Imagen primera de Cortázar

Primer siglo. Este martes 26 se cumplirá el centenario de Julio Cortázar (1914-1984). Lectores-amigos lo recuerdan.

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La lectura literaria es un amor a primera vista que va en un solo sentido pues el autor escribe para dejarse ver sin ver a nadie. El autor es un exhibicionista dormido. Del amor literario a primera vista se han escrito libros, como Imagen primera de ..., volumen de recuerdos del poeta-pintor Rafael Alberti. Don Rafael rememora allí la primera vez que vio a Antonio Machado, a Juan Ramón Jiménez, a García Lorca, a Picasso...

Casi otro libro podría escribirse con las primeras miradas que ganaron las novelas y los cuentos de Julio Cortázar. Personajes de las letras nos contaron sus primeros encuentros leídos con el escritor argentino, fallecido en 1984 y quien habría cumplido cien años este martes 26. Cortázar no se fue para volver; simplemente, no se fue.

La poetisa Julieta Dobles (Premio Magón y todos los premios) recuerda: “Cortázar era humilde y jovial en su trato. Lo traté en San José, y en la Sorbona, en París, un año antes de su muerte. Su primer libro, Bestiario , fue su primera obra que llegó a mis manos, y la devoré. Sus cuentos formaron parte de mi taller literario para jóvenes prosistas. Tal vez por sus lecturas, ahora pruebo con la narración breve”.

Discípulo de José Lezama Lima, y gongorino de la prosa él mismo, el escritor y periodista cubano Froilán Escobar anota: “ Final del juego fue el primer libro suyo que leí. Sus cuentos me impactaron, especialmente ‘La noche boca arriba’ por ese juego con el cual logra que el personaje que está en la realidad no es el que sueña, sino el otro, el que es soñado; me impacta ese desplazamiento hacia la incertidumbre. En los años 60, en Cuba, los jóvenes y los viejos lectores nos prestábamos los libros de Cortázar como si nos prestásemos un asombro”.

El celebrado dramaturgo Daniel Gallegos Troyo ( La marquesa y sus tiempos es su novísima novela) señala: “Me interesó Rayuela porque se relacionaba con los cambios experimentados por los jóvenes de los años 60, entre ellos, los nuevos modos de convivencia. Julio Cortázar hace al lector capaz de encontrar respuestas y significados, aun en lo que está entre líneas”.

A su vez, el filósofo, novelista y poeta Rafael Ángel Herra detalla: “Sus cuentos ‘Todos los fuegos el fuego’ y ‘Casa tomada’ me agradaron mucho. Tienen una forma provocadora que coincidía con mis deseos de abandonar la tradición realista costarricense”.

La investigadora de la literatura Flora Ovares opina: “Hay un aspecto ético muy importante en Cortázar: el convencimiento de que, en la totalidad de ese gran tejido que es mundo, cada movimiento tiene consecuencias en otro lugar u otra persona, o sobre uno mismo en otro momento. Cortázar juega con las palabras, los objetos, los tiempos, pero el suyo es un juego que supone una gran seriedad ante la vida”.

A su vez, el escritor y cineasta Rodrigo Soto, jugador de la prosa, afirma: “ Final del juego me descubrió que la literatura ‘seria’ podía no ser seria, o que también podía serlo. Yo era muy joven: a veces no entendía si era o no era seria, pero me desafiaba, me sorprendía”.

La costarricense Alma Aguilar se graduó de doctora en la Université Paris-Nanterre con la tesis Analyse sémantique de la référenciation dans “Pasajes” de Julio Cortáza r.

Alma Aguilar nos manifiesta: “El cuento ‘El otro cielo’ me marcó pues invita a una ruptura con el ordenamiento lógico, a pensar de otra forma, a visualizar otra realidad y a soñar con un cielo más cercano”.

El escritor argentino Eliezer Budasoff, integrante de la revista Etiqueta Negra , indica: “Cuando salía de mi adolescencia leí Rayuela , y tuvo un efecto casi alucinógeno: vista a través de esa lente, la realidad se volvía oscura y luminosa, familiar y extraña, absurda y significativa. El escritor Abelardo Castillo notó que Cortázar concebía las palabras como criaturas vivas antes que como instrumentos”.

El catedrático de literatura Albino Chacón Gutiérrez, miembro de la Academia Costarricense de la Lengua, elogia el cuento “Continuidad de los parques”: “En él viven, de modo magistral por la síntesis que logra, los elementos que encontramos en otros de sus textos: misterio, sorpresa que se va abriendo hasta un final en que se mezclan planos y se difuminan los niveles entre el texto y la lectura, de tal manera que esta se incorpora como elemento del texto mismo, y el lector, como un personaje más”.

