Poeta-traductor David Shook: ‘El idioma es una herramienta política’

Lenguas múltiples. El poeta y traductor David Shook lleva obras en español, lenguas indígenas y africanas al inglés

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David Shook tiene un bigote famoso, el título de cónsul honorario de Burundi en Los Ángeles, un sueño de repartir poemas desde el cielo con drones y un poemario que devora voces de miles de mexicanos.

El poeta y traductor estadounidense , criado en la capital mexicana, fue uno de los invitados a la Feria Internacional del Libro. Presentó su libro Our Obsidian Ton-gues (Nuestras lenguas de obsidiana) y charló sobre sus traducciones del español, el zoque, el zapoteco y lenguas africanas.

Además, Shook mostró su corto documental Kilómetro cero , que expone su búsqueda del poeta guineano Marcelo Ensema Nsang. Hablamos con él sobre esta renacentista caza de la palabra.

–¿Cómo influye su trabajo como traductor en su poesía?

– Desde mi punto de vista, realmente no hay una gran diferencia entre traducir la poesía y escribirla. Lo considero parte de mi obra como poeta. La traducción es un taller con los maestros del idioma. Traducir es una manera de entender muy íntimamente la construcción sintáctica y fonética de un poema. Es una de las influencias más grandes en mi poesía. Muchos de mis propios poemas salen, de alguna manera, de mi práctica de traducción; algunos de mis poemas comienzan con una línea de otro.

”Me interesa mucho la traducción experimental. Ahora estoy traduciendo un cuento de Mario Bellatin que todavía no existe; o sea, lo estoy traduciendo del español futuro de Mario Bellatin. Es un asunto aún sumamente misterioso. Traduciendo algunas obras de un autor, entiendo bien la sintaxis, el carácter y el tono de su obra y, así, con mis ‘habilidades psíquicas’, voy traduciendo del futuro”.

‘La mayoría de mis traducciones son obras personales, no cosas que planeo publicar. Son una manera de ensayar la escritura de poemas.

– ¿Cómo afecta el lugar en el que está ese flujo de trabajo?

– Todo depende del autor. Algunas de las cosas más interesantes que he traducido vienen de otro lugar. He conocido a varios poetas ticos ya, y me interesa bastante traducirlos mientras estoy acá. Hace unos cinco años estaba en Burundi –soy el cónsul honorario de Burundi en Los Ángeles y he trabajado allá bastante– y estaba traduciendo una selección de poemas en prosa de México.

”Estar allá en Burundi y estar traduciendo a poetas mexicanos me provocó gran vergüenza, así que empecé a buscar poetas del continente. Comencé a buscar poesía africana, y es así como conocí por primera vez la poesía de Marcelo Ensema Nsang, poeta que para mí ha sido muy importante de Guinea Ecuatorial. Un año después, allí lo encontré, dentro del país. Es un estado policial donde no se permite grabar, pero allí estaba buscando a ese gran poeta.

¿Cómo surgió ese proyecto del documental Kilómetro cero, sobre el poeta guineanoMarcelo Ensema Nsang? -Ya había traducido toda la obra que podía encontrar. Él no había publicado un poema desde 1984. Yo había aplicado para una bolsa del gobierno estadounidense para traducir su obra completa. Finalmente, ellos me negaron la bolsa porque no tenía el permiso oficial del poeta. Estaba muy triste la tarde que me enviaron el correo. Estaba tomando unas cervezas con mi esposa y un guionista en Los Ángeles. Les estaba contando mi fantasía de irme a Guinea a encontrar al poeta. ’En ese punto, ni sabía si estaba vivo.

"Había enviado unos 40 mensajes y había hecho llamadas por Skype preguntando a un montón de gente en Guinea, pero es un país sin bibliotecas ni librerías. Algo que me dijo un guionista guineano, Recaredo Silebo Boturu, fue que él dudaría que hubieran 100 guineanos que conozcan la obra de Marcelo. Es más conocido fuera del país por las antologías que dentro, porque no hay manera de ubicarlo. ’En Los Ángeles, mi amigo guionista me preguntó: '¿Por qué no lo hacemos? Vamos a Guinea a buscarlo'.

