Las esferas del Diquís en un día muy especial

En el Diquís. El Sol llega al cenit y deja un mensaje en las esferas de piedra

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Ifigenia Quintanilla ifiquintanilla@gmail.com

Hoy es 30 de agosto. Hoy es un día especial en Costa Rica. Todos los 30 de agosto y los 12 de abril –con variaciones en los años bisiestos–, los rayos del Sol caen perpendiculares sobre el territorio costarricense. En estos dos días del año, el Sol está en posición cenital.

En Costa Rica, la Fundación para el Centro Nacional de la Ciencia y la Tecnología (CIENTEC) da difusión a estas dos fechas y trata de motivar a la gente para que salga a un lugar soleado antes de mediodía –a las 11:30 a. m. es mejor– y vea cómo su sombra se achica hasta desaparecer en el momento del cenit.

En la página de Internet de esta fundación dedicada a la ciencia y a la tecnología se indica que el fenómeno del Sol cenital es muy especial pues solo se produce en la región intertropical (entre el trópico de Cáncer y el trópico de Capricornio). Se añade:

“Cada región tiene dos días de perpendicularidad al año de acuerdo a su latitud. Esto no sucede al mismo tiempo, como es el caso del solsticio y del equinoccio, momentos especiales para toda la Tierra. En el caso del Sol perpendicular, este fenómeno se va moviendo sobre el territorio costarricense del sur al norte en la primera parte del año, y luego pasa del norte al sur en la segunda”.

Un día como hoy sería muy significativo si no viviéramos tan alejados de mundo natural, inundados de calendarios, de relojes y de información que nos resuelve la vida cotidiana.

Sin embargo, para la mayoría de la gente, esta fecha pasará inadvertida porque ya no necesitamos mirar el cielo, seguir los movimientos del Sol, de la Luna ni de otros astros para ubicarnos en tiempo y el espacio. Mucho menos nos interesamos en observar nuestra propia sombra.

Alineamientos. En otros tiempos, mirar el cielo, observarlo, registrar lo que pasaba en él y en la Tierra era fundamental. En la América precolombina lo que hoy llamamos ‘astronomía’ fue parte de la vida cotidiana. Muchas observaciones de lo que pasaba en el cielo se acumularon como conocimiento que sirvió para organizar el tiempo y el paisaje, crear calendarios, organizar el trabajo agrícola, y definir los rituales y los actos conmemorativos.

El conocimiento basado en la observación sistemática de los astros se materializó de distinta manera. Se crearon observatorios, se construyeron lugares orientados según eventos astronómicos, y se creó una serie de objetos y estructuras que sirvieron para generar más conocimiento, registrar información y facilitar la observación.

Generalmente, los estudios de arqueoastronomía en la América precolombina, se han concentrado en los grandes centros de desarrollo de Mesoamérica y la zona andina, y se ha considerado el conocimiento astronómico y matemático como algo propio de “grandes civilizaciones”, como las de los mayas, los incas y los aztecas.

En el caso de la historia antigua de Costa Rica, la arqueoastronomía no ha sido un campo de interés científico. Se han hecho algunas aproximaciones a partir de figuras grabadas en piedra, o bien se ha especulado sobre objetos arqueológicos considerados misteriosos. Sin embargo, todo esto ha sido algo ocasional, muchas veces especulativo y sin un asidero científico potente.

Hoy, 30 de agosto, cuando el Sol está en el cenit en esta parte del mundo, es un buen momento para reflexionar sobre un aspecto intrigante –un misterio, al decir de algunos–: los alineamientos de las esferas de piedra de origen precolombino del Diquís, en el Pacífico sur.

Existen registros de varios sitios arqueológicos con conjuntos de esferas alineadas en distintas posiciones. Tristemente, estos conjuntos han desaparecido, y el único que se conserva se encuentra en Finca 6, un yacimiento ubicado entre Palmar sur y Sierpe, en Osa.

