Japón, el Sol naciente sobre Macondo

Entendimiento. El intercambio literario puede contribuir a reducir la brecha entre el Japón e Hispanoamérica

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Esteban Córdoba Arroyo esteban.cordoba@gmail.com

“Si la librería tuviera bestsellers , Soy un gato , de Natsume Souseki, sería definitivamente uno de ellos. Los libros de Yukio Mishima y Osamu Dazai se venden muchísimo. A Haruki Murakami no lo traigo porque en todo lado se consigue. Sin duda, a los estudiantes les gusta mucho la literatura japonesa”, afirma Francisco Víctor Aguilar, propietario de la Librería Andante, en San Pedro de Montes de Oca.

Sin embargo, ¿cuánto conocen los japoneses de la literatura hispanoamericana?, ¿cuáles son los autores populares?, ¿existen traducciones al japonés de las obras clásicas del boom hispanoamericano? En el caso de Costa Rica, ¿será que un Joaquín Gutiérrez o un Fabián Dobles se consiguen donde vive el Sol naciente?

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Desde mediados del siglo XX, la literatura de Hispanoamérica se ha abierto camino en tierras niponas y actualmente está desplazando en popularidad a la literatura española, que empezó a traducirse ya desde el siglo XVIII, con la reapertura del Japón a Occidente.

Para los académicos y el público en general, el autor más notorio en lengua castellana es Gabriel García Márquez (1927-2014), seguido de lejos por Jorge Luis Borges (1899-1986). Cien años de soledad supera en ventas al mismísimo El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. En 2014 hubo una cierta conmoción en el mundo literario japonés por la muerte del colombiano. Asimismo, existe un centro de estudios borgianos activo, y las novelas de Roberto Bolaño (1953-2003), particularmente su póstuma 2666, consiguen numerosos adeptos.

“Literatura revolucionaria”. “En el siglo XVIII ya existían traducciones al japonés de obras españolas, pero, solamente después de la Segunda Guerra Mundial, las obras originales del castellano gozaron de gran popularidad, con Hispanoamérica a la vanguardia.

Esa región ya producía obras literarias antes de la guerra; pero, durante el boom de los años 60, las obras comenzaron a traducirse masivamente”, indica el prefacio de Raten Amerika Bungaku wo yomu ( Leamos literatura hispanoamericana ), de la editorial Kokushokankðkai, una compilación de textos sobre el tema de más de quince traductores japoneses.

Para los académicos nipones no se puede separar la calidad estética de la literatura hispanoamericana de las condiciones sociales que la produjeron.

“El éxito de la Revolución Cubana y la tendencia rebelde frente a las dictaduras fueron los elementos que propiciaron el movimiento. Aun su separación estética de Europa se puede ver como una ‘rebeldía’ al lanzarse a experimentar nuevas técnicas literarias, como la fantasía, el suspenso y la magia”, explica Andou Tetsuyuki en Gendai Raten Amerika bungaku ( Viaje junto a la literatura hispanoamericana ; Tokio, Shoraisha, 2011).

Para Ryukichi Terao, investigador y traductor de la literatura hispanoamericana, la buena recepción se debe a que “el estado político y social de Latinoamérica está representado en casi toda su literatura, lo que no es tan manifiesto en otros casos”.

Asimismo, muchos autores aseguran que no es casual el apetito del Japón por una literatura “subversiva”, “contestataria” y “revolucionaria”. En los cursos de historia moderna del Japón de la Universidad de Kyushu, se explica que, “luego de la Segunda Guerra Mundial, los movimientos de izquierda que siempre se habían opuesto a las políticas imperialistas y nacionalistas, salieron de la clandestinidad y gozaron de un gran apoyo moral de la sociedad”.

Realismo mágico. Durante los decenios subsiguientes, un abrumador apoyo popular hizo que, pese a las doctrinas anticomunistas de Estados Unidos, muchos socialistas ocuparan posiciones de jefatura en las prefecturas más importantes del país. Por ejemplo, Minobe Ryokichi (1904-1984), un economista marxista, fue gobernador de Tokio durante doce años en plena Guerra Fría.

