Nuevos personajes ‘se cuelan’ en las mascaradas tradicionales

Giganta, Diablo, Calavera y figuras del pueblo, son lo típico en las mascaradas

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Ronaldinho da volteretas alegremente, bailando con los Gigantes, al ritmo de la cimarrona, en el festejo del Día de la Mascarada Tradicional Costarricense.

Desde hace 15 años, el 31 de octubre fue designado como el día de esta tradición tica, en una fecha cercana a otras celebraciones como Halloween, en EE. UU., o el Día de Muertos, en México.

Hoy, los personajes de las mascaradas tradicionales –entre ellos los Gigantes, el Diablito y la Calavera– conviven con otras figuras de celebridades y personajes infantiles que se han sumado como invitados a la fiesta.

Algunas personas dedicadas al rescate de las mascaradas tradicionales consideran a estos personajes más “colados” que invitados, pero lo cierto es que El Chavo del 8, el Monstruo de Saprissa, Peter Pan, el Capitán Garfio y muchos más adornan el panorama carnavalesco de las mascaradas.

Todos a la fiesta. “La televisión y los videojuegos han hecho que ciertos personajes sean populares entre los niños y se han integrado a las mascaradas, pero, en realidad, eso no es tradicional”, opina Luis Fernando Vargas, mejor conocido como Bombillo y uno de los pocos mascareros tradicionales de Barva de Heredia.

Además de los Gigantes, el Diablito y la Calavera, Francisco Alonso Murillo, mascarero tradicional de Aserrí, cuenta que en la alineación de personajes de mascaradas tradicionales hay personajes sacados de las leyendas costarricenses.

En algunos pueblos también se incluyen las brujas y personajes de la vida cotidiana como el Policía y los Abuelos.

A pesar de que estos son los personajes tradicionales, Mario Ledezma, mascarero de Heredia, es uno de los que innovó añadiendo a la figura del popular deportista, Ronaldinho, en su colección.

Aunque reconoce que lo ideal sería tener solamente personajes típicos, dice que incluye a otros porque a los niños les gusta.

“Entre los que más me piden están Ronaldinho y los diablos que mueven los ojos y tiran humo por la boca”, afirma Ledezma. Él planea como próximo proyecto crear una máscara con la cara de Neymar, otro jugador de Brasil.

El mascarero barveño Bombillo entiende de la renovación pero resalta que se debe diferenciar entre las mascaradas tradicionales y las no tradicionales.

“No digo que no debiéramos renovar, pero tampoco olvidar nuestras raíces. Hay gente que hace mascaradas para jalar cultura pero otros lo que hacen es jalar negocio”, dijo Bombillo.

La antropóloga costarricense Giselle Chang considera que copiar y difundir íconos foráneos obedece a intereses comerciales, pero no tiene sentido en la cultura local.

“El problema es que por falta de conocimiento de lo nuestro, no apreciamos lo que tenemos y se pierde la cultura”, critica Chang.

Ella ha investigado las tradiciones populares cerca de 30 años y reconoce que la cultura es dinámica, pero el problema es cuando un pueblo no refuerza su propia cultura.

Para ella, los jóvenes se sienten más identificados con personajes extranjeros por la divulgación de los medios de comunicación.

“¿Cuáles son las imágenes que transmiten los medios? Si nos ponemos a ver, hay un gran desequilibrio entre las imágenes foráneas y las expresiones tradicionales costarricenses”, puntualizó la antropóloga.

Mascaradas tradicionales. Según el mascarero Francisco Alonso Murillo, de Aserrí, existen tres requisitos para que una mascarada sea tradicional: que las máscaras se fabriquen con papel maché, que los personajes sean tradicionales de la cultura costarricense y que el fabricante siga la tradición de alguna de las tres “escuelas” de Cartago, Barva de Heredia o San José-Escazú.

El tiempo para construir una máscara grande –explicó Bombillo– es de tres meses si se hace con la técnica de papel maché, la cual utiliza pegamento usualmente casero y pedazos de papel previamente utilizados. En Barva también utilizan barro en la elaboración de las máscaras con esta técnica.

En contraste, otros mascareros les dan rostros a sus personajes utilizando fibra de vidrio, un material con el que tardan apenas una semana para construir una máscara del mismo tamaño.