Jacques Aubergy, el traductor francés que se enamoró de Latinoamérica

Aprovechando su visita en la Feria del Libro, ‘Viva’ conversó con el editor europeo del sello L´Atinoir quien publica a autores de la región

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La literatura latinoamericana, fuera de la región, puede verse en múltiples dimensiones. Para Jacques Aubergy, editor de L´Atinoir y aficionado de los textos paridos en la región, siempre se encuentra algo refrescante.

Esperanzado en la difusión de más títulos latinoamericanos, Aubergy edita y traduce desde Marsella, Francia, con la mirada puesta en la tierra trasatlántica.

Con la reciente edición de una antología de jóvenes autores para el libro In Memoriam de Ulises Juárez Polanco, aprovechamos la visita de Aubergy en el país en el marco de Centroamérica Cuenta para conversar sobre sus reflexiones de lo que se escribe en nuestra zona.

¿Cómo se fascinó con Latinoamérica?

—Conocí a la literatura de la región como parte del oficio de librero. En la editorial hemos encontrado muchos nombres que me han demostrado que es una tierra fértil con muchos temas que se han escrito y quedan por escribir. En mi labor de traductor me topé que prácticamente no se traducía lo que se hace en Latinoamérica. Todavía en España, por ser la misma lengua, funciona diferente a Francia. El trabajo de traducción, cuando me formé, me hizo pensar de inmediato en esta literatura.

—¿Cómo ven la literatura latinoamericana fuera de la región?

—En Francia existe una gran atadura con respecto al boom latinoamericano. Yo diría que esencialmente no se conoce lo que se hace, porque queda reducido a ese boom y a los nombres que todos conocemos. Nosotros, desde la editorial, hemos querido llevar nuevos nombres con nuevas temáticas. Lo que importa es la calidad y está claro que en los distintos países de Latinoamérica se puede conocer a la región por medio de lo que se escribe. Por supuesto que hay mucho más para conocer. Yo mismo sigo hablando de Latinoamérica para conocerla.

—¿Cree que se puede sintetizar la identidad de la región según la literatura?

—Mmm... No creo. Cada país tiene sus matices. Sí hay temas en común, pero creo que cada vez esos temas quedan en segundo plano según las intenciones de los autores.

—¿Hay algún componente como la violencia que puede generar interés en lectores de otras latitudes?

—Puede ser. No estoy seguro. Puede deberse también a ese tema del boom y el impacto de escritores célebres. Pero, pienso que no. La idea es que la curiosidad de los lectores los lleve a conocer otros temas. De igual manera, muchos libros que publicamos hablan de violencia aunque no sea el tema central; hablan de migración, aunque no sea la línea principal de la historia...

—¿Cómo elige usted lo que desea editar?

—Ufff, qué difícil (risas). Yo aprovecho oportunidades como estas, como una feria del libro o como Centroamérica Cuenta, para encontrar autores interesantes. Es algo que va desde pasar en librerías hasta las conversaciones que se puedan entablar. De la misma manera, tengo contactos con agentes literarios en distintos países a quienes les tengo confianza y me señalan si debo poner atención a algo en particular. También leo secciones de medios como Página 12 en los que existe la reseña cultural y, sobre todo, en esos sitios puedo encontrar nuevas figuras, en muchos casos jóvenes, que están haciendo buena literatura.

— ¿Cree que se pueda predecir el futuro de los sellos editoriales?

—Uff... Esa es una buena pregunta. Quiero creer que depende de cómo sepamos movernos. Existe el tema de la autoedición que a nivel impreso es de suicidio; todavía en el mundo digital tiene más sentido por las condiciones propias de la literatura digital... Creo que hay que comprender cómo se están cambiando los métodos de lectura.

—Pero, usted no sataniza ese cambio en el lector...

—Para nada. Creo que más bien hay que aceptarlo y estudiarlo. Seguirán existiendo métodos de lectura más tradicional, y hay nuevas formas. Se puede convivir. Uno dentro del mundo editorial debe estar atento al entorno y por eso trato de leer lo que sucede en el mundo para adecuarlo a nuestra realidad como sello editorial.