La obra de Elena Poniatowska ofrece una ventana al México de los siglos XX y XXI

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Elena Poniatowska recibió En noviembre el Premio Cervantes, el máximo reconocimiento para un autor en lengua española. Así se convirtió en la primera mexicana y apenas la cuarta mujer en recibirlo, un hecho muy adecuado para una autora que se ha especializado en narrar vidas de mujeres extraordinarias.

Poniatowska nació en París en 1932, y la guerra la empujó, junto con su madre y su hermana, a México. Siempre ha contado que su verdadera educación se la dieron las mojas con las que pasó sus años de estudio. A lo que aprendió posteriormente nunca lo menciona; de allí, pasó a la calle y a la gente. Pasó a escuchar.

¿Cuáles son los autores que ha mantenido más cercanos? “Son muy diversos. Tengo una gran admiración por una mujer que se llama Mercè Rodoreda, una mujer catalana que escribió una novela sobre la guerra española en la que nunca se ve la guerra. Se llama La plaza del diamante . Es un libro que yo admiro muchísimo. Admiro a los mexicanos, a Rulfo, a Octavio Paz, a Fuentes... También admiro a Rosario Castellanos”, respondió a Viva .

Bajo la égida de sus letras, emprendió el relato de incontables personajes en la forma de novela, crónica, entrevista, teatro, cuento... Libros como Hasta no verte, Jesús mío (1969), Tinísima (1992) y Leonora (2011) han retratado a mujeres que se resistieron a calzar. Otros, como el Todo empezó el domingo (1963 y el monumento de La noche de Tlatelolco (1971), han dado cuenta de momentos que dieron un vuelco a la historia de su país y a los personajes que lo poblaron.

A la vez feroz e ingenua, cariñosa e implacable, Poniatowska ha hecho de su obra una amplia mesa de café en torno a la cual los grandes personajes y los múltiples lectores latinoamericanos han estado felices de conversar.