‘Ixcanul’, premiada en Berlín, la cinta que es un drama propio y universal

Por la cinta, su director, Jayro Bustamante, ganó un Oso de Plata.

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María Lourdes Cortés

La primera imagen que vemos es la del rostro ensombrecido de María, una adolescente a quien están ataviando para una ceremonia. Es el compromiso de la muchacha, quien deberá casarse con el supervisor de la finca cafetalera en la que trabaja su familia. Juana, madre de María, no cesa de alabar las cualidades de la futura esposa y madre. En medio de la algarabía por la supuesta felicidad, la novia ni siquiera sonríe.

Ixcanul es la ópera prima de Jayro Bustamante y obtuvo un Oso de Plata en el reciente Festival de Berlín, con lo que logró uno de los galardones más importantes y prestigiosos del cine mundial.

El filme es una historia universal de mujeres, familias, deseos y frustraciones; no pretende retratar una etnia, sino relatarnos el drama de muchas mujeres en la actualidad.

María intentará escapar del matrimonio con Ignacio, un hombre viudo. Para lograrlo seduce a Pepe, un joven jornalero pobre que sueña con viajar a los Estados Unidos –ese lugar mágico que está detrás del volcán y en el que la fruta se vende pelada–, y pretende irse con él.

Pepe huye solo porque María queda embarazada. La gravidez traería graves consecuencias para ella: no solo la deshonra y la suspensión del matrimonio, sino el riesgo de perder el trabajo para la familia.

Por lo tanto, madre e hija optan por el aborto. En una de las escenas más poéticas, ambas mujeres, desnudas y envueltas en vapor, intentan detener el parto. Recurren a diversos rituales mayas, entre ellos ser mordida por una serpiente, pero el niño es fuerte y está decidido a nacer.

El contraste. Ese universo rural –ajeno y extraño para el espectador común– es retratado como si un filtro lo difuminase en ocres y grises, a diferencia de la visión estereotipada y colorida de las imágenes folcloristas.

El filme ocurre en un microcosmos indígena, con personajes que hablan kaqchiquel, y mujeres de huipiles, faldas largas y tocados en la cabeza.

Sin embargo, eso no significa que la cinta pretenda ser exótica: es una historia que podría suceder en cualquier parte del mundo. Si bien sentimos la omnipresencia del volcán, nunca lo observamos en su forma cónica, lo cual es otra forma de resistirse a la visión folclórica de Guatemala.

Los planos-secuencia nos dan un tempo suave hasta que este mundo mágico se enfrenta con la sociedad industrializada. María está grave por la mordedura de la serpiente, e Ignacio la transporta a la ciudad más cercana.

El contraste se hace patente entre el pueblo pobre, sin luz ni agua, con personas analfabetas que no saben español, y la sociedad moderna.

La incomunicación entre los dos mundos es completa, e Ignacio controla la situación porque es el único que comprende las dos lenguas. A partir de entonces, la vida de María cae en sus manos.

Pasamos entonces de lo contemplativo de un mundo atávico a un drama humano de grandes proporciones. La película acelera su ritmo y la historia entra en una tensión constante. Empero, los posibles finales que podrían preverse no se concretan, y el relato cambia de dirección en dos puntos de giro, en un final que es un golpe directo al espectador.

La última imagen nos presenta el rostro de María, impávido, mientras se prepara para su boda.

La vulnerabilidad indígena. Nunca fue la intención del realizador hacer un filme sobre los indígenas en Guatemala; sin embargo, no se puede evitar mostrar la discriminación múltiple que viven los pueblos indígenas. Ellos representan más del 40 % de la población.

Existen 23 lenguas mayas y garífunas; las más importantes son el k’iché y el kaqchiquel. En ocasiones, esta diversidad lingüística contraría al estereotipo uniformador pues las etnias no necesariamente se entienden entre sí.

