Luis Paulino Delgado, un maestro en el grabado y en la vida

Hombre-leyenda. Luis Paulino Delgado Jiménez es un mito muy real en el arte de nuestro país

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“Era una aventura viajar a esas remotidades”, dice el artista señalando a Puriscal con su memoria, y el cariño de su pueblo se cruza entonces con el recuerdo de Danilo Aguilar Luna, el maestro exiliado que las últimas lluvias de la guerra civil llevaron a la escuela donde Luis Paulino dibujaba sin prever que sería el artista que ahora es.

Aguilar había sido uno de los vencidos de 1948; en represalia, fue enviado como profesor a la escuela puriscaleña donde enseñó arte a alumnos-torbellino que estaban más pendientes de los árboles que de los cursos.

En 1944, el joven maestro integró la primera promoción de graduados de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica, y supo de inmediato dónde vibraba el talento. Habló con los padres de Luis Paulino Delgado Jiménez para que, en 1953, el niño de 12 años se presentase a la prueba de aptitud artística que la UCR tomaba a colegiales. El chico la aprobó y en marzo de 1954 comenzó su relación de 60 años con aquella universidad: infancia feliz que aún no termina.

–Entonces conocí a los maestros Francisco Amighetti, Carlos Salazar Herrera, Margarita Bertheau, Sonia Romero y Cecilia Pastor, y a las hermanas Lola y Hortensia Fernández –enumera Delgado, minucioso grabador de su memoria.

En una casa-museo de Sabanilla (San José) vive “Luis Paulino”, como lo llaman todos sus amigos; o sea, todos quienes lo conocen, que es lo mismo. Delgado es uno de los principales grabadores de Costa Rica, pero también un maestro que ha formado a generaciones de artistas, y quien ahora, ya pensionado, ha vuelto a colaborar con la UCR en la difusión del arte en todo el país.

“Don Luis Paulino, profesor emérito de la Escuela de Artes Plásticas, es una persona admirable como artista y ser humano”, dice Ólger Arias, subdirector de la Escuela. “Sus obras sobresalen por su colorido y su movimiento, y él, por su afán de servir siempre a los demás”, expresa Arias.

Por necesidades económicas, el adolescente volvió a Puriscal, donde concluyó el colegio. En 1968, Delgado se graduó de profesor de educación secundaria en Bellas Artes. “Guillermo Jiménez y Jorge Bertheau estuvieron entre mis maestros”, señala este magnífico artista y prosigue:

–En 1970 se me otorgó una beca para realizar estudios de posgrado en el State University College at Buffalo, de Nueva York. Mis profesores fueron Teresa Salas en literatura, el pintor Roland Wise, Benjamin Stanford en cerámica, John Jauquet en orfebrería, y Frank C. Eckamir y Paul Martin en grabado.

De aquel tiempo (1972) data una hermosa cromoxilografía, Despertar a la vida: “El momento en que un personaje oriental comienza su vida de trabajo”, detalla el artista. Ella es la imagen de una joven inspirada por obras de compañeros de estudios en la Universidad de Nueva York.

Luis Paulino frecuenta el dibujo, la acuarela, y el grabado en madera, metal y piedra (mármol o piedra de Bavaria). En 1972, Delgado retornó de Nueva York como maestro en Educación Artística (en grabado y joyería).

Delgado se graduó de licenciado en Bellas Artes (en pintura) en 1974 en la UCR.

–Me tocó tener maestros maravillosos, como don Paco Amighetti, Luis Dael (en serigrafía), Néstor Zeledón, Ólger Villegas, Ángela Pacheco (en escultura en arcilla), Cecilia Fonseca, César Valverde, John Portuguez (en escultura y anatomía artística) y Dinorah Bolandi (en dibujo y pintura al óleo).

A su amigo y maestro Amighetti, Delgado agradece el haber expuesto por primera vez un grabado en una exhibición, de artistas japoneses y costarricenses, ofrecida en San José en 1973.

Delgado ha sido director de la Escuela de Artes Plásticas y ha ofrecido más de 20 exposiciones individuales en galerías de Costa Rica, España y Estados Unidos. En mayo presentará una exhibición retrospectiva en la UCR.

La inquietud de Luis Paulino Delgado lo llevó a licenciarse en derecho en el 2009. Se ha especializado en propiedad intelectual, de modo que, sobre todo ahora, puede llamárselo un artista con toda justicia.