La otra razón del aprecio de la literatura hispanoamericana en el Japón es de orden estético. El realismo mágico ha sido estudiado por numerosos académicos y ha conquistado los corazones del público en general.

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“Cuando oigo las palabras ‘literatura hispanoamericana’, la imagen que me viene a la mente es como si alguien me tomara de la mano y me llevase a un mundo donde la realidad es más que lo visible y lo real es mágico”, comenta una usuaria en Ameblog, sitio de internautas japoneses que hablan de literatura.

Ese movimiento simplemente intenta que una representación de lo mágico en lo real, y viceversa, no es incompatible con el sentimiento estético japonés.

Si el objetivo del realismo mágico es “mostrar lo irreal o extraño como algo cotidiano”, guarda relación con el concepto artístico Mono no aware (las cosas conscientes) que propone, como el sintoísmo, que todas las cosas tienen un grado de “vida”. En palabras de Tales de Mileto, “todo está lleno de dioses”.

Nombres y apellidos. “¿Quieres recomendaciones de qué leer para introducirte en ese mundo? Gabriel García Márquez, sin titubear. Cuando hayas leído Cien años de soledad, puedes seguir leyendo Ficciones , de Jorge Luis Borges, y Rayuela, de Julio Cortázar. Olvida el ‘mundo fantástico’ al estilo de El señor de los anillos o Harry Potter , esto es más profundo. Los escritores hispanoamericanos han encontrado una forma de ver lo mágico en lo cotidiano”, afirma Akira Takada, estudiante japonesa de literatura comparativa de Oriente y Occidente.

El concepto “literatura hispanoamericana” es amplísimo, y en el Japón tiene nombres y apellidos. Luego de entrevistar a más de una docena de profesores y estudiantes japoneses de literatura, la respuesta fue unísona: Gabriel García Márquez.

“Gabo es el más famoso, pero muchos japoneses no lo conocen ni a él, y yo lamentablemente no he podido conocer a ningún escritor tico”, comenta Ryoma Takahashi, intérprete del español, graduado de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, quien vivió en Costa Rica.

Cien años de soledad fue publicada por primera vez por la editorial Shinchosha en 1972 bajo el título de Hyaku-nen no Kodoku y con la traducción de Tadashi Tsuzumi. La misma editorial reeditó la obra en 1987, 1999 y 2006. Es curioso que el mismo texto sea uno de los más populares en China, con el título de Bainian Gudu. 

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Mucho por hacer. Jorge Luis Borges no es tan famoso como García Márquez, pero lo sigue en presencia en traducciones disponibles e investigaciones académicas. Su vida personal también ha sido objeto de múltiples estudios y biografías. Incluso hay un grupo activo de estudios borgianos. Sus libros de relatos Ficciones y El aleph son accesibles en casi todas las librerías y bibliotecas.

A ellos los siguen Juan Rulfo (1917-1986) y Reinaldo Arenas (1943-1990), presentes también en casi todas las secciones de literatura hispanoamericana. La vida de Arenas –marcada por la discriminación debida a su orientación sexual y por su eventual suicidio– ha llevado a que su libro Antes que anochezca se ubique entre los más queridos por los lectores.

Aunque ya casi solo por especialistas, también son conocidos Alejo Carpentier, Miguel Ángel Asturias, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Ernesto Sabato y José Martí. Las visitas al Japón de García Márquez, Jorge Luis Borges, Elena Poniatowska, Mario Vargas Llosa, Octavio Paz y Manuel Puig contribuyeron a la difusión de sus obras.

No obstante, la literatura costarricense es casi desconocida aun en las publicaciones más eruditas sobre literatura hispanoamericana en japonés. El poema Alas en fuga, de Julián Marchena, ha sido traducido. Se registran algunas versiones, aunque muy parciales, de Cocorí , de Joaquín Gutiérrez. Son esfuerzos que han pasado lejanos al gran público nipón. Esta es la tarea pendiente.

El autor es periodista costarricense. Ha trabajado como corresponsal de medios de prensa de China para Hispanoamérica, y cursa estudios de posgrado en la Universidad de Kyushu, Japón.