La novela ‘Señora del tiempo’ es ciencia y brujería

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La ciencia busca respuestas en la rigurosidad metodológica, pero ¿será posible encontrar soluciones y mejores resultados científicos con un equilibrio entre la ciencia y la naturaleza humana: misteriosa intuitiva y sobrenatural?

La novela Señora del tiempo posibilita una idea distinta del quehacer científico: une lo racional con lo sensorial/extrasensorial; la objetividad con la subjetividad; las ciencias puras con los estados naturales e intuitivos del ser humano. ¿Es posible predecir los terremotos en forma sobrenatural y aprovecharlo en la ciencia?

Laura Quijano de nuevo incursiona con una novela de ciencia-ficción, publicada por Uruk, Editores, con escritura fresca por la claridad con la que construye los acontecimientos e integra diferentes recursos para armar la historia. Esto permite al lector disfrutar de una lectura amena e interesante.

La ciencia-ficción en Señora del tiempo tiene un matiz atractivo porque el sustento científico y la ambientación se construyen en una forma natural, que nunca se ve forzada en la narración.

Los temas científicos están unidos con un contexto común de la vida costarricense del futuro, con la que nos identificamos plenamente y hace muy creíble o verosímil la ficción de la novela: cercana a la realidad de la investigación científica, sin caer en exageraciones ficcionales; y las descripciones y acontecimientos científicos se integran en ambientes cotidianos.

Los temas geológicos y tecnológicos también se interrelacionan finamente con puntos de sentido en la ficción y nunca se ven comprometidos o forzados.

Con esa ambientación, es interesante la forma como la novela une la ciencia-ficción con lo fantástico-maravilloso: ambos elementos se integran.

En los años 80, Isaac Asímov hablaba del error de separar la ciencia-ficción (vista como ficción realista) y la literatura fantástica. Acuñaba la ciencia-ficción y la literatura fantástica en lo que él llamaba “ficción surrealista” apelando a aquello que se sale de lo real.

Par a Isaac Asímov, la diferencia radicaba en la propuesta y en la percepción de la ciencia y la tecnología como la imaginación de un cambio posible, pero, en el momento de plantear los acontecimientos de la ciencia-ficción, todo es predecible: lo que puede o no pasar en la realidad.

Una interpretación de la idea de Asímov es que, en la ciencia-ficción, siempre encontraremos incursiones en lo inesperado, e incluso en lo sobrenatural, sin separar ambas cosas –como no se las separa en Señora del tiempo

En esa novela, aquella asociación se logra con armonía precisa y agradable para el lector porque lo sobrenatural se unifica con la ciencia en una forma llamativa.

En esta novela, lo asombroso y lo maravilloso no se oponen a la racionalidad de la ciencia, pese a la tendencia a la racionalización que la sociedad y las personas pretenderían.

Los personajes femeninos son fuertes, y la ciencia no compite con ellos; más bien, aprende y encuentra salidas para predecir los terremotos.

Lo extrasensorial es parte de la misma naturaleza de los personajes femeninos con distintos grados de desarrollo: desde la intuición de la geóloga Elena para buscar un apoyo para la ciencia en lo sobrenatural, hasta lo sobrenatural de las mujeres llamadas “brujas”, potenciado en los dones que poseen.

Así, lo sobrenatural se hace ya posible, aceptable como parte del mundo narrado, absolutamente creíble y admitido por el lector.

Los personajes femeninos, además, son mujeres decididas, inteligentes, con dones; visionarias y poseedoras de una capacidad transformadora, incluso aquellas con cualidades menos positivas o incomprendidas, como las llamadas “brujas”.

Con esta propuesta ficcional, el libro brinda una manera consistente de mostrar la ciencia-ficción, que supera los lugares comunes y con fundamentación bien lograda que da credibilidad al texto.

La novela presenta otros temas subyacentes, como la corrupción gubernamental y política, que se aprovecha del desarrollo urbanístico y del manejo de la energía que traspasa el ámbito público y privado.

Señora del tiempo es un libro muy cuidado en la forma; es claro y ameno, y podrá ser disfrutado por lectores de cualquier edad pues genera rápidamente una conexión entre el mundo narrado y el lector.