José Solórzano, habitador de laberintos

‘Mitografías’. El joven artista ofrece impresionantes pinturas en la Galería Dinorah Bolandi, del Melico Salazar

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El mar flota sobre el fondo del cuadro. Sobre el agua esmeraldínea viajan columnas dóricas, el casco de Palas Atenea y los perfiles de unos dioses que se han lanzado al mar desde el Olimpo (por algo nos inventaron los deportes). Sobre el mar viaja también un trozo del laberinto de Creta, como si el mar no fuese ya un laberinto donde ni siquiera hay muros que nos den la esperanza de escapar. Este mar es un cuadro de José Solórzano y una celebración de los mitos de Grecia a la vuelta de la esquina.

La esquina es la del Teatro Popular Melico Salazar. En su segundo piso, la Galería Dinorah Bolandi nos ofrece la exposición Mitografías: veinte cuadros de aquel joven artista. Cada uno resume, estiliza mitos de culturas del mundo.

Manos a la obra. Las obras se ejecutaron con pintura acrílica sobre lienzo en formatos medianos. Como el de Creta, las pinturas asemejan ser laberintos de colores y de formas, y son invitaciones al vértigo.

Para realizar un cuadro, José busca ilustraciones y videos vinculados con las artes de una cultura. Luego escoge motivos (rostros, manos, columnas, dibujos geométricos...) y los reproduce al lápiz sobre un papel.

A continuación, el artista define los colores del fondo de la pintura. Por ejemplo, en Arte indígena costarricense , Solórzano eligió un dorado dominante, alusivo al oro de la joyas precolombinas. Sin embargo, también hay otros colores de fondo, que sugieren mezclas arbitrarias.

El fondo se ejecuta con brocha, espátula y estarcido (o esténcil: papel recortado con figuras vacías; se pone el papel sobre el lienzo y se pasa una brocha que estampa las figuras en la tela). “Esa imprecisión de los fondos nos recuerda la distancia que los mitos mantienen con respecto al orden racional”, afirma Solórzano.

Para trazar los dibujos, José no usa pincel, sino pequeñas bolsas de plástico que llena del material acrílico; perfora una punta de la bolsa de modo que la pintura pueda gotear o estampar líneas continuas. El lienzo espera sobre una mesa horizontal, y el artista dibuja desde lo alto. Solórzano gira alrededor de la mesa en vez de hacer virar la tela. “Pintar es como una danza”, asegura.

Geometría y color. Las líneas son más o menos finas, y ofrecen relieves que añaden otras dimensiones a las obras. Solórzano trabaja sin guía de lápiz sobre la tela. “No se pueden corregir los errores”, precisa. Los dibujos demandan también una extrema concentración pues muchos son imágenes pequeñas. “Esta parte del trabajo es muy intensa: parece una experiencia mística”, describe José.

Los elementos aparecen en partes: el trozo de un penacho, el capitel de una columna, la cabeza de un toro... Parecen flotar sobre la tela: derechos, diagonales y volteados, inquietos y fugitivos.

Las piezas exponen contrastes: la minuciosa precisión de las figuras contra los fondos inciertos; los colores inciertos contra su significado (rojo = vida; amarillo = riqueza; azul = noche); la dispersión de las partes (fracciones de azulejos mudéjares) se buscan entre sí para recomponer su ser original (un palacio mudéjar).

“Los visitantes me han hecho ver aspectos que yo no percibí, quizá porque ellos rearmaban las ‘piezas’ de un mito a su manera, recordando imágenes que habían visto antes y que yo no conozco”, indica el pintor.

Mundos y mitos. La pieza inicial es Prehistoria. “Con el fondo rojizo quiero dar la sensación de una caverna tibia al calor de las llamas”, explica Solórzano.

En esa cueva plana, imaginaria, deambulan ciervos, caballos, toros..., y dos manos estampadas firman la partida de nacimiento del arte universal. “Me inspiré en las cuevas de Lascaux y Altamira”, informa José.

“En Mesoamérica partí de la idea del bosque como centro del universo. El color rojo es el del Sol y representa la vida”, detalla el artista. A su vez, América antigua es una geografía ambiciosa pues visita mitos de Norteamérica y de Suramérica. Las líneas de Nasca asoman, y el Mono quiere saber dónde se metió la Araña.

En Arte precolombino costarricense, los motivos de reptiles surgen de la cerámica. También sobrevuela el ave-pico estilizada: el pájaro que lleva las almas de los muertos al inframundo y que aparece en piezas de jade de la alta Talamanca.