Finca 6. Generalmente, las interpretaciones sobre las esferas de piedra precolombinas del sur del país se han enfocado en visiones centradas en su papel de objetos vinculados al rango y al poder en sociedades jerarquizadas de tipo cacical o jefaturas.

Las esferas también se han interpretado desde la perspectiva de la comunicación simbólica y como parte de paisajes culturales donde ocupaban un papel especial debido a la singularidad de su forma y la monumentalidad de muchas de ellas.

Sin embargo, la mirada hacia las esferas puede cambiar. No solo podemos interpretarlas como objetos escultóricos de uso público y como objetos vinculados a los centros de poder.

Ahora pensamos que algunas de ellas –especialmente las de tamaño voluminoso y acabado fino– pudieron haber sido artefactos que sirvieron para fines astronómicos y de control del tiempo, como podría evidenciar el conjunto de Finca 6.

En Finca 6 hay dos alineamientos paralelos de esferas que están orientados 80º al nordeste. Son cinco esferas. Dos de ellas miden 190 cm de diámetro, otra tiene 180 cm, y las otras dos miden 150 y 140 cm respectivamente.

Hasta hace poco tiempo se sabía que el Sol salía en la misma dirección de los dos alineamientos de Finca 6 a mediados del mes de abril. Se había especulado que esto tenía relación con el inicio de las lluvias y con ciclos agrícolas, pero no había nada claro al respecto.

El año pasado, un pequeño grupo de investigadores –del que formé parte– pudimos avanzar en la resolución del porqué de los alineamientos conservados en Finca 6. Gracias a la intuición y la perseverancia del antropólogo Federico Guevara –un enamorado de la astronomía y de la matemática– constatamos que los alineamientos de Finca 6, tal y como están ahora y a falta de conocer si hay otras esferas en el lugar, coinciden con las dos fechas del Sol cenital en el Pacífico sur del país.

Evocación. Experimentar la salida del Sol el 12 de abril y el 30 de agosto y los días cercanos, es una experiencia sensorial en Finca 6. Aquí, las condiciones del clima, la temperatura, la lluvia o la niebla influyen en la luz, en la visibilidad o la luminosidad del Sol. Por tanto, hay diversos factores que convierten este fenómeno en algo más allá que el anuncio de que el Sol estará en el cenit.

A las 11:34 antes del mediodía de cada día de Sol cenital, y a diferencia de otros objetos que se quedaban sin sombra o con la sombra empequeñecida, las esferas se dividen en hemisferios. La parte media superior se ilumina y la inferior queda ensombrecida. Este es el final del movimiento de sombras que se da mientras el Sol las cubre. Esto mismo ocurre a lo largo del año, con la diferencia de la inclinación de las sombras por la posición del Sol.

Hemos observado que los alineamientos de Finca 6 coinciden en su orientación con las dos fechas del Sol cenital en la región. Esto nos lleva a proponer tentativamente que la gente de Finca 6 marcó las dos fechas del Sol cenital con esferas de piedra situadas en un campo abierto.

Además, hemos constatado que las esferas –como forma tridimensional– proyectan la sombra de una manera especial de acuerdo al movimiento de la luz. Con esta información tenemos la base para iniciar una investigación sistemática e interdisciplinaria que nos ayude a profundizar en el conocimiento astronómico de la gente de las esferas y en el uso de las sombras como “reloj”.

Hoy es 30 de agosto y las esferas y el paisaje de Finca 6 nos ayudan a hacer memoria. Hoy, más que nunca, las esferas constituyen objetos de evocación del pasado y fuente para conocer la historia antigua de los pueblos indígenas. ¡Qué bueno que Finca 6 sea hoy patrimonio cultural de la humanidad! ¡Qué bueno que hoy sea 30 de agosto y que el Sol nos recuerde que tenemos sombra cambiante, que nos informa, que nos hace recordar y aprender!

La autora es arqueóloga; ha publicado el libro ‘Esferas precolombinas de Costa Rica’ (Museos del Banco Central).