Gracias al maestro. La tremenda calidad del grabado costarricense se explica por varios factores, indica Delgado. En parte se debe a la creación del Centro Regional para el Desarrollo de las Artes Gráficas (CREAGRAF), financiado por la OEA y ejecutado por el Ministerio de Cultura y la UCR. El Centro estuvo vigente entre 1972 y 1988, capacitó a unos 150 artistas, y Delgado fue su director entre 1976 y 1980. Él recuerda:

–Ese programa nos permitió conocer los trabajos de grabadores de los países centroamericanos, del Caribe, Colombia, Ecuador y Venezuela. Gracias a él, doce artistas foráneos vinieron a San José para dictar cursos de grabado, y se financió la compra de equipos, como los de litografía, que no existían en nuestro país.

Luis Paulino indica que, en 1972, la Escuela de Artes Plásticas abrió la especialidad de grabado, y, durante varios años, el Museo de Arte Costarricense organizó salones anuales de esa técnica. Sus continuaciones son los salones brindados en la Galería Nacional, y las decembrinas exposiciones organizadas por la Cátedra de la Estampa de la Escuela de Artes Plásticas de la UCR en el Instituto de México.

La Universidad Nacional también enseña grabado gracias a la iniciativa de Juan Luis Rodríguez Sibaja y Álvaro Duval.

Asimismo, fue valiosa la llegada del proyecto de la UNESCO destinado a la enseñanza del grabado en metal, en marzo de 1972, proyecto dirigido por el maestro Juan Luis Rodríguez.

Además, las Embajadas de Japón, Taiwán, Francia y Estados Unidos colaboraron con la Escuela de Artes Plásticas con proyectos dirigidos por grabadores de esos países, como Jodaka Yoshida, Li Chi Mao, Claude Huart y Peter Sowinsky, respectivamente, agrega Delgado, quien parece llevar un duende preciso, memorioso, que le dicta las palabras.

Otra señal de prestigio es la aceptación de grabadores costarricenses en la Bienal de San Juan (Puerto Rico), la Bienal de Iberoamérica de Arte patrocinada por el Instituto Cultural Domecq (México) y la Bienal de Taipéi (Taiwán), más otros encuentros realizados en China, Italia, Francia y España. Delgado no olvida la medalla de oro de la Bienal Iberoamericana de México otorgada al artista Alberto Murillo en 1996, y añade:

–Se confirmó la calidad gráfica costarricense en la exposición de final de siglo XX de grabado que organizó el Museo de Arte Costarricense curada por el artista José Miguel Rojas González.

Delgado tiene una estupenda memoria hasta para el futuro y adelanta una buena noticia: alumnos egresados de la UCR preparan un libro de grabados recientes que se publicará en homenaje al octogésimo aniversario de la edición del “mítico” álbum de grabados costarricenses de 1934.

Don Luis Paulino Delgado Jiménez está en todo: nada se escapa a su atención y a las remotidades de su memoria. Parece que hasta los relojes le preguntan qué hora es.

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Maestro y amigo

“Luis Paulino Delgado aseguró la transición generacional de la xilografía como una de las fortalezas del arte costarricense. Don Luis mantiene vivo el legado de Francisco Amighetti y fue pieza clave en la creación de la especialidad de Grabado en la Escuela de Artes Plásticas de la UCR. Él saca tiempo de donde no hay para mantener vivo nuestro patrimonio”.

Alberto Murillo Herrera, exdirector de la Escuela de Arte Plásticas, UCR.

“Don Luis Paulino es un artista multifacético, maestro generoso y sabio. Pionero en la enseñanza y la gestión cultural de las artes visuales en la UCR. He tenido el honor de editar parte de su extensa obra gráfica en xilografía, donde se apropia de la madera y el claroscuro con un lenguaje expresionista, revelando un mundo íntimo, lleno de vida, que invita a la contemplación poética”.

Salomón Chaves, profesor en el Taller de Conservación de Papel de la Escuela de Artes Plásticas, UCR.

“El trazo de don Luis Paulino exhibe una fabulosa calidad de línea, fresca y suelta. Él es dueño y mago de lo que decide hacer pues, en sus manos, un motivo se convierte en hermoso”.

Marcia Salas, pintora y grabadora