José Emilio Pacheco deja un pequeño universo

Mexicano y universal, uno de los poetas más queridos de la lengua española falleció el domingo a los 74 años

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fernando.chaves@nacion.com

Para José Emilio Pacheco , el universo cabía en la concisión de una gota de agua. Para sus lectores, la inmensidad se encuentra en la delicada grandeza de sus humildes poemas. Pacheco, uno de los poetas y ensayistas más apreciados de México, falleció el domingo a los 74 años.

José Emilio Pacheco Berny (Ciudad de México, 1939) era poseedor de una cultura vastísima que condensaba en poemas, ensayos y críticas que atravesaron y unieron a las generaciones de lectores de su país y de Iberoamérica. El viernes 24, salió de paseo, se cayó y se golpeó la cabeza. Cenó con su esposa, la autora Cristina Pacheco, y se durmió. “Nunca despertó de ese sueño, estuvo siempre plácido, tranquilo”, detalló la viuda, según la revista Proceso .

José Emilio murió a causa de un fallo cardiorrespiratorio.

Su poesía era sencilla y transparente, llana y directa. Se balanceaba entre la pequeñez de los mosquitos y la inconmensurabilidad de la historia: todo lo que estaba en el medio caía entre sus versos.

A pesar del cariño de sus lectores, Pacheco era modesto: “Ni siquiera soy el mejor poeta de mi barrio, ¿no ven que soy vecino de Juan Gelman?”, declaró en una ocasión. Al argentino Gelman, fallecido el 14 de enero, dedicó su última columna .

En total, Pacheco deja un legado de 16 poemarios, cuatro libros de relatos, la novela corta Las batallas en el desierto (1981) y la novela Morirás lejos (1967). Entre sus célebres poemarios destacan Los elementos de la noche (1963) y El silencio de la luna (1996); el último fue El espejo de los ecos (2012).

Asimismo, publicó traducciones de autores como T.S. Eliot, Marcel Schwob, Samuel Beckett y Tennessee Williams. Colaboró con guiones para cintas de Arturo Ripstein y escribió unos cinco guiones inéditos.

Vigencia. La ganadora del Premio Cervantes 2013, Elena Poniatowska, escribió un ensayo en el cual destaca la conexión que sienten los jóvenes con la poesía de Pacheco. “Los jóvenes lo quieren porque crea en torno suyo un ambiente fraterno. No habla desde el podio, no discurre, pregunta. Se dirige en tono familiar al que tiene enfrente, casi de inmediato entra en contacto, contigo, conmigo”, opina la autora en el texto, publicado en La Jornada .

Uno de sus poemas, Alta traición , simboliza la dualidad del amor y la angustia por un país herido y truncado. Entre otros poemas, flota en ese péndulo entre la introspección y el compromiso social.

En México, uno de los esfuerzos más valorados de Pacheco fue en el campo del periodismo cultural. Pedro González Olvera, exdirector del Instituto de México en Costa Rica, destacó este papel: “La ausencia definitiva de José Emilio Pacheco representa, entre tantas otras cosas, la pérdida del generoso maestro que ubicó en nivel de igualdad el periodismo de difusión cultural con el resto de los géneros literarios”.

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“De Pacheco aprecio especialmente su condición de ensayista magistral; de literatura lo sabía todo y lo sabía mejor”, opina Víctor Hurtado, editor de Áncora . “José Emilio siguió la noble tradición del ensayismo mexicano, que se remonta a mediados del siglo XIX y alcanza cimas como Alfonso Reyes, Octavio Paz, Carlos Fuentes y Gabriel Said. José Emilio Pacheco es ya otra cumbre”, agregó.

“Gracias a él, y a sus profundos conocimientos, era posible estar al tanto de lo más relevante en el campo literario. Desde su columna Inventario (con su reconocida firma JEP), por no hablar de sus frecuentes artículos aparecidos en revistas y suplementos, lo mismo comentaba las novedades del momento, que textos o autores de épocas pasadas que le demostraba con conocer a cabalidad”, agregó González.

Pacheco recibió premios como el Cervantes (2009), el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2009) y el José Donoso (2001)

Digamos que no tiene comienzo el mar / Empieza donde lo hallas por vez primera / y te sale al encuentro por todas partes , dice en su poema Mar eterno . Pacheco, observador de inmensidades, quiso abarcar de un vistazo el océano. Para ello, sembró infinitos guijarros en la orilla: esos son sus poemas.