Pequeño ogro conmovió a 3.000 niños centroamericanos

Escenarios El ogrito , de Génesis Teatro Ensamble, se presentó en espacios como atrios de iglesias, mercados y potreros

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Dos actores y un director planearon irse de gira por Centroamérica, harían trece paradas y no esperaban dinero a cambio. Ellos solo buscaban llevar un mensaje de esperanza a traves de su obra El ogrito .

Lo que pareció una locura para el director Marlon Segura y los actores Ana Clara Carranza y Luis Roberto Ureña, del grupo Génesis Teatro Ensamble, terminó siendo una experiencia que alcanzó a poco más de 3.000 niños y jóvenes de países centroamericanos vecinos.

Por eso viajó entre octubre y noviembre por Masaya y La chureka, en Nicaragua; Cerro de plata, en Honduras; San Agustín, en El Salvador y en Chiquimula, en Guatemala. Las funciones las realizaron en espacios abiertos, como el mercado de Masaya, en algún potrero o el atrio de una iglesia.

Pero el esfuerzo valía la pena, era la oportunidad perfecta para llevar teatro a niños y jóvenes de escasos recursos, niños que en lugar de estar en las aulas, tienen que cargar verduras o alguna chuchería para vender y tratar de llevar tortillas a sus hogares.

De paso, los ticos podrían transmitir un mensaje donde se habla de que no hay ni buenos ni malos, sino seres con distintas facetas, pero, capaces de superarse y salir adelante en los momentos más duros.

En esos lugares impartieron talleres de actuación y compartieron con otros grupos del Istmo.

Inspiración. Hace un par de meses, Segura estaba en el mercado de Masaya, ahí un niño le entregó una rosa de papel sin pedirle nada a cambio.

El director aseguró que ese presente lo marcó porque era exactamente igual a la rosa que aparece al final de la obra, escrita por Suzanne Lebeau.

Esa tremenda coincidencia del niño de la rosa –prefieren reservarse el nombre del menor en riesgo social–, fue el empujón final para lanzarse a la aventura.

Luego de eso emplearon la plataforma kickstarter.com , mediante la cual recaudaron fondos de patrocinadores y donantes por $15.000 (unos ¢7.5 millones).

Hoy la aventura es un recuerdo, pero encantados volverían a hacerla. Saben que de alguna forma mejoraron el futuro de estos menores.

“Pienso que sí (que la obra puede ser agente de cambio), algunos se verán en 15 años, otros de forma inmediata. Esta obra habla del triunfo de la voluntad. Muchas mujeres abrazaron a Ana Clara Carranza al final de la obra y lloraron con ella, no explicaban por qué, solo lloraban”, recordó Segura.

Luego de que el texto fue rechazado por instituciones públicas, después de que pensó que sería una obra de tres meses y lleva casi tres años, el director siente con gran vitalidad la producción y piensa en llevarla a más países para que vivan la experiencia que ya compartieron ampliamente en las siete provincias del país.