Los aplausos: el premio al esfuerzo

Momento cumbre: Estudiantes y profesionales de la danza explican lo emotivo de presentarse por primera vez

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Soportar largas jornadas de ensayo, perderse actividades familiares y balancear estudios, trabajo y coreografías, son parte de los sacrificios que los estudiantes de baile profesional realizan con tal de conseguir el máximo premio: el aplauso del público.

Las academias entrenan varias horas semanales para preparar a sus alumnos hacia ese momento: el de demostrar su talento en su primera presentación.

Es el caso de Maziel Brenes, quien trabaja en una veterinaria, está a punto de finalizar esa carrera y tiene dos años en la escuela de tap TapTicas, en San Pedro.

“Es importante la preparación tanto en lo dancístico como en lo musical. No solo es bailar y ya. Es hacer música con los pies. Para una presentación que dura minutos, inviertes horas, días y hasta meses en ensayos. Hay muchos nervios, pero cuando sales al escenario lo disfrutas y se te va el tiempo volado. Los aplausos al final son el mayor pago que recibimos”, contó Brenes, de 28 años.

Su profesora, Carolina Guzmán, tiene cuatro años enseñando este tipo de baile y recordó que su debut fue en Estados Unidos. A pesar de la barrera del idioma logró ganarse un cupo en el espectáculo para el que entrenó. “No hablaba inglés. Iba a ensayos pero no le entendía a la ‘profe’. Copié los movimientos y terminé siendo una de las principales. Cuando se ama algo no hay límites. Fue la primera vez que mi mamá me vio bailar en un escenario. Eso también pesó”, dijo.

Diana de la O es bailarina latina profesional. Comentó que esa primera presentación en público es la prueba de fuego donde se ve de qué está hecha esa persona. A su parecer ese primer contacto con la luz del escenario va acompañado de nerviosismo y ansiedad. Sin embargo, pasados esos segundos, el bailarín, por medio de su arte, se transforma en alguien totalmente diferente.

“Ese día te das cuenta si vos vas a vivir para bailar. La sensación es única, la música, las luces, la prueba de sonido. Los aplausos son el motor que te impulsa a seguir en esto. Es que te llena. Una vez que sentiste lo maravilloso de pisar el escenario te llega el deseo: ‘necesito estar ahí otra vez’”, describió De la O, quien ya participó en obras de teatro como Juan Cabaret de Alex Costa, y espacios de televisión en canal 7 como Dancing with the stars .

Para Tammy Martínez, estudiante de danzas del Medio Oriente en la Academia Amar, el momento de brillar en un escenario es más que una experiencia: es un estilo de vida. Para esta vecina de Pavas, periodista de profesión y con 41 años, esta conexión con las danzas árabes va más allá de un baile: representa todo un ritual.

“Yo encuentro en la danza un medio de sanación interno. Más que bailar para otras personas, bailo para mí. Cuando llegas al escenario se te olvidan los problemas y lo haces un momento íntimo. Conectas mente, cuerpo y baile y lo disfrutas tanto que sales relajada, como en paz contigo misma”, expresó la alumna.

Su primer espectáculo fue en el Teatro de la Danza, en el CENAC, y aunque es normal sentir ese cosquilleo en el estómago al salir a enfrentar el público, dijo que la experiencia no la olvidará.Su profesora y directora de la academia, Estelle Zaghloul, cuenta que las reacciones de sus estudiantes son muy variadas al debutar frente a público. “A las niñas les da pánico y no quieren salir, o quieren volver a la tarima al final. Las adolescentes y adultas lo ven como un reto. A mí nunca me ha pasado que me digan, ‘nunca más’. Quedan con esa adicción a sentir esa adrenalina en el escenario”, expresó.