Osvaldo Sauma, una voz maestra ganadora del Premio Aquileo J. Echeverría

Voz maestra. El Premio Nacional de Poesía reconoce la celebrada obra de un genuino creador

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Aunque los Premios Nacionales se confieren por un libro publicado en el último año, en el caso del poeta Osvaldo Sauma, el galardón recién concedido invita a repasar su trabajo de muchos años como promotor cultural, así como nos lleva a resaltar la solidez de su obra.

Osvaldo Sauma ha sido galardonado finalmente con el Premio Nacional Aquileo J. Echeverría en Poesía, pero sería injusto concentrar la atención en su último libro, La canción del oficio (Editorial Germinal), que ha sido el motivo del reconocimiento. Como Osvaldo mismo ha explicado, más que un libro nuevo, La canción del oficio reúne sus libros anteriores e incluye algunos poemas inéditos.

La trayectoria y la obra de Sauma solo pueden considerarse en conjunto, y este es un buen momento para repasarlas.

Aparición de una voz. Nacido en 1949, desde muy joven descubrió su vocación de poeta y compartió lecturas y experiencias principalmente en el Taller del Lunes y en el Grupo Oruga. Ambas iniciativas tenían el enorme mérito –raro entonces y aún raro hoy– de no tener gurú o maestro que los guiara.

En un clima de amplia libertad ética, política y estética, los jóvenes compartían sus búsquedas y sus hallazgos. Admiraban a los clásicos, sin pretender perpetuar su lenguaje, y leían a los contemporáneos para conocerlos más que para imitarlos. Eran cordiales las relaciones con los “viejos” (Isaac Felipe, Amighetti, Duverrán, don Joaquín y don Fabián). Las disputas con los otros (los trascendentalistas, de Laureano Albán, o el Grupo Sin Nombre, liderado por Alfonso Chase) ponían un toque de picante a las discusiones.

Lo más importante era que cada uno los jóvenes poetas estaba en búsqueda de un estilo propio. Del Taller del Lunes y del Grupo Oruga surgieron poetas tan particularmente distintos como Popo  Dada , Juan Antillón, Ricardo Ulloa Garay, el propio Sauma y Diana Ávila, con quien Osvaldo comparte el Premio Nacional.

Sauma empezó a publicar sus poemas tímida y esporádicamente en las revistas literarias que por entonces aparecían y desaparecían a velocidad vertiginosa.

Su primer poema publicado apareció en 1973, en el suplemento Abanico, dirigido por Mariamalia Sotela. La primera inclusión en un libro fue en Los nuevos, de 1975, compilado por Alfonso Chase.

En 1982, Osvaldo fue el poeta de mayor edad incluido en la Antología de una generación dispersa, en la que Carlos María Jiménez, Jorge Bustamante García e Isabel Gallardo recopilaron las creaciones de los jóvenes poetas ticos de aquella época.

Al año siguiente, en 1983, Osvaldo publicó su primer poemario: Las huellas del desencanto, desde el cual perfiló el tono, el estilo y las obsesiones que caracterizarán su obra posterior.

Sabia serenidad. Retrato en familia (1985) hizo a Sauma merecedor del Premio Latinoamericano EDUCA. Asabis (1993) reveló a un poeta ya maduro, de profunda mirada y de gran capacidad de reflexión. El lenguaje de Sauma, pulido con los años, alcanzó cimas de concisión a las que solo llegan los grandes poetas.

Vino entonces un largo silencio hasta que en el año 2000 publicó Bitácora del iluso , libro que lo catapultó a la estatura de poeta reconocido fuera de Costa Rica. Su obra fue reseñada y publicada en la Argentina, Chile, El Salvador, España y México, entre otros países. La elogiaron grandes maestros, como el argentino Juan Gelman y el chileno Raúl Zurita. Hubo traducciones a distintas lenguas, abundaron las invitaciones y los viajes...

El éxito continental de la Bitácora del iluso radica en que, en ella, Sauma expresa –con gran sabiduría y serenidad– las ilusiones de una generación que soñaba con grandes hazañas y terminó, al cabo de los años, ocupada en resolver lo cotidiano.

Aquel libro es el diario de un soñador que, con nostalgia, pero con calma, repasa la bitácora de sus ilusiones, entre las que hay unas rotas, otras cumplidas y muchas diluidas. Bitácora del iluso cierra el ciclo que comenzó en el primer poemario de Osvaldo Sauma.

El libro del adiós (2006) y La canción del oficio (reunión de libros anteriores, 2013) corresponden a una nueva etapa. Temas recurrentes son la soledad y el amor; el ansia de soñar y el choque contra la realidad; la ira ante la injusticia y la reiterada reflexión sobre el sentido o el sinsentido de la existencia; los afectos y las ilusiones.

Hacia la gente. El lenguaje poético de Osvaldo Sauma es sumamente equilibrado y sereno. Aunque no cultiva la métrica ni la rima con cánones estrictos, todos sus poemas son de gran musicalidad. Sauma es ajeno a la simpleza y el efectismo, a pesar de que logra ser comunicativo y contundente.

Llenos de giros inesperados e imágenes sorpresivas, sus poemas son sugerentes más que explícitos. Osvaldo Sauma es meticuloso con el estilo y, quizá por ello, no ha sido un poeta prolífico.

Sin embargo, su producción editorial va mucho más allá de su obra poética. Durante décadas, Sauma fue profesor de creación literaria en el Conservatorio Castella. Dirigió talleres en los que –gracias a su criterio amplio y respetuoso– facilitó que nuevas generaciones de poetas descubrieran y desarrollasen su estilo propio.

Osvaldo Sauma sostiene que a la poesía se la considera con frecuencia una joya preciosa accesible solamente a unos pocos, pero debe ser más bien el alimento cotidiano que no debe faltar en ninguna mesa. Fiel a ese principio, Osvaldo organizó lecturas de poesía en espacios públicos.

Sería tarea ardua, por extensa, mencionar siquiera la cantidad de antologías o poemarios de debutantes que tuvieron en Sauma su principal impulsor y realizador.

Mientras estuvo a cargo de la presentación de poetas del Festival Internacional de las Artes, Sauma trajo a Costa Rica a Jaime Sabines, José Emilio Pacheco, Juan Gelman, Fabio Morábito y Gonzalo Rojas, entre otros reconocidos creadores.

Osvaldo Sauma ha dedicado su vida la poesía: a cultivarla él, a que la cultiven otros y a hacerla accesible a todos nosotros.