"En ese momento, no tenía trabajo, pero con el dinero de liquidación tenía exactamente la cantidad de dinero que necesitaba para comprar los tiquetes a Guinea. Diez días después de tener esa conversación en Los Ángeles, nos encontramos en Malabo. No sabíamos si nos iban a dejar entrar.

"Al bajarnos del avión, nos llevaron a una oficina con las ventanas pintadas de negro y allí nos dejaron una media hora. Llegó el comisario de la policía, familiar del dictador Obiang, y allí nos entrevistaron, queriendo saber si éramos periodistas y qué hacíamos. La visa te la dan gratuitamente porque allá no va nadie. Los pocos gringos que vimos fueron gordos de Houston, del negocio del petróleo. Como obviamente no trabajamos para Shell, nos llevaron para allí atrás. Les dijimos la verdad (sin lo de la cámara), porque de verdad era un concepto absurdo: venir y gastar un montón de dinero para buscar a un poeta que quizás no estaba dentro del país, que quizás no estaba vivo...

"Fue algo tan absurdo que se tenía que creer. Si queríamos entrar por otro motivo, podríamos haber inventado algo mucho mejor. Finalmente nos dejó salir el comisario. Como él nos había sacado antes de pasar por la aduana, pudimos entrar con todo el equipo de grabación. Eso nos permitió hacer la película.

–¿De dónde proviene su interés por lenguas poco traducidas?

– No creo que venga de un lugar muy consciente. Es un impulso que han tenido muchos escritores. Roberto Bolaño dijo, en su Manifiesto infrarrealista, algo que dijo Breton: ‘Vete, sal de tu casa a buscar la literatura’. Desde mi punto de vista, hay una tradición que viene al menos desde Pound, de buscar la innovación afuera.

”En Estados Unidos, con el gran negocio de las MFA, maestrías en el arte de escribir, en un país tan grande, la mayoría de escritores están hablando entre ellos, sin ninguna idea de lo que está pasando fuera de sus fronteras.

”Seguramente mi interés surge de mi experiencia entre culturas de niño. En 1995 viví un año aquí, en San José; aquí aprendí el español. Viví unos diez años en el D. F. Seguramente de allí surgió esa curiosidad, y de allí surgió mi interés en los temas indígenas de las Américas”.

– ¿Cómo llega a esos idiomas? Es difícil estudiarlos, llegar a ellos y, además, poder traducirlos.

– En todos los casos ha sido un impulso de pasión. Viví en un pueblo náhuatl en el centro sur de México, estudiando el idioma y viviendo con una familia que solo hablaba náhuatl, pero, claro, con el zapoteco no he hecho eso, ni con el zoque.

”Mi carrera es en lingüística formal. En Estados Unidos tenemos muchos idiomas indígenas, pero casi todos desaparecen rápidamente. En Oklahoma, donde estudié, hay 35 idiomas indígenas; la mayoría, con menos de 10 hablantes.

”Cuando estaba allí, estudié el kiowa, que tiene 2.000 hablantes, y además trabajé con varias lenguas en programas de preservación y documentación de idiomas. Todavía hay un montón que ni se han documentado bien. Mi trabajo en la lingüística formal chomskiana me ayuda a, por lo menos, entender los idiomas que traduzco en papel.

”No puedo hablar el zapoteco, pero trabajo muy de cerca con los poetas y conozco un poco de su gramática y el sistema de sonidos. Haber estado con Víctor Terán y escuchar sus poemas en su propia voz fue lo más importante.

– El mismo acto de la traducción resulta ser político.

–Sí. El idioma es una herramienta política. La poesía política muchas veces se refiere a la que superficialmente tiene un mensaje político, y generalmente la encuentro muy aburrida. Si quieres hacer un comentario político, ¿por qué hacerlo en poesía? ¡Nadie te va a leer! El acto de traducir idiomas en sí es un acto político. El acto de sobrevivir en México hablando su propio idioma es un acto de resistencia. Además, sucede algo interesante y muy político: traducir del zapoteco al inglés, de alguna manera, da prestigio al idioma porque a los poetas mexicanos que están escribiendo en español les vale madre.

”La mayoría de traducciones del zapoteco al español fueron hechas por los autores mismos. Considero que mi propia poesía es política, pero en el sentido de que todos vivimos en una polis y estamos interconectados.

