Inmuebles educativos en extremos opuestos

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Por las aulas del edificio que albergó la escuela de Santa Cruz de Turrialba pasaron destacados poetas costarricenses como Jorge Debravo y Laureano Albán.

Sin embargo, la edificación –de influencia neoclásica y representativa de la arquitectura metálica rural de inicios del siglo XX– se encuentra en un estado de abandono y deterioro tan grave que necesita una restauración inmediata.

El inmueble fue construido en 1930 y su estructura consiste en un armazón de madera y forro de metal que asemeja el ladrillo.

Según explicó la arquitecta Sandra Quirós, directora del Centro de Patrimonio, el porcentaje de integridad del edificio es muy alto, pues conserva muchos de sus elementos originales como paredes, cielos rasos, pisos de mosaico y madera, ventanas, puertas, mobiliario e, incluso, la batería de baños.

El deterioro, causado principalmente por la humedad, pone en peligro el edificio, que hoy funciona como sede local del programa Centros Integrados de Educación para Jóvenes y Adultos  (Cindea), del Ministerio de Educación Pública (MEP).

“Si no se interviene inmediatamente este edificio, se perderá irremediablemente en un plazo de dos años”, sentenció Quirós.

Según lo estipula la Ley de Patrimonio, el propietario de un inmueble patrimonial debe asumir la responsabilidad de su conservación.

“El Centro de Patrimonio se compromete a incluir este edificio en la lista que se presentará al MEP con los inmuebles patrimoniales de su propiedad que están en peligro. El Centro ofrece elaborar un estudio técnico y desarrollar una propuesta para su restauración, pero el financiamiento debe cubrirlo el MEP”, afirmó Quirós.

Un panorama muy distinto presenta la Escuela Jenaro Bonilla, en el centro de Turrialba, cuyo edificio tiene un excelente estado de conservación y mantenimiento. Fue construido entre 1936 y 1940, y sigue los lineamientos arquitectónicos del art déco . “Son diseños mucho más simplificados, basados en figuras geométricas puras como rectángulos, triángulos y círculos. La ornamentación es sobria y carece de formas orgánicas”, comentó Quirós.

El salón de actos es un magnífico ejemplo de este estilo arquitectónico . Destacan los pisos de mosaico y las butacas originales, e incluso dos enormes lámparas de hierro suspendidas del techo.