Son tres jóvenes universitarias, acostumbradas a sus vidas llenas de imprevistos y emociones. De pronto, sobreviene la revelación de que son, en realidad, personajes de un texto teatral.
Con tal premisa, La celda de papel dispara preguntas sobre la libertad y el destino, en una puesta en escena de Sergio Masís cargada de suspenso, en el Teatro Vargas Calvo.
Viejos temores. Masís revive un texto de su autoría que ya estuvo sobre las tablas, en el 2003. Es la primera vez que el autor dirige este montaje.
“La obra aborda un tema existencialista, que de alguna forma lo confronta a uno con la idea de un destino predeterminado, un destino donde todo está escrito, contra el tema del libre albedrío”, dice Masís.
Las universitarias son interpretadas por Mónica Hernández, Sylvia Quesada y Katalina Vargas. “El gran reto de esta obra fue lograr generar suspenso con los medios del teatro”, cuenta Vargas.
“Recursos de la puesta escena como la ambientación, la iluminación y el vestuario buscan no solo poner a reflexionar al espectador sino asustarlo y sacudirlo”, explica Masís.
El reto para las actrices es mantener la tensión en el reducido escenario del teatro de cámara. “Hay ciertos trucos de actuación que han tenido que ser ensayados meticulosamente. Es un teatro íntimo y la gente está pendiente de lo mínimo”, comenta Mónica Hernández.
“Se conjugan en el personaje un montón de picos de emoción que hay que construir como actriz” añade Quesada.
La obra se presentará hasta el 26 de mayo. La función de jueves a sábado será a las 8 p. m. y los domingos a las 5 p. m. Las entradas valen entre ¢2.500 y ¢5.000.