La extraña jota de Juan Ramón

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La jota es la única consonante que es letra y música (porque es un baile). La jota puede también cantarse, y, cuando se la canta, la jota es vocal.

Además de trabajar mucho como letra (sobre todo, en los jueves de julio), la jota es un baile aragonés, como bien sabemos quienes encontramos natural lo propio y folclórico lo ajeno. El folclor es la obstinación de alguna gente en ser distinta de nosotros.

La autoestima colectiva es la seguridad de que a nosotros nos inventaron primero, o la convicción de que, si llegamos algo después, el mundo estaba vacío porque solo existían los demás.

Adán nos sembró personalmente en el jardín de los árboles genealógicos, y solo nuestra bien celebrada modestia nos impide elogiar sus frutos. En fin, nos gustaría compartir nuestro amor, mas es propio.

Volviendo a la letra-baile, se ignora el étimo (la antigua palabra original) de ‘jota’ = baile. En su multitudinario de páginas Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (v. III, p. 528), Joan Corominas se pierde con nosotros cuando intenta explicarnos el étimo de ‘jota’, se rinde y lo da por “incierto”.

En los diccionarios etimológicos, la marca de “incierto” aparece cuando la explicación del pasado se la cargan al futuro.

Como fuere, y ya en su condición de letra, la jota fue una manía muy celebrada por el gran poeta español Juan Ramón Jiménez Mantecón (su nombre completo). Don J. R. J. desterró la g de sus escritos en los grupos ge y gi, y los reemplazó con je y ji (‘jente’, ‘antolojía’).

Así, con el venezolano-chileno Andrés Bello, el argentino Domingo Faustino Sarmiento y el peruano Manuel González Prada, Juan Ramón fue otro escritor empecinado en reordenar el orden ortográfico, pero ninguna academia lo siguió.

Algunos círculos académicos pueden ser muy cuadrados, pero en esta vez tuvieron razón.

Además de la j, a Juan Ramón Jiménez le entró la manía (= ‘locura’ en griego) de boicotear la letra equis. J. R. J. solía escribir ‘esperimento’, curiosa “palabra” que le resultó eso mismo.

¿Por qué J. R. J. despejó la x? Es una incógnita. Sí sabemos que la x es la tijera que un jardinero olvidó en el abecedario, y que la x es la cruz que una respuesta equivocada carga en el calvario de un examen. La x es una v narcisista que se quedó enamorada de sí misma cuando se miró en un río de palabras.

Uno de los deportes paralingüísticos más practicados es la tildación de las academias de “anticuadas”. Mucho de razón hubo en esta censura; empero, olvidamos que la Real Academia Española nos simplificó la vida ya en 1741, cuando publicó su Ortografía de la lengua española atenuando el uso de la y y suprimiendo los dígrafos ch, ph, ps, rh y th , de origen griego. Por ello, ahora escribimos ‘salmo’ (no ‘psalmo’), ‘física (no ‘phýsica’), ‘sicología’ (no ‘psychología’) y ‘ritmo’ (no ‘rhythmo’).

Vaya que vamos bien, aunque a veces imaginemos que, de la ortografía, no entendemos ni jota.