Lola Fernández Caballero tiene más de 60 años de pintar lo que quiere, cuando quiere y cómo quiere. El suyo es un espíritu libre, curioso y osado pues se lanza a experimentar con técnicas y temas sin temor a los resultados.
¿Que si a la gente le gusta? No importa. ¿Que si los cuadros no se venden? Tampoco importa. En todo caso, sí se han vendido muchos, especialmente fuera del país.
La exposición Lola Fernández: la alquimia de la pintura , en los Museos del Banco Central repasa las diferentes etapas en la prolífica trayectoria de esta artista con una selección de 63 obras entre pinturas, dibujos, serigrafías, textiles y relieves.
Volcanes, símbolos precolombinos, escenas de una Centroamérica en guerra, atmósferas japonesas, seres de mirada enigmática en situaciones angustiantes y otros personajes más juguetones, casi circenses... El repertorio temático de Lola Fernández es tan amplio como la diversidad de técnicas pictóricas: collage , esténcil , veladuras, empastes, chorreo y transferencia de imágenes.
Expresión pura. Dueña del Premio Nacional de Cultura Magón (1995) y de dos “Aquileos” en Artes Plásticas (1977 y 1989) Lola Fernández estima fundamental la formación académica y la rigurosidad técnica, pero defiende la libertad creativa de cada artista.
En un autorretrato de 1954, la pintora reconoce su sello. “Es una obra académica, pero no es solo un dibujo coloreado, sino que se nota cierta soltura. Para mí, la esencia del arte es la experimentación. No hubiera soportado pintar lo mismo toda mi vida. Una persona no es igual a los 20, a los 40, ni a los 60, pues conforme pasa el tiempo la vida se va enriqueciendo con experiencias”, dijo la artista.
Pero, por lo menos a sus 86 años, esta artista de baja estatura y altos anhelos contagia su pasión y compromiso con el arte. “La obra tiene que hablar por sí sola, que cada quien extraiga conceptos, emociones y sensaciones distintas”.
Según explicó la curadora de la exposición, María Alejandra Triana, la muestra está organizada cronológicamente y por bloques temáticos para abarcar asuntos medulares en la obra de Fernández: abstracción, los personajes, los volcanes, arquetipos y muchedumbres así como sus elementos más característicos como el color.
“Lola Fernández es considerada una de las grandes coloristas del arte costarricense. Sus combinaciones por contraste o por armonía son muy ricas en sus trabajos. Las paletas en sus pinturas van desde muy diversos colores y muy saturados hasta obras monocromáticas”, destacó Triana.
Intuitiva, pero organizada, coqueta y de refinados modales, esta maestra del arte tico cree que su obra es más bien “sugerente” antes que descriptiva. “Yo no pinto el paisaje de un volcán, sino las impresiones que nos provoca el volcán en su espectáculo de fuegos artificiales, su fuerza y su belleza”, dijo.
En sus series de personajes los retratos no son meras representaciones físicas de una persona, sino más bien “fotografías” interiores que desnudan sus emociones de una forma sutil y poética.
Aunque Fernández es considerada como una de las pioneras del arte abstracto en Costa Rica, ella sostiene que abstracción pura no existe porque “todo figura algo”.
Su trabajo serial le permite alimentar una serie con los elementos de la anterior de modo que se traslapan entre sí.
La exposición se exhibe de lunes a domingo de 9:15 a. m. a 5 p. m. en los Museos del Banco Central bajos de la plaza de la Cultura. La entrada general es de ¢1.500 y los miércoles es gratuita.