El escritor y director de Ediciones Lanzallamas, Juan Murillo, expresa: “Julio Cortázar ya no me entusiasma, pero leerlo por primera vez me produjo suficiente envidia como para concebir el pésimo plan de que tal vez yo también podía hacer eso, escribir, que parece tan simple y que al final resulta tan difícil”. El novelista Murillo añade:

“Lo primero que leí, y me impacto profundamente, fue Bestiario ; en este libro no hay explicaciones, solo misterios. Las explicaciones son una adulteración de la realidad. El asombro, el corazón de los misterios religiosos, es también el corazón de la literatura”.

La actriz, directora teatral y escritora María Bonilla detalla: “ Rayuela me llevó a sus otros escritos, a sus poemas, donde todas sentimos y lloramos el ‘siempre empezó a llover en la mitad de la película’ y el haber sido ‘una letra de tango para tu indiferente melodía’, mientras observábamos, consternados, que vivíamos en una ‘Casa tomada’”.

El escritor ( La brigada anti-esperanza ) y crítico ( Días de cine ) Víctor J. Flury, argentino, hace memoria: “El primer escrito de Julio Cortázar que me impactó fue ‘El perseguidor’. Después de una jam session , un amigo me habló de que era el mejor retrato de Charlie Parker. Quedé en trance después de ese cuento, al que asocio con una película de John Cassavetes, Shadows : el mismo ritmo, las minucias del olvido y la desidia, el deseo delirante, que forman los acordes errantes cuando preguntan algo. La única palabra que Cortázar reprueba con cero es esta: ‘Solemnidad’”.

El periodista limonense Ernesto Rivera, autor de Animales de la noche (Premio Editorial Costa Rica de Cuento de 1999), precisa: “Quienes crecimos en el Buenos Aires de los años 70 y queríamos escribir ficción, teníamos el trauma de Cortázar, de escuchar su voz en cada línea que intentábamos. En Cortázar hay una trascripción de la oralidad tan fantástica que luego, como periodista, siempre tuve como inspiración. Después, los aires militares colocaron a Julio en la lista de proscritos ilustres, y debí leer sus libros a escondidas, con las portadas forradas de papel y en ediciones que circulaban entre cómplices del delito literario y otros excesos del libre pensamiento”.

El escritor Carlos Cortés (Premio Nacional de Novela, Cuento, Poesía y Ensayo) explica: “En Cortázar me sorprenden dos aspectos: por un lado, la imaginación, la impresión de estar asomándome a ‘la otra orilla’, de ver a Alicia cruzar el espejo; por el otro, la técnica. ‘La noche boca arriba’ es un cuento perfecto; en él, las mitades en que se divide toda historia se unen en un desenlace de pesadilla”.

A su vez, El escritor y director del Instituto de México en Costa Rica, Mauricio Sanders, confiesa: “Cuando tenía 14 años leí ‘Casa tomada’. No encontré ahí literatura, trama ni estilo, sino una epifanía: una forma de ser, la mía. De niño había querido ser aviador. En la adolescencia quise ser Cortázar; esto empezó a pasarme después de leer ‘Casa tomada’. Entonces quise ser cronopio”.

Dorelia Barahona Riera, filósofa y escritora, declara que la novela Los premios fue la primera obra de Cortázar que leyó: “Me abrió las puertas de la literatura moderna latinoamericana. Aunque es de sus trabajos más conservadores, el tipo psicológico de los personajes inunda la narración como el propio océano que la acompaña”.

El poeta Luis Chaves dice: “En el colegio leí ‘Casa tomada’. A la par de Pío Baroja o El Lazarillo de Tormes , aquello fue una revelación: alto contraste. Cortázar generó dos tics: sus fans (que son fans del boom ¡todavía!), y sus detractores, escritores que se sienten más tranquilos si lo defenestran. Claro está, nada de eso tiene que ver con él”.

Con sus ojos de buzo, Julio Cortázar nos mira aún, sin vanidad. Le interesa ser cronopio, no la fama.

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Sergio Ramírez, un amigo de estas tierras...

El cuento de Julio Cortázar que recuerdo como primero es “Casa tomada”. Me enseñó la regla básica de la escritura cortazariana: crear una atmósfera real que permite encontrar una hendidura para deslizarse hacia lo irreal.

Recomiendo sus cuentos a quien desee leer narraciones sin desperdicios, que van directo al blanco; y, si quiere aprender a escribirlos, aún mejor. Para quien desee empezar por las novelas, Rayuela, la plenitud de lo lúdico; pero La vuelta al día en 80 mundos y Último round son buenos ejercicios de diversión.

Rayuela es una novela capital del siglo XX, muy juvenil, capaz de hablar a cualquier generación acerca de la rebeldía, que no se agota porque siempre propone preguntas sin pretender respuestas.

Cortázar me otorgó el punto de vista libre, irresponsable; la absoluta falta de solemnidad, eso de no tomarse nunca en serio y enseñar lo mismo al lector: el punto de vista del juego total, que no por eso deja de ser profundo.

Sergio Ramírez Mercado, novelista y ensayista nicaragüense.