Otra obra inspirada en el arte antiguo costarricense refulge en amarillo-oro. Los sellos de cilindro han rozado el lienzo. Reptiles van de un lado a otro, y un águila bifronte representa el mito de la dualidad en los pueblos aborígenes: “Cada persona era una suma de varias personalidades”, anota el artista.

Europa católica cruza el arte románico con el bizantino. Las figuras de Cristo se repiten: el Juez del Mundo con el Libro de la Ley. Las letras alfa y omega (primera y última) nos rememoran un pasaje del Apocalipsi s (XXI, 6) que sintetiza a Dios: el comienzo y el fin. Los cuatro evangelistas llegan representados por sus símbolos: ángel, león, buey y águila.

En Antiguo Egipto , el artista ha evitado los habituales dibujos de los jeroglíficos para, en cambio, diseñar flores de papiros, joyas de sarcófagos, la barca del Sol y una red de canales –el agua son líneas quebradas y azules–.

El cuadro Asiria y Mesopotamia reconstruye muros gigantes que ya no están con nosotros, como la puerta de Ishtar : azul, tan antigua que es como una prima del tiempo. Los leones de piedra se han tornado línea y aire.

Japón recupera trazos de escritura, y diseños presentes en kimonos y en estampas tradicionales de aquel país.

En las dos pinturas dedicadas a los mitos del África rondan máscaras antiguas insinuadas con triángulos. José caza así las esencias y nos hace recordar el influjo que las esculturas y las máscaras africanas ejercieron sobre los artistas de vanguardia europeos en el decenio de 1910.

Joven futuro. José Solórzano Salmerón nació en 1983. Ahora cursa una maestría en Artes Visuales en la Universidad de Costa Rica, y es profesor en la Escuela de Diseño y Comunicación Visual de la Universidad Véritas. Mitografías es su sexta muestra individual.

Solórzano también es escritor y ha publicado La paciencia de los insectos (Ediciones Lanzallamas, San José), libro por el que obtuvo el Premio de Novela Corta del Centro Cultural de España en el año 2011.

“Me gustan mucho las obras de los artistas Rudy Espinoza y Adrián Arguedas, y admiro el cromatismo de Herberth Bolaños”, manifiesta Solórzano.

En cuanto al lujo de seres “flotantes”, los cuadros de Solórzano hacen recordar la exposición Las líneas de la vida , dibujos policromáticos que el maestro Eugenio Murillo Fuentes brindó en el Museo Calderón Guardia en el 2008.

Efraín Hernández Villalobos, historiador del arte y docente en la Universidad Nacional, opina:

–Con gran dominio técnico y capacidad creativa, José Solórzano integra una urdimbre de forma y color. A manera de estructuras superpuestas, permite la explosión de un juego visual donde lo gráfico y lo cromático se integran para crear mundos y ‘narrativas’ pobladas con las metáforas. Estas representan la densa elaboración de mundos imaginados en los que se manifiesta la significación, creada por la humanidad para apropiarse del mundo y dar sentido a la existencia.

A su vez, Marta Rosa Cardoso Ferrer, historiadora del arte y docente en la Universidad Véritas, nos dice:

–El trabajo de José Solórzano reafirma la pintura como un discurso revelador en el arte. En Mitografías resignifica elementos correspondientes a testimonios antiguos, de diversas culturas. A través de un proceso interpretativo que lo acerca al diseño, José reivindica el valor de las simbologías ancestrales en el complejo panorama de nuestra sociedad global.

Solórzano es y será uno de los más firmes creadores de la pintura costarricense: los colores hablan por él; las firmes líneas son su escritura; el gusto por la proporción y su sabiduría para aprovechar el espacio nos adelantan sus próximos años.

José Solórzano es un gran dibujante, y ya sabemos que el dibujo es la llave que prueba al artista de la obra bidimensional.

Si sabe dibujar, que el artista después haga lo que quiera. Precisamente, esto es lo que esperamos de José Solórzano: que haga lo que quiera porque lo que quiera será arte.

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Mitografías se ofrece en la Galería Dinorah Bolandi, dependencia del Museo de Arte Costarricense compartida con el Teatro Popular Melico Salazar. La galería está dentro del teatro. La exposición llegará hasta el domingo 17 de mayo. Horario: de lunes a viernes de 9 a. m. a 4 p. m.; sábados, previsa cita. Teléfono 2295-6000. Facebook: TeatroMelico