La Carpio vibra al compás del espectáculo ‘Alicia en el país de las maravillas’

El espectáculo de ballet contemporáneo Alicia en el País de las Maravillas refugia una célula de su producción en el talento y esfuerzo de los artistas de Cueva de Luz en La Carpio

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Desde el último piso de la casa del Sistema Integral de Formación Artística para la Inclusión Social (Sifáis) se ve La Carpio.

Desde julio, todos los sábados por las mañanas, entre ocho y once niños se aferran a las rejas de Cueva de Luz como si fueran barras de ballet . En medias o descalzos, siguen las instrucciones de la profesora de la academia de baile Danzay, Vanessa de la O, mientras, afuera, el sol comienza a calentar sobre los techos de zinc.

“Prácticamente los sábados vivimos aquí”, cuenta Andrea Fonseca, madre de Deyferson Chavarría, uno de los pequeños que debutarán con el elenco de Alicia en el País de las Maravillas el próximo 3 de diciembre.

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Durante el ensayo del sábado 29 de octubre, además de Deyferson, bailaron al compás de la marcha de las cartas las niñas Alison Chavarría, Leslie Castro, María Fernanda Castillo, Natalia Cano, Paula Suazo, Gabriela Gómez,y Dayana Martínez.

El grupo aplicó a una pequeña audición organizada por los productores: el Teatro Nacional, Danzay y el Sifáis. El grupo de las tres entidades se llama a sí mismo Movimiento Alicia porque espera continuar el sistema de trabajo en próximos montajes de la obra.

“Andaba con mi hermana en una clase de artes plásticas y vino Maris Stella Fernández (presidenta del Sifáis) y me llamó para hacer una audición. Al día siguiente, fui al Teatro Nacional a audicionar y una semana después salí en las listas”, cuenta María Fernanda Castillo sobre cómo se inscribió al montaje.

Tanto ella como Deyferson son casos vistosos sobre el impacto del Sifáis: después de llevar clases en Cueva de Luz, llevaron sus estudios artísticos a las aulas del Conservatorio de Castella para especializarse en las disciplinas de su interés (María Fernanda con artes plásticas y teatro; Deyferson con música y danza).

“Ha sido muy emocionante, principalmente porque nunca había salido en el Teatro Nacional”, dice Castillo sobre la experiencia con Alicia...

Pese a que los niños son los únicos que subirán al escenario , las 15 funciones exhibirán creaciones de otros habitantes de la Carpio, los vestuarios grupales de un grupo de costureras y la escenografía ensamblada por un joven constructor.

Así como de la O supervisa las clases de los niños bailarines, la directora de vestuario, Yorlenny Esquivel, y el director escénico , Óscar Soto, se encargan de dirigir todos los procesos que Cueva de Luz hospeda como un segundo laboratorio artístico del ambicioso espectáculo de ballet contemporáneo imaginado por la directora María Amalia Pendones.

Mano artesana. En el segundo piso de Cueva de Luz , tres costureras prueban, una y otra vez, materiales para los disfraces de un grupo de cortesanos.

“El único disfraz que hice en Nicaragua fue de payasito. Hace poco hice uno de chef”, afirma Marisol Quesada, de 41 años. “Entre más se mete uno esto más hay (por aprender). La costura es como la música”.

La artesana recibió diplomas de costura en su país y desde hace tres años da clases como voluntaria en la célula de empredimiento del Sifáis, Entre costuras.

Junto a sus compañeras María Sánchez y Mairena Martínez, resuelven con telas, alambres y pletinas, la visión artística de la directora de Alicia... quien imagina enaguas en forma de pétalos de rosa y trajes que oscilen con el cuerpo de sus bailarines.

“Lo que más me costó fue meter los alambres. Me corté toda”, recuerda sonriendo Sánchez sobre la experiencia del vestuario de las rosas rojas.

Como directora de vestuario, Esquivel aplica lo aprendido en otros montajes de Danzay e instruye a su equipo de artesanas.

Conseguir las telas adecuadas, coinciden Esquivel y Pendones, es el reto más grande del vestuario. Los vestuarios de los personajes principales conllevan un proceso aún más experimental.

El trabajo con las costureras, describe Esquivel, ha sido llevadero porque tras el primer traje terminado –el de las rosas– continuaron casi solas la labor.

“El empeño que le ponen, la alegría con la que trabajan, es una experiencia diferente y bonita”, explica Esquivel sobre su equipo. “Que el Sifais esté capacitando a todas estas mujeres es beneficioso para todos los que trabajamos así y sabemos que podemos contar con ellas”.

La mano de obra tanto de las costureras como del asistente de escenografía son puestos remunerados. Danzay sufraga el trabajo de las costureras y de Vanessa de la O como asistente de ensayos. Entre el Teatro Nacional y el Sifáis costean el trabajo de los constructores de escenografía.

Soldaduras. Cueva de Luz es un hogar muy grande para niños y adultos que aprenden, enseñan y conviven.

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En su habitación del tercer piso, el edificio alberga la estructura de la escenografía de Alicia en el País de las Maravillas : un agujero metálico que simboliza al agujero por el que comienza el viaje de la protagonista; un trono desproporcionado y la casa en la que el cuerpo de Alicia se desborda tras comerse un pastelito.

“Es algo muy estructural, explica el creador de los diseños, Óscar Soto. “Queremos que todo sea muy honesto con el material”.

El artesano que une y finaliza las piezas, Yader Avilés, trabaja en construcción desde los 15 años cuando ocupaba el dinero para financiarse un puesto en un equipo de fútbol local.

“Me gusta la arquitectura”, sostiene Avilés sobre su pasión. “Me metí a trabajar en construcción porque es el epicentro del que surge la arquitectura (...) Es una forma social de convivir con diferentes ámbitos de trabajo”.

El fenómeno de educación social que promueve el Sifáis es la aspiración más grande del Movimiento Alicia. La continuidad del proyecto es esencial, corrobora la directora y creadora del montaje.

“Los más importante es educar: enseñar la rigurosidad del proceso artístico. El proceso artístico es de las cosas más rigurosas y difíciles”, resume Pendones sobre su visión. “La formación artística es muy importante”.

Alicia en el País de las Maravillas tendrá 15 funciones entre el 3 y el 18 de diciembre. El 2 de diciembre se organizará un función especiales para el público de los vecinos de La Carpio. Las entradas para las presentaciones cuestan entre ¢8.000 (galería) y ¢30.000 (butaca) en la boletería física y digital del Teatro Nacional.