Niños del Tibet en la mirada de Eugenia Picado

“Nosotros, los fotógrafos, somos una ralea de granujas, de mirones, de ladrones”.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

“Nosotros, los fotógrafos, somos una ralea de granujas, de mirones, de ladrones. Estamos en todas partes, allí donde no se nos desea; traicionamos secretos que no nos han sido confiados; espiamos sin vergüenza lo que no nos atañe, y nos apropiamos de lo que no nos pertenece. A la larga, nos encontramos haciendo de encubridores de toda la riqueza de un mundo que hemos asaltado”. Tomado del prólogo del fotógrafo húngaro Gyula Halász (Brassaï) al libro de fotos Niñas, de Lewis Carroll.

Esta fotografía se titula Después de la jornada y pertenece a una serie de retratos fotográficos infantiles. Se ve a dos niñas con el Sol a sus espaldas en un bello día de invierno en el pueblo de Barpak (Nepal). Es el atardecer, y las niñas esperan que sus madres regresen de las terrazas cultivadas que se desdibujan detrás. Puede ser que las niñas también hayan estado trabajando arduamente durante toda la tarde al lado de sus madres.

Sus rostros estaban llenos de vida, viento, sol y un impecable cielo azul. Por la expresión de las niñas y la cualidad de la luz, escogí trabajar este doble retrato en blanco y negro. La imagen me gusta pues representa uno de los grandes placeres de tomar fotografía espontánea o de calle, donde la suerte nos presenta escenas y personajes inesperados.

Si bien hay un ojo educado de fotógrafo para poder previsualizar la foto, hay también mucha suerte en toparse con eventos y gentes interesantes. Recuerdo mi emoción cuando vi a esas niñas a lo lejos y a contraluz, despeinadas, felices y ensimismadas en su juego. Sentí ansiedad ante el reto de poder capturarlas sin alterar la frescura del momento.

En instantes como este se debe ser rápido pero suave, exacto pero espontáneo. Demanda práctica –y cierto descaro, si se quiere– el atrevimiento de acercarse a una persona a la que no se conoce y capturar su imagen. Creo que algunas veces vale más pedir perdón que pedir permiso.

Esta fotografía es parte de una serie de catorce retratos infantiles que se exhibe en la galería del Patronato Nacional de la Infancia (PANI).

El tema es la espontaneidad de la niñez. El conjunto presenta imágenes de niños pertenecientes a sociedades y momentos muy diversos: una pandilla de chicos que se alistan para darse un chapuzón en una fuente pública en París; unos amigos en un patio de Santa Rosa de Guanacaste que practican con un toro mecánico; un abuelo italiano y sus nietos, inmersos en una cálida conversación en la plaza de San Gimignano...

Esta fotografía digital se imprimió en papel Epson Luster fotográfico para inyección de tinta. Sin embargo, algunas fotos de la muestra se tomaron con fotografía análoga (de película sensible). En este caso hice un rastreo de alta calidad de los negativos, los retoqué digitalmente y los imprimí como lo hago con archivos de mi cámara digital.

Esta exhibicón sigue mi línea de trabajo dentro de la fotografía documental y antropológica que sugiere al espectador el entender aspectos particulares de una sociedad. Al recopilar diversos momentos en sociedades tan diferentes, pero manteniendo a los niños como eje, la exposición invita a reflexionar acerca de nuestro entorno y de la participación de los niños en nuestras vidas.

Fotografías de niños puede apreciarse en la galería del PANI (barrio Luján, San José), de lunes a viernes de 7:30 a. m. a 4:30 p. m. Tel. 2523-0700.