Dentro de la población indígena, el grupo que sufre mayor discriminación es el de las mujeres, especialmente las solteras. En Ixcanul , es importante que María se case con Ignacio, el administrador de la finca, porque esta alianza le permitirá a la familia mantener su trabajo y tener acceso a los beneficios de la sociedad ladina.

El hombre aprovecha esas ventajas, no tanto por tener más dinero o por su posición social. Él tiene la palabra, y, mediante la tergiversación de la comunicación entre mayas y ladinos, logra recobrar a María y convertirla en una víctima más del del robo de niños.

El filme está basado en una historia real. El director, Jayro Bustamante, creció hasta los 14 años cerca de la cuenca del lago Atitlán, en el altiplano guatemalteco. Bustamante relata:

“Mi madre hacía campañas de salud pública en las montañas de esa área en una época en la que había campañas de vacunación contra la polio. Era finales de los años setenta, una época de guerrillas, y la gente temía que el ejército estuviera detrás y que las inyecciones fueran para esterilizar a las mujeres. El país ya vivía el genocidio. A mediados de los años ochenta, mi mamá conoció a María, quien le contó esta historia. Yo escribí el relato, pero pasó mucho tiempo hasta que me sentí fuerte para contarlo”.

Un rodaje modesto. Jayro Bustamante realizó estudios de comunicación en Guatemala y se especializó en cine en París y Roma. La fuerza de sus historias está en su contacto con sus orígenes y el choque brutal entre los diferentes grupos humanos que conviven en su país.

En el 2011, Bustamante realizó su primer corto, Cuando sea grande , que cuenta la amistad de una niña indígena, Alicia, y una ladina, Cecilia. Ambas comparten un mundo de juegos y secretos, que Cecilia cree verdadero hasta que se percata de que a la otra niña le pagan por hacerlo. Alicia deja a Cecilia por un trabajo donde será mejor remunerada.

Este pequeño drama pone en evidencia la incomunicación que hay entre los estamentos que componen la sociedad guatemalteca. En Ixcanul , Bustamante decidió sumergirse de lleno en el mundo indígena e indagar en su complejidad.

Durante tres meses, Bustamante se instaló en las laderas del volcán Pacaya para rodar la película. Una vez en el lugar, se enfrentó al desafío de encontrar a los protagonistas de la historia. Colocó un cartel en el mercado con el aviso del casting , pero nadie acudió. Luego anunció “Se ofrece trabajo” y sobraron aspirantes.

Un mundo hermoso. Recurrió a actores no profesionales –Manuel Antún, Justo Lorenzo–, que nunca se habían enfrentado al cine. A María Telón, la madre de María en la película, Bustamante la encontró actuando en una obra de teatro del pueblo y la siguió a lo largo de la gira que hacía su compañía, hasta convencerse de que encarnaba la fuerza y el talante que necesitaba para su filme.

A María Mercedes Coroy, la hija, Bustamante la eligió “[porque] todo su cuerpo respiraba pudor, como yo quería, pero nunca bajaba los ojos, tenía una mirada genial”, dijo el director.

En ese momento, la producción no tenía muchos recursos, y esta limitación obligó a Bustamante a ser creativo y económico en la narración. Posteriormente logró una coproducción con Francia y pudo finalizar la película más cómodamente. Desde los inicios de la producción, Cinergia , lo apoyo tanto con su cortometraje como con Ixcanul .

La concesión del Oso de Plata Premio Alfred Bauer hará posible que la magia del kaqchiquel y el drama de María sean vistos internacionalmente. Por medio de la historia de esta joven, Ixcanul dará a conocer un fragmento del mundo maya, uno de los más hermosos y desconocidos, en las pantallas cinematográficas,

Para “volcán”, los mayas tienen tres vocablos, e “ixcanul” es la palabra kaqchiquel que significa la fuerza dentro de la montaña que hierve y busca cómo salir. Esa es, precisamente, la fuerza de María.