‘Hace poco una amiga gringa poeta me dijo: 'Esta feria sería ideal para ti, pues tus poemas son tan políticos'. Le pregunté por las suyas y ella me dijo: 'No, yo escribo sobre la verdad, la belleza...'. Eso resultó ser más político que lo mío, porque en un mundo tan grande, decidir conscientemente escribir nada más – supuestamente – sobre la verdad y la belleza es negar la experiencia de la mayoría del mundo. Me pareció un sentimiento bastante burgués, político’.

–¿Cómo describe lo que quiso lograr en su poemario “Our Obsidian Tongues”?

– Es un poemario de alguna manera mexicano. Es una exploración de las muchas voces que cohabitan en el valle de México. También me interesa explorar una variedad de voces de los ilegales. Casi todos vienen de historias reales. En Los Ángeles conocí a un mexicano ilegal (aunque la gente no puede ser ilegal) cuyo trabajo era limpiar la sangre y la piel que habían dejado en un matadero durante el día. Me pareció una metáfora del inmigrante, que entró en la noche después del trabajo, y tuvo que hacer esa labor tan humilde y tan sucia...

–¿De qué manera influye en usted la ciudad de Los Ángeles?

– Es una ciudad bastante colaborativa. Metafórica y literalmente es una de las ciudades más hacia el oeste del país –en el sentido Go west, young man –. Allá se pueden hacer cosas que jamás se podrían hacer en Nueva York, pues allí la comunidad literaria está bien protegida. Es difícil entrar y hay que pasar por los “sacaborrachos” del mundo literario.

”Yo vivo en un barrio que se llama Glassell Park, y allá, creo que el 54 % de la población nació fuera de los Estados Unidos. Se habla un montón de español, un poco de chino y, de vez en cuando, inglés. Los Ángeles es una ciudad en traducción. Tenemos poblados bastante grandes de personas que hablan idiomas indígenas. Tengo un amigo chef que es zapoteco. Le he regalado poemas en zapoteco y le regalé una serie de libros infantiles en el idioma. Es una ciudad donde cohabitan un montón de idiomas.

-¿Cómo surgió el proyecto de drone poetry (repartir poemas por medio de drones)?

-Estaba hablando con un amigo en un restaurante. Un mesero nos escuchó, vino bien ‘moto’, y nos dijo Poetry drone, poetry drone! De inmediato me inspiré y comencé a buscar información sobre los drones.

"Hasta ahora hay muy pocas leyes porque la ley siempre viene por detrás de la tecnología. Por mucho tiempo había sentido una profunda tristeza sobre los drones. Para mí, representan la deshumanización severa de la guerra. Si no podemos ver a nuestros enemigos, tampoco tendremos que considerar las implicaciones de matarlos. En el 2012 fui el traductor oficial del Parnaso de Poesía en Londres, donde habían invitado a un poeta de cada país olímpico.

"Allí conocí a un grupo chileno que se llama Casa Grande. Ellos tenían el proyecto de tirar poemas en helicóptero. Cuando leí eso, pensé que iba a ser una estupidez. Estaba caminando con tres poetas africanos. Todos pensamos que iba a ser una estupidez. Uno de ellos estaba exiliado de Sudán por su poesía. Al final, el evento resultó ser algo muy poderoso: ver a la gente corriendo para agarrar un poema del cielo... eso me impresionó. Jamás había visto a la gente peleando por la poesía. Me pareció increíble.

"Me inspiré en ellos y en el chileno Raúl Zurita, que escribió sus poemas en el cielo sobre Queens, en 1982, y también en lo que hizo en el desierto de Atacama, con su poema Ni pena ni miedo (que para mí es un mantra). Para mí fue muy importante encontrar poemas escritos por autores de países donde estábamos usando los drones.

"Encontré gran variedad de poesía de Sudán, Yemen y Pakistán. Preparé una antología de esos poemas que aún no he terminado. No son necesariamente políticos, no son denuncias ni un programa político.

"La idea que tuve fue de humanizar a la gente: intentar la conversión de un arma que representa la deshumanización de la gente, cambiar su función para hacer exactamente lo opuesto. Eso me pareció, de alguna manera, bíblico: convertir las espadas en rejas de arado (Isaías 2:4). Es una forma de rebelión, de reapropiación que, de alguna manera, también están haciendo en Irak: reapropiándose del país entero.