La cuna de los educadores ticos festeja su centenario

La institución nació por decreto ejecutivo durante el gobierno de Alfredo González

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“Vean qué hombre más guapo; está parado aquí al frente de ustedes. Vean la percha. Este era mi uniforme de la Escuela Normal. Es tan lindo, es tan gentil, es tan humano, que todavía lo guardo”. Ataviado con un saco azul algo raído, pantalón gris, camisa blanca y zapatos negros bien pulidos, don Carlos Méndez recordó entrañables anécdotas de sus años como “normalista”, en un homenaje celebrado esta semana para conmemorar el centenario de esa institución.

Los hombres y mujeres que pasaron por las aulas de la Escuela Normal de Costa Rica fueron educados para educar.

“A nosotros nos enseñaron a formar personas, más que estudiantes. Lo que se buscaba era rescatar aquellos valores y principios que nos convierten en grandes seres humanos, como la honradez, la responsabilidad, la claridad, la disciplina”, explicó Méndez, quien estudió allí a finales de los años 50.

El 28 de noviembre de 1914, durante el gobierno de Alfredo González Flores, se firmó el decreto N.º 10 que establecía la creación de la Escuela Normal “para varones y señoritas”. La entidad empezó a funcionar formalmente en 1915, en el edificio que hoy alberga al Liceo de Heredia.

Desde ese año y hasta principios de la década de los años 40, la Normal fue cuna de miles de educadores que se convirtieron en verdaderos profesionales en el arte de instruir.

“Las escuelas normales surgen a finales del siglo XVIII en Francia y el principio básico es la formación de educadores. Educar a un niño o a un joven es todo un arte porque se trata no solo de modelar su intelecto, sino también su espíritu”, resaltó Erick Francisco Bogarín, coordinador de la Comisión del Centenario de la Fundación de la Escuela Normal de Costa Rica.

Recuerdos. El primer director de la Escuela Normal fue Arturo Torres Martínez y luego desfilaron por el cargo renombrados intelectuales, como Roberto Brenes Mesén, Joaquín García Monge, Carlos Gagini y Omar Dengo Guerrero.

Bogarín destacó que la metodología de enseñanza de la Escuela Normal iba más allá de memorizar o repetir, para poner énfasis en el análisis y el razonamiento. “Las lecciones eran diálogos entre el profesor y los alumnos que se estaban preparando para ser maestros. Era un proceso para la formación de un ser humano integral”, agregó.

Además de las materias convencionales como Ciencias Naturales, Matemáticas, Geografía o Historia, los futuros maestros también aprendían sobre literatura, manualidades, deportes, nutrición y hasta agricultura.

Ángela Sáenz recuerda su experiencia como profesora de Salud en la Normal.

“En esa época no era común impartir educación sexual. Tuve que viajar a San José a informarme sobre el tema en centros educativos privados que sí daban cursos y ver cómo adaptaba yo esos temas en grupos mixtos. Entre los estudiantes había mucho entusiasmo y curiosidad y las preguntas ponían rojo a cualquiera”, contó entre risas.

Para Míriam Álvarez Brenes, de 86 años, parece ayer cuando ella y varias de sus compañeritas del kínder de la Escuela Normal bailaron nada más y nada menos que frente a la escritora chilena Gabriela Mistral, en su visita a Costa Rica, en 1932. “Escogieron a varias niñas para participar en una ronda (baile infantil). Nos vistieron con trajecitos de georgette y sandalias bordadas de lentejuelas”, rememoró Álvarez.

La Escuela Normal puso a Heredia en contacto con el resto del país, pues había estudiantes de todo el territorio nacional.

“Heredia era un pueblito pequeño, cerrado y provinciano. La Normal cambió eso y fue como un crisol en el que se hizo presente Costa Rica en nuestra provincia. La Normal ‘costarriqueñeó’ a Heredia”, dijo Méndez, orgulloso con su uniforme de la cuna de los educadores.