Marco Antonio de la Parra explora el arte del peligro y la confabulación

Exploración dramatúrgica. El chileno Marco Antonio de la Parra hurga en la dramaturgia, la relación con la puesta en escena y el taller que dio en Costa Rica

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Marco Antonio de la Parra (Santiago de Chile, 1952) es un dramaturgo latinoamericano de resonancia mundial. Por más de 40 años, él ha navegado a medio camino entre su oficio de escritor y su trabajo como psicoterapeuta. Este particular maridaje ha generado una obra que escarba hasta la médula de la dimensión histórica y psicológica de sus contemporáneos.

Según el investigador Adolfo Albornoz Farías, De la Parra tiene tres obsesiones fundamentales: la revisión de la historia e identidad chilenas; los vaivenes de la clase media de su país y la apropiación de íconos culturales de Occidente tan diversos como Freud, Marx, Tarzán, Mandrake, el sushi o los mass media .

Bajo el auspicio del decanato del Centro de Investigación, Docencia y Extensión Artística (CIDEA) y el patrocinio del Fondo de Fortalecimiento y Renovación académica –ambos de la Universidad Nacional–, De la Parra compartió, a lo largo de una semana, con escritores locales. Ideas fallidas o abandonadas de los participantes sirvieron como insumo para el diálogo creativo. Los textos resultantes serán publicados en una antología durante la segunda mitad de este año.

–¿Qué lugar ocupa la dramaturgia en una época en la cual muchas prácticas escénicas prescinden del texto dramático como génesis del espectáculo?

–Un lugar inspirador y más libre que en los periodos cuando la dramaturgia era el principal sostén del espectáculo. En este momento, el punto de partida de la creación escénica ofrece muchas posibilidades, además de nuevas búsquedas y desafíos. Por ejemplo, las fronteras entre los géneros se han difuminado y la dramaturgia puede surgir también del cuerpo del actor, de la luz o del espacio.

–A veces, los textos dramáticos son objeto de abuso en los procesos de creación escénica al editarse o reescribirse hasta la desfiguración. ¿Es ese el destino del texto dramático?

–Sí y no pienso que eso sea un desastre. La escritura es un accidente necesario para poder transferir una idea o una imagen. Es indispensable el dominio del lenguaje escrito porque en la misma naturaleza del espectáculo teatral subyace la transformación del texto en imágenes escénicas. Esto debería ser entendido y bienvenido por los autores.

–En su caso, ¿cómo lo toma?

–Yo me comporto como un autor que sabe que sus textos van a ser destruidos, dañados, transformados o resucitados. Malditos o santificados, no lo sé, pero entiendo y asumo que esa es una condición imprescindible de la puesta en escena.

–¿Cómo maneja el lenguaje en su proceso creativo?

–Me interesa esa especie de cruce entre lo coloquial y la poesía. Trabajo el lenguaje buscando siempre que se produzca el acontecimiento extraño de su encuentro con la puesta en escena. Sobre todo, escribo pensando en ese instante maravilloso en el que actores y espectadores se encuentran.

–Ha dicho que la dramaturgia es un arte del peligro y de la confabulación. ¿Puede enseñarse y aprenderse semejante arte?

–Puede enseñarse y también aprenderse, en tanto entrenamiento para abrir la mente y estar expuesto a todos los riesgos implícitos en la creación artística. Lo que uno puede enseñar es creatividad a través del lenguaje para la escena. Ese “para la escena” es el punto importante que debe subrayarse entre los postulantes –que suelen ser escritores–. El aspirante a dramaturgo debe trabajar entendiendo que su propia escritura desaparecerá en el proceso.

–¿Cómo evalúa el taller compartido con los teatristas ticos?

–Fue una experiencia riquísima, llena de generosidad, entrega y compromiso. Resultó sorprendente el rápido acople del grupo, lo cual permitió trabajar muchísimo en las ideas llevadas al taller.

–¿Cuáles temas e inquietudes encontró?

–Principalmente, los psicológicos y de familia. Fueron recurrentes las historias relacionadas con los vínculos afectivos o con la reconciliación transgeneracional. Me pareció interesante el trabajo que hicimos a modo de recorrido entre el lenguaje y el mundo de los sueños. Esto nos facilitó encontrar imágenes potentes que representaran estos sueños y conflictos.

–Su obra ha sido traducida a muchos idiomas y llevada a escenarios de todo el mundo. ¿Cuándo adquiere un autor dramático la condición de universal?

–Las dramaturgias locales responden a temas que adquieren relevancia en un periodo específico de la historia de un país. Sin embargo, en ocasiones, esas dramaturgias trascienden su lugar y momento particulares. Eso sucede cuando los libretos de mayor peso poético logran desarrollar un potencial metafórico importante.

–¿Cuáles son las principales fuentes para su trabajo?

–Me sigo nutriendo de la historia. Ese es un tema fundamental para mí. Trato de interrogar a mi país desde su pasado y desde su actualidad política porque me interesa que Chile crezca y viva en paz. Además, procuro indagar y profundizar en la condición humana. De ahí que varios de mis trabajos sean de corte psicológico. El carácter romántico de las revoluciones se ha convertido también en un eje para muchos de mis proyectos actuales.

–¿Cómo le gustaría incidir en las personas que ven espectáculos basados en sus textos?

–Uno espera que se diviertan, piensen y no olviden. En el fondo, uno desea aportar a la transformación de sus vidas en tanto puedan transformarse en mejores personas. Esto es lo mismo que busca un maestro o un terapeuta: que cada quien encuentre lo mejor de sí.

–¿Está ligada la supervivencia del arte teatral a la buena salud de la dramaturgia?

–Sí. Quizás es el dramaturgo el primero en registrar un conflicto que está en el aire y logra transmitirlo al equipo que tiene a su cargo la realización de un espectáculo. Yo siempre hablo con los directores y actores para saber en qué mundo están y cuáles son sus preocupaciones en ese momento. A partir de este diálogo es que decidimos cómo vamos a batir estos materiales que luego serán presentados sobre el escenario.

En Costa Rica

Espectáculos recientes de Marco Antonio de la Parra en el país:

2015

Penúltima comedia inglesa Dirección: Sergio Masís Teatro 1887 - CENAC

Variaciones del teatro y la muerte Dirección: Melissa Rodríguez Teatro Atahualpa del Cioppo

2011

El ángel de la culpa Dirección: José Pablo Umaña Teatro de Bellas Artes (UCR)

2007

La tierra insomne Dirección: José Pablo Umaña Teatro de la Aduana