era porque nos reflejaban nuestros deseos.

No obstante, reducidas sus correspondencias con la vida a crushes adolescentes y la banalidad de la vida diaria, ¿cómo temerlos? Ay, los zombis: son como nosotros, solo que muertos.

Nuevo. Ni Hollywood podría inventar un mito que nos asustase tanto como lo que nosotros nos hacemos como humanidad. Dan más miedo los thrillers policiacos y los vericuetos de asesinos seriales, cuya arma principal es parecerse demasiado a un vecino y aparecer en las noticias.

En la Librería Internacional cuentan con vender los clásicos del terror, pero, sobre todo, impulsan otros géneros. “Aparte de fantasía y terror, también promocionamos las novelas de corte policiaco o novela negra”, dice Róger Segura, de mercadeo. La saga Millennium , Soy Pilgrim , El guardián invisible y libros de Stephen King (algunos, de tónicas sobrenaturales) son los populares.

En la Librería Lehmann, Poe, Lovecraft y una serie de libros de misterio y terror (Fondo Valdemar) son los más buscados. En Costa Rica, Clubdelibros ha editado títulos como las antologías Penumbras y Buajaja. Cuentos de miedo para niños valientes , en los que los espantos cobran formas graciosas, terribles e inusuales.

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No en vano el cine de terror se trasladó, a fines de los años 90, a la realidad; es decir, a los filmes gore y de tortura, como Saw y Hostel . Aunque no eran géneros nuevos, ahora es más fácil imprimirles realismo; procuran una atmósfera de tenebrosa cotidianidad.

Aunque los hemos hecho pasar a melodramas románticos o comedias, el ácido del peligro puede seguir latente. Desde sus primeros años, Drácula empezó a ser visto como un tardío héroe romántico, un apasionado, incomprendido, solitario. Su peligro para la sociedad era obtener lo que deseaba, a cualquier costo.

En un mundo donde todo parece resuelto o explicado, aún puede asustar una fuerza que supere nuestro entendimiento –pero solamente si el libro o el guion están bien escritos–.

El terror que inspiraba era el reconocimiento: cada uno, por dentro, lleva adentro un monstruo capaz de cualquier cosa... por amor, tal vez, o algo peor.